"La democracia se defiende con participación popular; solidaridad y justicia social"

“No somos nosotros los que generamos oposición por ser negativos o subversivos, sino que encontramos a nuestros deseos de progreso, de justicia, de solidaridad, la oposición de políticas concebidas en un modelo económico que no responde al interés nacional, ni de las mayorías populares. Es propio de los gobiernos autoritarios que esto suceda, pero resulta inexplicable que gobiernos surgidos del voto popular, que plantearon programas progresistas en el curso de su gestión, modifiquen objetivos, fundados en un pragmatismo o un posibilismo que encubre la falta de convicción en aquellos programas, o expresan contradicciones y diferencias internas y terminan conciliando con el gran poder, conciliando con el capital financiero internacional, aunque se continúe expresando las ideas en dos discursos diferentes."

El precio de la desigualdad según Joseph Stiglitz: ineficacia y democracia en peligro

Hay momentos en que los pueblos se alzan (o reaccionan, si te gusta más) y dicen «esto no va más, esto debe cambiar» Ahora, estamos en eso. Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de economía, hace mucho tiempo que viene previniendo los desvíos del actual sistema y de la financierización de la economía. En su nuevo libro se centra en el «precio de la desigualdad».

Hace veinte años que vienen aumentando las desigualdades y no solo son socialmente inaceptables sino más nefastas aún desde el punto de vista económico. Los indignados lo ponen muy bien en evidencia enarbolando los colores del 99% con referencia al 1% que ya había estigmatizado el antiguo director del Banco Mundial y Premio Nobel de economía Joseph E. Stiglitz.

Al capitalismo no le sienta bien la democracia

El filósofo alemán Jürgen Habermas ha escrito en su último libro y repite en varias declaraciones públicas que en Europa se está desmantelando la democracia (Ver Georg Diez, A Philosopher's Mission to Save the EU). Un juicio muy fuerte del que se hacía eco compartiéndolo alguien nada sospechoso de radicalismo y que conoce bien el continente como el ex canciller alemán Helmut Schmidt (L'Allemagne dans et avec l'Europe, L'Economie politique n° 053 - janvier 2012).

No creo que se trate de palabras vacías sino de un proceso real, ya innegable aunque desearía que no llegue a ser imparable a corto y medio plazo.

Bastó con que el ex presidente Papandreu amagara con la convocatoria de un referéndum para que se le hiciese dimitir, o que Berlusconi sacara la cabeza frente a Bruselas para que igualmente saliera por la puerta chica de donde le habían puesto, para mayor o menor fortuna, los electores italianos.

Estado, democracia y globalizacion

A continuación reeditamos, en su memoria, el artículo de Guillermo O´Donnell (1936-2011) publicado en Realidad">http://www.iade.org.ar/modules/galerias/photo.php?lid=155&cid=1]Realidad Económica n°158

El eje central de la argumentación del autor es el juego complejo y a veces contradictorio entre, por un lado, el inmenso dinamismo de la globalización y, por el otro, la necesidad de un estado fuerte y amplio, asentado sobre una ciudadanía conciente y una sociedad civil vigorosa, capaz de ser foco de lealtades de la población, de sostener un sistema legal justo y efectivo, de promover y a la vez domesticar las principales consecuencias socialmente dañinas de los mercados, y de sustentar un régimen democrático. Parte importante del problema es que la globalización ya está y seguirá estando, pero tenemos muy poco del tipo de estado antes delineado.

Otra parte del problema, no menos preocupante, es que el avance de la globalización sin un estado que la domestique disminuye la probabilidad de lograr ese estado. Frente a tal carencia, estos países nuestros, que nunca fueron ejemplo de igualdad ni de homogeneidad, se hacen más desiguales, más heterogéneos y más desarticulados. A partir de esto, una reacción es la de no hacer nada: ¿para qué nadar contra tan fuertes corrientes?