La revolución del ajuste y el miedo

En términos económicos, los primeros 100 días del Gobierno de Mauricio Macri serán recordados por su abrupta contracción de la demanda interna. Para lograrla echó mano tanto a las políticas cambiaria (devaluación) y monetaria (menor emisión, suba de tasas de interés) como fiscal (echando trabajadores del Estado, avalando despidos en el sector privado y recortando subsidios). Estos ajustes se deben en parte a los desbalances acumulados en los últimos años del kirchnerismo (dólar y tarifas atrasadas, inflación elevada, crecimiento y empleo estancados) pero en buena medida se originan en una concepción ideológica de lo que el Estado “debe hacer”.

Despiste conceptual

El acuerdo para el pago a los fondos buitre no es una acción de gobierno aislada, sino la consolidación de un cambio de régimen económico que conduce a un nuevo ciclo largo de endeudamiento y de pérdida de grados de libertad de la política económica. Funcionarios, economistas, legisladores y gobernadores repitieron a coro que la nueva maravilla, gracias a la entrada de capitales y nuevo endeudamiento, permitirá morigerar el ajuste fiscal al que obligaría la pesada herencia recibida.

La fuga

La compra de moneda extranjera para atesoramiento, lo que antes se llamaba el dólar ahorro, se multiplicó por 2,5 en el primer bimestre del año. La fuga de divisas por esta vía escaló a 3500 millones de dólares entre enero y febrero, contra el record anterior de 723 millones de noviembre, cuando las expectativas de devaluación se habían disparado por la posibilidad de un triunfo de Cambiemos, que se concretaría luego a fines de ese mes.

Tenebroso

Hay razones que pueden demandar endeudarse en dólares, como alejar la restricción externa para sostener el crecimiento, y otras que claramente no requieren divisas, como financiar déficit fiscal para morigerar un ajuste que, de hecho, ya existe y es especialmente potente. Con la excusa de quedar en mejores condiciones para tomar deuda nueva, la Alianza PRO, con el vergonzoso apoyo de sectores que en el pasado reciente integraron el FpV, se apresta a pagar cifras siderales e injustificadas a los fondos buitre. Para ello recurrirá a la emisión de nuevo endeudamiento que generará obligaciones futuras con impacto en la demanda interna de dólares.

Faltan los dólares para empezar la fiesta

El candidato Mauricio Macri lo reiteró varias veces en el tramo final de la campaña para las elecciones presidenciales: el país no tiene problemas de divisas, le sobran divisas por sus excedentes exportables. Sólo hacía falta remover “el cepo cambiario” para que los exportadores “pudiesen vender, porque a este dólar que no existe, nadie puede cubrir los costos”, resumía. El dólar inexistente era el oficial en torno de los 9,50 pesos, corrían las últimas semanas de octubre, primeras de noviembre, y cada vez más claramente la idea de Macri Presidente se asociaba a una megadevaluación y quita de retenciones al agro, para que “los exportadores traigan los dólares”.

Construir una crisis

La conjunción de diagnósticos negativos exagerados acerca de las variables económicas que dejó el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con afirmaciones falaces sobre el impacto de las primeras medidas económicas difundidas por el equipo liderado por el ministro Alfonso Prat-Gay y la insólita eliminación de todos los indicadores estadísticos del Indec-Todesca, facilitan el maquillaje u ocultamiento del extraordinario ajuste sobre el salario y las jubilaciones del gobierno de Mauricio Macri. La fábula de la crisis para justificar medidas regresivas de la distribución de la riqueza no es sólo un recurso de marketing electoral o de la gestión de gobierno, sino que está respaldada por documentos teóricos de economistas. Esas investigaciones académicas postulan la necesidad de una crisis para poder avanzar en profundas reformas regresivas en términos sociales. Y si no se presenta la crisis, como fue el intento fallido del establishment durante el año pasado, la tarea es construir el sentido de la existencia de una crisis o, en forma más fulminante, instrumentar medidas (megadevaluación, tarifazo, shock inflacionario, despidos) para provocar una crisis culpando de ella a la herencia recibida.

Restauración amarilla

El 16 de diciembre de 2015 será recordado como la fecha oficial de un nuevo cambio de régimen de acumulación, oscilación cíclica que diferencia al país de otras economías de la región más homogéneas en los objetivos de largo plazo de sus elites. Pero aunque tenga el sello de los modelos FMI para todo tiempo y lugar, la novel restauración ortodoxa no es exactamente igual a las anteriores.

El plan económico del macrismo

El principal objetivo del plan presentado por el ministro de hacienda y finanzas, Alfonso Prat Gay, es generar un marco de negocios para el gran capital que opera en el país, tanto nacional como extranjero. Ese negocio debe ser sustentable en el tiempo, esto es, reproducirse permanentemente, y para ello debe realizarse en un marco interno favorable, por lo que la oposición al plan debe ser neutralizada, si es posible con el menor grado de conflicto, para lo cual se plantea la captación, no otro es el fin de la invitación a los candidatos presidenciales, a los gobernadores, y dejarle la administración de las obras sociales a la CGT Balcarce (Caló de la UOM, Andrés Rodríguez de UPCN, Gerardo Martínez de Uocra, Pignanelli de Smata, Cavalieri por Comercio, Lingieri de Obras Sanitarias, entre otros) con la designación de Luis Scervino como presidente de la Superintendencia de Servicios de Salud, entre las primeras medidas políticas adoptadas por el nuevo gobierno.