EEUU y China: poder económico y poder militar

Jorge Molinero * (Especial para sitio IADE-RE) | En un reciente artículo sobre las actuales disputas comerciales entre Estados Unidos y China concluíamos que la guerra comercial iniciada por los primeros era el esfuerzo del gobierno de Trump por impedir el ascenso de éstos a posiciones capaces de disputar la hegemonía mundial. Aquí analizaremos brevemente aquello que está más allá de las disputas de corto plazo.

La “isla Eurasia”

En 1904 Halford Mackinder, dio una conferencia en la Royal Geographical Society que inauguraría el concepto de “geopolítica”[1] (2). Sus conclusiones no coincidían con la opinión previa de su audiencia, que entendía que se controlaba al mundo controlando sus mares, la razón principal del ascenso de Gran Bretaña a su posición de potencia imperial dominante. Mackinder consideraba que dominaría el mundo quien dominase la isla Eurasia, ese amplio territorio que se extiende desde la Europa Occidental hasta Vladivostok en la parte asiática de Rusia, incluyendo toda Asia, el Medio Oriente y África en ella. “Quien domina la zona central de esos territorios domina la isla Eurasia y quien domina a ésta domina el mundo”. En 1924, tras la Revolución Rusa amplió su tesis indicando que era la función de su propuesta alianza atlántica (EEUU y Europa Occidental) controlar ese poder de la isla Eurasia.

Desde 1810 hasta las guerras mundiales del siglo XX la potencia imperial hegemónica fue Gran Bretaña, y luego lo fue Estados Unidos, países que no pertenecían a la isla Eurasia. Los intentos previos de dominio por potencias continentales habían terminado en fracaso, como el de Napoleón, o volverían a fracasar como los dos intentos de Alemania en 1914 y 1939. Tampoco el extenso Imperio Ruso de los Zares había logrado una hegemonía, ni siquiera cuando como Unión Soviética aumentó su esfera de influencia a la Europa Oriental y la China que emergió de la revolución de 1949.  En la primera mitad del Siglo XX el Japón, otra potencia insular, quiso jugar en el Asia Pacífico el papel que venía cumpliendo Gran Bretaña en Europa y los mares del mundo. Terminó fracasando por el cerco que le fue imponiendo EEUU a sus abastecimientos de petróleo y otras materias primas que desembocaron en el ataque a Pearl Harbor y la posterior derrota tras las bombas atómicas.

Las condiciones han cambiado fuertemente desde la Segunda Guerra Mundial. El desarrollo industrial de China tendrá consecuencias diferentes que el previo de otros países asiáticos. Su territorio (algo más grande que el de EEUU) y su población de 1.350 millones (cuatro veces la de EEUU) la coloca en una dimensión completamente diferente a los desarrollos previos de Japón, Corea, Taiwán, Singapur y otros.

Su vertiginoso desarrollo de los últimos cuarenta años elevaron a China a la posición de primera economía medida en paridad de poder de compra y segunda medida en dólares corrientes.

 

PARTICIPACION EN EL PRODUCTO MUNDIAL

 

       (en Paridad de Poder de Compra del año 2011)

 
           

 

1980

1990

2000

2010

2017

CHINA

2,3%

4,1%

7,4%

13,9%

18,2%

EEUU

21,7%

21,9%

20,6%

16,7%

15,3%

MUNDO

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

100,0%

Fuente: FMI. WEO 2018

El cálculo en dólares corrientes le da a EEUU el 24,8 % del Producto Mundial, y a China el 15,0 % en 2017.

Tecnología y poder militar norteamericano

No es sin embargo la magnitud superior del Producto Bruto lo único que marca la importancia de una potencia. Gran Bretaña no era una economía más grande que la de varios países europeos o que la economía china a inicios del siglo XIX, pero su armada era mucho más avanzada. Quien posee los mayores avances científicos y tecnológicos en general - si es una economía de tamaño importante aunque no la más grande - es la que termina por prevalecer e imponer sus objetivos al resto de las potencias y los demás países, y la razón fundamental es que la tecnología avanzada aplicada a los fines militares es decisiva para prevalecer sobre sus adversarios.

