Dossier: Cultura, medios y poder

Dinero que se pesa en lugar de ser contado para dar una idea de la aparente exuberancia de la cantidad, inundaciones que tienen como único culpable a la lluvia en lugar de investigar responsabilidades para resolver las verdadera causas de la tragedia y un número de víctimas que crece o decrece de acuerdo a las oportunidades, obras realizadas a las que se le buscan coimas que se dan por establecidas de antemano, sospechas que se echan a rodar para levantar la indignación general, supuestos sobre supuestos: el rol del periodismo está bastante tergiversado.

La política del vivir bien-Sumaq kawsay: determinaciones éticas del poder y fundamento último

La orientación del presente recorrido es contribuir a la reconstitución de la filosofía andina en el caso específico de una filosofía política, en el entendido de que a toda cultura subyace una comprensión y un ejercicio particulares de política. ¿Por qué y cómo es posible ello? Hay una realidad natural vivida de diferentes formas culturales. La consecuencia de esto son los mundos de vida que presuponen una religión, una economía, una política, una medicina, una educación, una historia y, naturalmente, una filosofía. ¡Qué lejos estamos, entonces, de la ignorante, negadora y colonial creencia de suponer que la filosofía es sólo griega por su nacimiento! ¡Más lejos aún de aceptar que lo que filosóficamente ocurre en occidente es lo que filosóficamente ocurre en todas las culturas de la realidad natural que es el mundo que todos debemos compartir! Definitivamente, ni la filosofía es prerrogativa de una cultura ni todas las demás culturas son ni deben ser únicamente lo que una cultura sufre (y, quizás por la soledad que ello involucra, esa cultura desea que todas las demás también sufran como sufre ella, para que su soledad sea menos intensa, menos trágica, más tolerable).

Contra los patovicas culturales

"Soy un convencido de que cualquier grupo cerrado deviene finalmente en un aparato conservador, elitista, reaccionario. Desde los boliches nocturnos hasta los palacios culturales o las culturas de Palacio."

Debo confesar que tengo un grave problema. Sufro de republicanismo irredento. No creo en la política cortesana, no creo en las monarquías hereditarias, ni en las oligarquías de ningún tipo. Soy un convencido de que cualquier grupo cerrado deviene finalmente en un aparato conservador, elitista, reaccionario. Desde los boliches nocturnos hasta los palacios culturales o las culturas de Palacio. Y, sobre todo, siempre tuve problemas con los oscurantistas que, disfrazados de progresistas o no, impedían el acercamiento de las mayorías a las capillas literarias, históricas, académicas. En un doble sentido, claro; por un lado, creando un saber críptico para el “no aceptado en el club” y, por el otro, impidiendo que cualquier otro grupo le dispute la construcción de ese saber. Siempre admiré al personaje mítico de Prometeo, aquel hombre que les roba el fuego a los dioses y se lo entrega al hombre, porque existe en ese acto el gesto democratizador más trascendental de la humanidad: sustraerles a los dioses del Olimpo el conocimiento, la sabiduría, la ciencia, la iluminación, el fuego. Los dioses lo condenaron a un castigo insoportable: un águila le comía el hígado todos los días de su vida, ya que como Prometeo era inmortal, de noche ese órgano se le reconstituía. Su tormento duró hasta que Heracles, finalmente, lo liberó. Pero la lección fue contundente: los únicos con derecho a saber son los dioses.