Hidrocarburos, una oportunidad para el país

Ernesto A. López Anadón
Mañana, la industria de los hidrocarburos celebrará su día. El hecho fundacional se remonta al 13 de diciembre de 1907, hace 107 años, cuando se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia. Desde entonces, esta actividad ha soportado contextos de todo tipo derivados de los cambios políticos y económicos del país, que resultaron en una actividad más o menos intensa. Siempre es bueno recordar que estamos hablando de una industria clave, sostén además de otras. En la Argentina y en el mundo, decir "energía" conlleva necesariamente hablar de hidrocarburos por una razón contundente: el 50% de la matriz energética mundial descansa en ellos. Pero en nuestro país, esa cifra se acerca al 85%. En los últimos tiempos nuestra industria está tomando mayor protagonismo. De pronto, el público es informado de que gracias al avance tecnológico, formaciones geológicas que contienen gran cantidad de recursos provenientes de reservorios no convencionales (los llamados shale gas y shale oil) pueden ahora ser explotados económicamente. El Estado, además, retomó el control de la principal compañía operadora del país con el objetivo puesto en esos recursos. El escenario tuvo otra importante novedad, hace pocos días, con la reforma de la ley de hidrocarburos. Y para volver aun más complicada cualquier previsión, estamos viviendo una regresión histórica de los precios internacionales del crudo, justamente por el incremento de la producción de los Estados Unidos a partir de sus yacimientos shale, mientras los países de la OPEP han decidido no disminuir su propia producción. ¿Qué decir sobre el futuro? Un buen ejercicio es repasar algunos datos recientes, ya que nos permite vislumbrar tendencias. Nuestra industria ha estado muy activa este año. Los 1300 pozos perforados en 2014 representan un 9% más que en 2013, con un 21% más de equipos de perforación activos. La producción de crudo alcanzará los 30,9 millones de m3 y la de gas, 41.400 millones de m3. Estos números muestran caídas del 1,3% en la producción de petróleo y del 0,6% en la de gas que, paradójicamente, representan un gran avance respecto de las caídas que venía sufriendo la producción en los últimos años. Han crecido las reservas y las inversiones, y este crecimiento se ha dado también en el área de la refinación. El gran motor son, sin duda, los recursos no convencionales, con la actividad enfocada en la formación Vaca Muerta. Estamos produciendo hoy un 60% más de petróleo y un 44% más de gas que a inicios de 2014, lo que representa ya un 3% de la producción total de petróleo y un 9,3% de la producción total de gas. En el contexto del desarrollo de los no convencionales se inserta la reciente reforma de la ley 17.319, que viene a mejorar aspectos fundamentales para que las empresas puedan encarar inversiones de envergadura y riesgo, características de nuestro sector. Se ha criticado esta ley principalmente por dar concesiones a largos plazos. Quiero recordar que nuestro Código de Minería, por el que se regulaban las concesiones en sus inicios, las otorgaba a perpetuidad. La ley mejora esto al condicionar las extensiones a planes de inversión, que el concesionario debe someter a aprobación. A nuestro entender, la manera óptima de explotar un yacimiento es encarando su desarrollo dentro del mayor plazo posible. Esto permite una permanente aplicación de nuevas tecnologías, que vayan aumentando sistemáticamente su recuperada final, lo cual ha sido particularmente exitoso en los Estados Unidos. Se habla también sobre el monto de las regalías. Éste es el mismo nivel de regalías que se viene aplicando desde la sanción de la ley 17.319, con la adición de que éstas pueden ser aumentadas en sucesivas extensiones. Todo es perfectible, pero hubiese sido un error demorar estas decisiones en un contexto que requiere de urgencia para poder competir con las múltiples ofertas similares a la nuestra en medio de la escasez de capital, productos y servicios, que hará que no todas estas oportunidades puedan ser encaradas al mismo tiempo. Los beneficios de los no convencionales pueden ser notables. En estudios preliminares realizados por el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas sobre el impacto económico que Vaca Muerta tendría sobre la provincia del Neuquén, se concluye que la mano de obra podría aumentar en más de un 50%, la recaudación de la provincia en un 80% y el PBI podría llegar a duplicarse. Será necesario ampliar la infraestructura de transporte y distribución de gas, para lo que se calcula que habrá que invertir 2000 millones de dólares por año durante las próximas dos décadas a fin de llevar el gas natural a 5 millones de nuevos usuarios. Pero recién estamos en el comienzo. Se hace necesario establecer una logística de bienes y servicios económica, flexible y eficiente, que nos permita competir, aún con precios decrecientes de gas y petróleo, contra otras oportunidades que hoy abundan en el mundo, ya sean convencionales o no convencionales. Y para ser eficientes deben alinearse todos los factores que contribuyen a eso: gobiernos nacional y provincial, empresas y gremios. Estos últimos deberán tener una actuación primordial y fomentar dicha eficiencia entre sus agremiados. En cualquier rubro que el país encare, será crucial la búsqueda de la competitividad a través de la eficiencia, para poder ofrecer lo nuestro en mejores condiciones que otras alternativas externas y con escenarios de precios internacionales decrecientes. La nuestra es una industria que planifica a largo plazo, por lo que la caída actual de los precios no debería preocupar. Pero, atención, porque sí basa sus decisiones en el costo que cada país presenta para operar en él. Los países no son exitosos por las supuestas riquezas que se ocultan en su territorio, sino por la capacidad del conjunto de su sociedad de aprovechar las oportunidades que se le presentan. Tiempo, sacrificio y esfuerzo es el camino a seguir. Los que así lo entendieron, triunfaron.

La Nación - 12 de diciembre de 2014

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