Se puede competir comercialmente con menor desarrollo tecnológico en muchas ramas, simplemente utilizando técnicas de producción más simples pero mano de obra mucho más barata. Todo el desarrollo de Asia se inició con esta característica. Pero no se puede ganar una batalla frontal a un contendiente que tiene una superioridad tecnológica decisiva, y ello ha quedado claro muchas veces en la historia. Basta recordar los pequeños ejércitos de los conquistadores españoles, con sus caballos, sus armaduras de hierro y sus armas de fuego, doblegando a los ejércitos de imperios de millones en Perú y México. Otra cosa son las guerras o resistencias populares que han perdido imperios poderosos, como el caso de Estados Unidos ante Vietnam o Gran Bretaña frente a la India, pero ello es otro tema más allá del alcance del presente artículo.

Gran Bretaña tuvo hegemonía mundial durante algo más de 100 años, al menos hasta el fin de la primera guerra mundial en forma indisputada, en una combinación de tecnología militar, alcance mundial de su flota y convenientes acuerdos con las otras dos potencias de fuera de Eurasia, el Japón y los Estados Unidos. El agotamiento económico de los británicos por las guerras y la derrota del Japón aceleraron la preminencia de estos últimos.

En el campo militar la ventaja de los Estados Unidos es importante, tanto por la presencia que ha establecido en el mundo con más de 600 bases militares de distintas dimensiones y envergadura, como por las ventajas tecnológicas sobre el resto del mundo, en especial el dominio del espacio y las comunicaciones, además de la magnitud de sus fuerzas convencionales de aire, mar y tierra y los arsenales nucleares donde no tienen la ventaja de su monopolio. Esta fortaleza se fue desplegando en forma acelerada durante la Guerra Fría. La política de contención de la Unión Soviética y sus aliados incluyó el despliegue de la armada, con la 6ª Flota en Nápoles (1946) vigilando Atlántico y Mediterráneo, la 7ª Flota en Filipinas (1947) el Pacífico y la 5ª Flota en Barheim (1955) para controlar Medio Oriente. A las bases le siguieron los acuerdos militares como la OTAN (1949) con Europa Occidental, el Tratado del Sudeste Asiático (SEATO, 1954) y el Tratado del Medio Oriente (1955). En nuestro ámbito regional fue el Tratado de Río (1947). Los tratados en el hemisferio norte buscaban cercar la gran masa asiática con bases navales y aéreas, incluyendo varias del ocupado Japón, con centro en Okinawa y la retaguardia en Pearl Harbor (Hawaii). Para 1955 EEUU ya tenía 450 bases en 36 países. La revolución iraní de 1979 significó la pérdida de una posición clave en el estratégico Medio Oriente con sus inmensas reservas de petróleo.

La superioridad militar de Estados Unidos no se basa solamente en las flotas armadas, como había sido el caso de Inglaterra, ni en el despliegue de sus bases aéreas y su superioridad en tierra, como ocurrió en la inmediata posguerra. Un conjunto de nuevas tecnologías son la etapa superior que potencia las fuerzas desplegadas por tanques, barcos, aviones y misiles. La revolución en el procesamiento de datos y las comunicaciones satelitales permitieron un cambio cualitativo en la organización militar. El la adición del poder del  software que potencia lo más avanzado de la “ferretería militar” (hardware).

El Pentágono está desarrollando una estrategia denominada Triple Canopy (triple cobertura o “toldo”) que espera esté completada para 2030. Vigilancia avanzada y drones armados que llenarán desde la baja estratósfera hasta la exo-atmósfera, con la capacidad para disparar sus mortíferos armamentos con extraordinaria velocidad, neutralizar los sistemas de comunicación satelital de sus enemigos o seguir individuos por sus características biométricas. El Pentágono ha puesto la Inteligencia Artificial (AI por su sigla en inglés) en el centro de su estrategia. Está planeado que en un futuro próximo con los avances de AI, los drones robotizados podrán tomar decisiones autónomas (como las máquinas del film Terminator I, pero mucho más letales).

