La condición de inmigrante

Walden Bello*

Autor: Agim Sulaj

Crisis en la economía del país de origen

A pesar de todo lo dicho y hecho, la mayoría de los trabajadores inmigrantes probablemente preferirían quedarse y trabajar en sus países de origen si pudieran encontrar los trabajos que les permitieran una vida decente. Es importante que los defensores de los inmigrantes entiendan las condiciones que han hecho que la emigración desde los países en desarrollo haya sido tan masiva en las últimas tres décadas.

Las condiciones de pobreza y problemas económicos han empujado a las personas fuera de sus sociedades, pero estas condiciones no son naturales. Han sido creadas. Y en el desempeño de los países en desarrollo desde finales de los años ochenta el motor principal de la expansión de la pobreza y las dificultades económicas han sido los programas de ajuste estructural promovidos por el FMI y el BM y la liberalización del comercio empujada por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Promovidos bajo la apariencia de ofrecer eficiencia, estos programas han destruido la agricultura y la industria en un país tras otro. En México, severos recortes en el apoyo estatal a la agricultura, intentos de sepultar la reforma agraria, y el TLCAN, que impuso la liberalización, han hecho de la agricultura un caso perdido, forzando al campesinado mexicano a trasladarse en masa a los Estados Unidos. En Filipinas, el ajuste estructural ha destruido la base industrial del país y, con ella, cientos de miles de empleos industriales y fabriles, mientras que la liberalización impuesta por la OMC ha hecho poco atractiva la agricultura para aquellos campesinos cuyos productos no puede competir con las materias primas subsidiadas por los Estados Unidos, Europa y otros países. Para muchos de estos campesinos desplazados y sus hijos, la relocalización en las metrópolis urbanas da paso a la emigración.

La economía de las remesas

Entonces lo masivo ha sido el desmoronamiento de nuestra base agrícola e industrial, causado por las políticas neoliberales, por lo que a menudo sólo las remesas enviadas por los trabajadores inmigrantes son las que mantienen a flote a las economías de origen –no es exagerado decirlo así para el caso de Filipinas-.

Las remesas son esenciales y nuestros trabajadores inmigrantes son reconocidos por su heroico papel, pero la economía de las remesas no es sustituta de una economía doméstica saludable. Desafortunadamente, en las Filipinas, nuestros políticos han hecho de las remesas un sustituto de la producción doméstica.

La guerra de dos frentes

Por lo tanto, para encarar con seriedad los problemas que ellos enfrentan, los inmigrantes y sus defensores no pueden sino estar implicados en una guerra de dos frentes. Por un lado, debemos luchar en nuestros países de origen para terminar con las condiciones de ajuste estructural, la liberalización de mercados y otras políticas neoliberales que han erosionado nuestra base agrícola e industrial y destruido millones de puestos de trabajo. Debemos decirles al gobierno de los Estados Unidos y a la Unión Europea que no necesitamos ayuda; que lo que necesitamos es que dejen de imponernos acuerdos comerciales bilaterales y acuerdos de asociación económica. Lo que nuestros países piden es que se detengan los programas de ajuste estructural que siguen realizándose en África, y se ponga fin a la avanzada liberalización del comercio bajo la OMC y a los acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales. Por supuesto, el desarrollo tiene muchos otros requisitos, pero detener el ajuste estructural y la liberalización comercial indiscriminada es un sine qua non, una condición sin la cual otras iniciativas de desarrollo locales no podrán prosperar.

En cuanto al otro frente, la agenda parece clara. Debemos hacer valer con decisión lo que es una verdad silenciada: que los inmigrantes contribuyen enormemente a la economía y la cultura de sus países de acogida. Debemos oponernos frontalmente a la represión estatal de los inmigrantes y confrontar a los grupos de derecha populista que los hacen culpables de todos los males. Tenemos que exigir el fin de las deportaciones de inmigrantes indocumentados, su rápida legalización y garantías de plenos derechos de ciudadanía para aquéllos con papeles y sus hijos, y que se facilite la consecución del estatus legal para los que no tienen papeles.

El éxito en la resolución de los dilemas de los inmigrantes necesitará que se progrese en ambos frentes. No hay garantías de que triunfemos en nuestro apoyo, pero a menos que enfrentemos los desafíos en ambos frentes, podemos estar seguros de que no alcanzaremos nuestros objetivos.

*Walden Bello es miembro del Transnational Institute de Amsterdam y presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista sénior en Focus on the Global South. Académico y activista, Bello se doctoró en Sociología por la Universidad de Princeton (Estados Unidos) en 1975 y ha sido profesor de la Universidad de Filipinas en Diliman desde 1997. También ha sido profesor visitante en la Universidad de California (UC) en Los Ángeles (2002), UC Irvine (2006) y UC Santa Barbara (2006). También fue profesor de la UC Berkeley (1978-82) y vicerrector de la UC Irvine en 2004. En 2005 obtuvo un doctorado honoris causa por la Universidad Panteion de Atenas, Grecia. Es el autor de Walden Bello introduces Ho Chi Minh (Londres, Verso, 2007), Dilemmas of Dommination (Nueva York, Metropolitan Books, 2005) y Deglobalization (Londres, Zed, 2002).

Traducción: Camilla Vollenweider

P">http://www.gfmd2009.org/defaultsp.aspx]Página oficial del Foro Global sobre Migración y Desarrollo (en español)

Fuente:">http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2996]Fuente: SinPermiso.info - 26.12.2009

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