De liderazgos y programas de gobierno

Eric Calcagno - Alfredo Eric Calcagno
La oposición comete varios errores conceptuales en su evaluación de la situación política actual. Nos referiremos a dos de ellos: el primero es el que cree que los liderazgos auténticos tiene fecha de vencimiento; la segunda, que en un proceso electoral, para encarar el futuro no importa el pasado. No es cierto que los liderazgos tengan fecha de vencimiento. En un reciente discurso, el Dr. Carlos A. Zannini señaló con pertinencia que “acá en realidad lo que vencen son los mandatos, pero los liderazgos no tienen fecha de vencimiento”. Esta diferenciación no es percibida por el arco opositor.

Una cosa es cuando dentro del juego normal de los partidos políticos se elige a alguien por sus calidades personales, para que se encargue de la tarea específica de gobernar desde el Poder Ejecutivo o Legislativo. Cuando termina su mandato es reemplazado por su sucesor, y así sucesivamente, y si pertenecen al mismo partido político habrá una cierta continuidad. Son las situaciones normales en países que tienen resueltos sus problemas fundamentales.

Pero la situación es diferente cuando se realizan reformas profundas y se reconstruye un país. Entonces funciona otro mecanismo histórico. Dentro de los movimientos políticos y con proyección en la Nación, surgen liderazgos que van mucho más allá de la administración de rutina. Esta no es una abstracción teórica sino una comprobación de la realidad. Tomemos los ejemplos de Yrigoyen y de Perón; y más recientemente de Raúl Alfonsín y de Néstor y Cristina Kirchner.

Se equivoca la oposición cuando vuelve a confundir el fondo con la forma. El liderazgo real no depende del cargo que se ocupe sino del ascendiente que se tenga sobre la sociedad y sobre las fuerzas políticas, económicas y sociales. Con prescindencia de las ubicaciones formales, un líder puede decir: “La cabecera está donde yo me siento”.

No hay futuro sin pasado y presente. En la realidad, no existe una división tajante entre el pasado y el futuro. Cualquier retroceso sobre conquistas ya obtenidas, no sólo impide avanzar en su perfeccionamiento, sino que casi seguro esas mejoras serán suprimidas. Las construcciones no sobreviven si se dinamitan los cimientos.

La táctica de la destrucción es coherente con la conducta actual de la oposición: si ahora, con obsesión, se oponen a todo, es obvio que si tuvieran poder, la primera intención va a ser destruir lo realizado por los gobiernos de los Presidentes Kirchner. Además, como se trata de un conglomerado heterogéneo son incapaces de construir; lo único que saben hacer es destruir.

Sus principales ejes de destrucción serán el desfinanciamiento del Estado, el desempleo y el endeudamiento externo. Lo primero consiste en quitarle los recursos al gobierno, empezando por la eliminación de las retenciones, para dominarlo o llevarlo a la quiebra. Lo intentaron con la sanción de la ley del 82% para los jubilados; si no hubiera sido vetada, hubiera quebrado al Fondo de Garantía de Sustentabilidad y después al propio Estado argentino. El segundo eje de ataque es el aumento sustancial del desempleo; es la consecuencia natural de la política antiinflacionaria recesiva que preconiza el arco opositor. El tercero es el endeudamiento externo, que nos devolvería a la sujeción al Fondo Monetario Internacional; para obtenerlo, bastaría con pagar los compromisos de la deuda externa con endeudamiento internacional y no con reservas, y eliminar el control de cambios.

Para que se advierta la enorme magnitud del problema es indispensable enumerar algunos actos importantes realizados por el Gobierno desde 2003, prever cómo el establishment los suprimiría si gobernara, y evaluar los resultados de la destrucción.
¿Se imaginan cómo sería la vida de cada uno en el “mundo al revés” que propone el arco opositor? Para ellos, el futuro es la reiteración del peor pasado.

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Miradas al Sur - 4 de agosto de 2013

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