La National Geoespatial Intelligence Agency, con sus 60.000 empleados, coordina el flujo de datos de vigilancia procesados por supercomputadoras provenientes de los drones de baja altura (Predators y Reapers), los aviones espía U-2, los aviones no tripulados Global Hawks, los drones de gran altura X-37 B, el sistema de Google Earth, el sistema Space Surveillance Network (Red de Vigilancia Espacial) y los satélites orbitales en la estratósfera, que entre sus múltiples funciones tienen el de ser soporte para la guía de los misiles nucleares. Son importantes los avances de biométrica, con la transmisión instantánea a supercomputadoras de huellas dactilares y escaneo de iris, respondiendo en instantes con la identidad de la persona bajo vigilancia. Un capítulo especial son las guerras híbridas y las ciber guerras, donde se imbrican indisolublemente las disputas económicas, políticas y militares[2]. También se destacan las supercomputadoras como la desarrollada en 2010 por la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA) con capacidad para realizar un trillón de operaciones por segundo (costo unitario de 250 millones de dólares). El desarrollo de las supercomputadoras quánticas es crítico, pero allí la delantera parece tenerla China, en el tema sensible de la seguridad de la comunicación. Las supercomputadoras además de procesar las crecientes masas de información, son el centro de comunicación con las bases militares en el país y en el resto del mundo, manejando el flujo de órdenes a las unidades de la flota marítima o los aviones, tripulados o no.

A pesar de toda esta parafernalia y medidas precautorias ha habido interferencias en los sistemas de seguridad de navegación. En diciembre de 2011 el avanzado dron norteamericano RQ-170 Sentinel sorpresivamente aterrizó en Irán. Un ingeniero iraní explicó a un reportero de Christian Science Monitor que el punto débil era el sistema GPS de navegación, ya que interfiriendo las comunicaciones con “ruido” se forzó la nave a autopiloto, y luego se la hizo aterrizar en una base con altitud similar a la propia del avión. Baldón de agua fría, no eran invulnerables los sistemas de comunicación de EEUU.  

La construcción de poder militar de China

Los presupuestos de defensa a nivel mundial están liderados por Estados Unidos, que en 2016 gastó 604.500 millones de dólares, seguido por China con 145.000 millones y Rusia con 58.900 millones. Hace diez años el presupuesto de China no alcanzaba los 30.000 millones. Sus arsenales nucleares están por debajo de los dos grandes contendores del siglo XX, EEUU y la Unión Soviética. No sólo China superó el monto de gasto militar de Rusia sino que además, en forma creciente se está independizando de los modelos soviéticos o rusos ya superados. Ahora sus presupuestos están basados en desarrollos propios, en especial en todas las áreas de avance tecnológico más reciente. China lanzó el primer satélite en el mundo con comunicación dirigido por una supercomputadora quántica, que reemplaza las ondas radiales por la trasmisión de protones (partículas de luz) a través de cristales. Esta tecnología ha creado super seguras redes de comunicación, una tecnología que EEUU no domina aún, y que hace a China inmune (por ahora) al ciberataque de un adversario en este campo. Esto es un factor decisivo en una guerra porque las órdenes de disparos o envío de naves no tripuladas se manejan por comunicaciones y la interferencia sobre las de ondas radiales puede terminar como en Irán en 2011, algo que no ocurriría con las órdenes enviadas por trasmisión de protones.

En esta etapa de su desarrollo, China busca hacerse fuerte en lo militar en su zona de influencia, con movimientos muy cuidados. En 2015 escaló su reclamo de soberanía y control exclusivo en el Mar del Sur de China, expandiendo la base marítima de Longpo (submarinos nucleares) en la isla de Hainan (ver en el mapa), y la acelerada construcción de siete islas artificiales donde a corto plazo emplazarán bases y aeropuertos militares. Por los estrechos del Mar del Sur de China pasan navíos comerciales llevando el 30 % del comercio mundial, y China está determinada a impedir que ese movimiento quede bajo el control de la flota norteamericana o de países aliados a ellos. China tiene muy presente la encerrona que en los años treinta y cuarenta del siglo pasado fue poniendo Estados Unidos a Japón, y que culminó en el ataque de éstos a Pearl Harbor.

