Carta abierta de Adolfo Pérez Esquivel al Señor Benetton
Reciba el saludo de Paz y Bien
Al escribirle la presente carta, que espero lea detenidamente; lo hago entre el asombro y el dolor de saber que usted, un empresario con una gran representatividad internacional, se ha valido del dinero y la complicidad de un juez sin escrúpulos, para quitarle las tierras a una humilde familia de hermanos Mapuches, en la Provincia del Chubut, en la Patagonia Argentina.
Quiero recordarle e informarle que Mapuche, significa Hombre de la tierra, existe una comunión profunda entre nuestra Pachamama, "la Madre Tierra", y sus hijos y pueblos.
En los brazos de la Pachamama están las generaciones que vivieron y que descansan en los tiempos de la memoria y los ancestros iluminan el presente de la nuevas generaciones; su identidad, valores y tradiciones culturales.
Debe saber que cuando a los pueblos originarios les quitan las tierras los condenan a muerte; o los reducen a la miseria y al olvido: Pero siempre existen los rebeldes que no claudican frente a las adversidades y luchan por sus derechos y la dignidad como personas y como pueblos.
Continuarán reclamando sus derechos sobre la tierra por ser los dueños legítimos, de generación en generación, aunque no tengan los papeles que un sistema injusto les reclama y le adjudica las tierras a aquel o aquellos que tienen dinero y los expulsan de sus lugares robándoles las tierras, las estrellas y los vientos que traen las voces de sus mayores.
Es difícil comprender lo que digo, si no sabe escuchar el silencio, si no sabe percibir las voces del silencio; la armonía del universo con las cosas más simples de la vida. Algo que el dinero nunca podrá comprar.
Cuando llegaron los conquistadores "los huincas" ( los blancos), masacraron miles de pueblos "con sus palos de fuego", cometiendo un genocidio y etnocidio, para apoderarse de sus riquezas y robándoles las tierras y la vida. Lamentablemente ese saqueo sin piedad continúa hasta el día de hoy.
Señor Benetton, usted ha comprado 90 mil hectáreas de tierra en la Patagonia Argentina, para aumentar sus riquezas y poder y actúa con la misma mentalidad de los conquistadores; no necesita armas para lograr sus objetivos; pero mata de la misma forma utilizando el dinero. Quiero recordarle que: "no siempre lo legal es justo, y no siempre lo justo es legal".
Quiero decirle que a quien usted les quitó, con la complicidad de un juez injusto, las 385 Has. de tierra, con las armas del dinero, es una humilde familia Mapuche, con identidad, con corazón , con vida y que luchan por sus derechos; ellos son Atilio Curiñanco y Rosa Nahuelquir, dueños legítimos desde siempre, por nacimiento y por derecho de sus mayores.
Quisiera hacerle una pregunta Señor Benetton: ¿ Quién le compró la tierra a Dios?.
Usted sabe que a su estancia los lugareños le llaman "La Jaula", alambrada, cerrada, que ha atrapado los vientos, las nubes, las estrellas, el sol y la luna, ha desaparecido la vida, porque todo se reduce al valor económico y no a la armonía de la Madre Tierra.
Es como los señores feudales levantaron los muros de la opresión y el poder de sus latifundios a costa de los más débiles.
En Treviso, ese hermoso pueblo al norte de Italia, donde usted tiene el centro de sus actividades, no sé lo que piensan los ciudadanos y ciudadanas, acerca de sus actos. Espero que reaccionen con sentido critico y le reclamen que actúe con dignidad y devuelva esas 385 Has. a sus legítimos dueños, que cese el despojo.
Sería un gesto de grandeza moral y le aseguro que recibiría mucho más que las tierras: la gran riqueza de la amistad, que nunca el dinero puede comprar. Le pido Señor Benetton que viaje a la Patagonia y se encuentre con los hermanos Mapuches y comparta con ellos el silencio, las miradas y las estrellas.
Creo que los lugareños en vez de llamar “La Jaula” a su estancia, la llamarán "El amigo"; y la gente de Treviso se sentirían agradecidos por tener en su pueblo a una persona con el corazón abierto a la comprensión y la solidaridad.
La decisión está en usted. Si se decide a restituir las tierras a los hermanos Mapuche, me comprometo a acompañarle y compartir con ustedes y escuchar las voces del silencio y el corazón.
Todos pasamos por la vida, cuando llegamos estamos partiendo y nada podemos llevarnos; sí podemos dejar a nuestro paso las manos llenas de esperanzas a fin de construir un mundo más justo y fraterno para todos.
Que la Paz y el Bien lo iluminen y le permitan tener el coraje de corregir los errores. Fraternalmente.
Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nóbel de la Paz
Buenos Aires, 14 de junio del 2004
Fuente: Página mapuche-nation.org - 14.06.2004