MAR DEL SUR DE CHINA

Estados Unidos tiene dos vecinos que no le disputan hegemonía (Canadá y México) y libre acceso marítimo a los dos océanos, Atlántico y Pacífico, además de sus más de 600 bases en el exterior. Cuba no es una amenaza desde que los soviéticos fueron obligados a desmantelar las bases de cohetes nucleares que estaban construyendo en 1962, y años más tarde la revolución socialista quedó circunscripta a la isla. China es territorialmente algo más grande que Estados Unidos, pero tiene límites con casi veinte países (y una compleja historia con cada uno) y no tiene una salida sin disputas al océano Pacífico. En su límite marítimo Norte enfrenta a Japón y las bases norteamericanas, y aunque tiene límite con Corea del Norte (un aliado complicado), Corea del Sur es un bastión norteamericano. En la parte central hacia el Pacífico están Taiwán y más allá Filipinas. El mar del Sur de China es el rompecabezas de siglos, con disputa de las islas entre China, Vietnam, Japón, Filipinas, y más al sur Malasia, Indonesia y Singapur dominando el estrecho de Malaca por donde pasan los barcos que van hacia el Océano Indico. En el mapa se muestran las áreas marítimas en disputa, con el reclamo de China de las nueve líneas (“lengua de vaca” en la jerga de la disputa), donde ha ido afianzando su presencia incluida la “construcción” de islas a partir de pequeñas salientes semisumergidas, cercanas a las Spratly.

La expansión económica china

En una primera etapa China se concentró en las exportaciones a los países desarrollados, con centro en EEUU. Actualmente despliega sus fuerzas en la región asiática con proyecciones hacia Europa, Medio Oriente y África. Ese es el significado del proyecto “Nueva Ruta de la Seda”, lanzado por Xi Jinping en 2014, que está enlazando la industrial y dinámica costa este de China con todas esas zonas llegando hasta el mar Báltico, incluyendo ferrocarriles, autopistas, puertos, aeropuertos, centrales de distribución, etc. que serán la base del cambio de zonas hoy atrasadas o en distintos grados de desarrollo. Esta iniciativa, con sus dos ramas, la terrestre y la marítima, es una fuerte apuesta a crear al mediano plazo de treinta años (plazos en escala china) la zona más importante de desarrollo mundial con centro en China. El proyecto incluye a 4.400 millones de personas, 64 países y un producto bruto actual combinado de casi el 30 % del mundial. Es el Plan Marshall de China, pero mucho más grande que aquel de la posguerra.

La estrategia que está por detrás de este proyecto es evitar que potencias hostiles cierren las rutas marítimas de comercio chinas que pasan por el estrecho de Malaca (controlado por Singapur, Malasia e Indonesia, actualmente aliados de EEUU), y de esa manera ahoguen su desarrollo.

Para financiar este proyecto China lanzó el Banco de Inversiones en Infraestructura de Asia (Asian Infrastructure Investment Bank - AIIB), con un capital inicial de USD 100.000 millones. El nuevo banco es un competidor directo del Asian Development Bank apoyado por EEUU y Japón. El principal objetivo del banco es canalizar los casi 3 billones (millones de millones) de dólares que están en sus reservas hacia préstamos para concretar los proyectos, que serán realizados por empresas chinas.

Un elemento no muy considerado aún de este megaproyecto es su componente monetario. Xi Jinping está proponiendo a los países involucrados que “todo el comercio dentro de la región sea manejado a través de moneda local convertible” (léase el Yuan), con lo que el uso del dólar en la región dejaría de tener la importancia actual, por decirlo suavemente. Una de las primeras manifestaciones de este cambio tuvo lugar este año con el lanzamiento del mercado de “petroyuanes”, contratos de futuro de compra y venta de petróleo en la bolsa de Shanghái, con respaldo oro en la cotización del Yuan. Ante todos estos cambios es imposible olvidar las palabras de Mackinder en la Inglaterra de 1904 y la ampliación de sus tesis en 1924.

Política, economía y poder militar

“La suprema excelencia consiste en romper la resistencia del enemigo sin pelear”. Sun Tzu, general, estratega y filósofo chino, autor de “El arte de la guerra”, Siglo V antes de Cristo.

"Ocultar nuestras capacidades y esperar nuestro tiempo. Sé bueno en mantener un bajo perfil. Nunca reclames liderazgo ". Deng Tsiao ping, máximo dirigente chino, 1991.

Apelamos a dos citas separadas por 2500 años para dar la idea de continuidad de una de las culturas más viejas del mundo, y de la forma de pensar que prevalece en la dirección política de China de hoy. En lo militar el objetivo es adquirir la suficiente fuerza pero tratando de no usarla, tal el caso de las disputas en el Mar del Sur de China con sus vecinos y la presencia de Estados Unidos. La filosofía política hasta ahora ha estado influida por las palabras de Deng, pero Xi Jinping entiende que el tiempo propio está llegando y en forma graduada pero firme, comienza a desplegar sus cartas sobre la mesa.

China es muy consciente de la distancia tecnológica que tiene con EEUU y se ha propuesto reducirla hasta lograr una paridad en los próximos treinta años, muy posible a juzgar por los avances obtenidos en áreas críticas si no se produce un enfrentamiento mayor en el tiempo intermedio.

Si logra que el proyecto económico de la Nueva Ruta de la Seda avance sin mayores contratiempos en forma pacífica, y que los pasos para garantizar el tráfico marítimo seguro por los estrechos del Mar del Sur de China no conduzcan a guerras con sus vecinos con participación de Estados Unidos, los objetivos del gobierno chino se irán cumpliendo.

El gobierno de los Estados Unidos busca bloquear la ampliación de la influencia china en el Mar del Sur aunque por ahora no ha puesto reparos al libre tránsito de las naves comerciales. Cuando ese tráfico comience a incrementar su transporte de petróleo con aquellos países de Medio Oriente que acepten el esquema “petroyuan” el tema puede cambiar de cariz.

No pretendemos hacer futurología, y el tema tiene que terminar aquí. La disputa por la hegemonía entre EEUU y China es una de las más importantes al momento actual. El objetivo político de China es cambiar alianzas en los países involucrados en su zona de influencia ofreciendo el desarrollo económico como moneda de cambio. Algunos, como Rodrigo Duterte de Filipinas y varios países involucrados en el proyecto Ruta de la Seda se están alejando de Estados Unidos. Otros como la dirigencia de Vietnam, se están acercando a sus ex enemigos norteamericanos por la disputa con China sobre la soberanía marítima en algunas islas.

Los países que estamos más alejados del centro de la disputa, como los sudamericanos, tenemos oportunidades y peligros según el tipo de relación que llevemos adelante, tanto con EEUU como con China, que ha pasado a ser el principal comprador de la región. La relación con EEUU es difícil y por todos conocida, no abundaremos aquí en el tema. La expansión de China por un lado ha sido un factor clave en el crecimiento de las exportaciones que cambiaron las perspectivas del continente en este siglo, pero en la mayoría de los casos no se pudo evitar la primarización del intercambio que terminó por afectar al sector productivo dentro de nuestros países.

Ese es otro de los temas que deberemos profundizar una vez que entendamos nuestro papel en la dinámica económica, militar y política que se desarrolla en el centro neurálgico del mundo que tiene a EEUU y China como sus principales protagonistas.

 

* Licenciado en Sociología y en Economía Política (UBA).

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Biblografía:

Howard W.French: Everything under the heavens. How the past helps China´s push for global power. Alfred A. Knopf. 2017.

Alfred W. McCoy. In the shadows of the American century. Haymarket Books, Chicago, 2017.

 


[1] Sir Haldford Mackinder (1861-1947) fue nombrado en 1904 director de la recientemente fundada London School of Economics and Political  Science, de la Universidad de Londres. Ese año fue invitado por la Royal Geographical Society a dar una conferencia que tituló “The Geographical Pivot of History” donde desarrolló la tesis de la “isla Eurasia”. Conservador, fuerte defensor del imperio británico y profundamente antisoviético, avanzó en 1924 en sus ideas publicando la teoría de la “comunidad atlántica” (EEUU y Europa Occidental) indicando que el poder en la isla euroasiática puede ser compensado por la alianza atlántica. Este tema no tuvo repercusiones en la política británica pero sus escritos fueron muy valorados por la política norteamericana al final de la segunda guerra.

[2] Andrew Korybko, “Hybrid Wars”, People´s Friendship University of Russia. Moscow 2015.

 

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