A merced de los Tratados de Libre Comercio (TLC)

Jorge Marchini * (Especial para sitio IADE-RE) | Las increíbles concesiones de Macri, Temer, Vázquez y Cartes en las negociaciones entre Mercosur y Unión Europea.

A través de redes sociales ha sido posible conocer la filtración de 19 textos de las negociaciones confidenciales que llevan adelante con la Unión Europea (UE) los gobiernos del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, sin participación de Venezuela al haber sido suspendida su membresía en forma controvertida del bloque regional, y pese a que podría tener enorme significación futura para su economía y sociedad) para alcanzar en forma inmediata un acuerdo de liberalización comercial y financiera (TLC)[1]

12 de los documentos nunca habían llegado a ser filtrados previamente, y menos aún puestos en el conocimiento público por parte de los responsables de la UE y el Mercosur.  Entre ellos se incluyen los capítulos de los entendimientos alcanzados o en debate pendiente que se han venido elaborando en forma secreta, incluyendo los relacionados con servicios, inversión y comercio electrónico que pueden restringir y/o distorsionar en una medida inédita la capacidad de regulación económica y financiera de los países mercosureños.

Ha sido la intención manifestada por los gobiernos desde fines del año pasado el anunciar con bombos y platillos que se ha alcanzado el acuerdo. Con tal perspectiva de “carrera contra el reloj” ha llamado mucho la atención el grado de desatención que se ha producido en este tema clave en las últimas semanas ​

Prevaleció  la idea de que "no pasaría nada" luego de que no se realizó el anuncio de la concreción del TLC en el marco de la conferencia de la OMC en Buenos Aires, en diciembre, y se caracterizó, en forma muy equivocada, que una reunión de los presidentes de la Argentina y Francia, Mauricio Macri y Emmanuel Macron, en París el 26 de enero, habría sido un fracaso al no haber anuncios inmediatos sino solo expresiones de buena voluntad ante la negativa francesa a ofrecer una mayor apertura en la negociación de temas agropecuarios.

Lamentablemente, los análisis prevalentes no pusieron en consideración la posibilidad de que el posicionamiento cerrado francés fuera en realidad una táctica a favor de mayores concesiones -la UE ya ha logrado muchas-  siendo hábiles para reconocer el apuro en particular de los gobiernos de Macri y Temer (y la aceptación de Paraguay y Uruguay) ​ que han manifestado ansiedad por lograr anunciar la firma del TLC inmediatamente.

Voceros de la cancillería argentina han referido ahora la intención del presidente argentino de  superar  las diferencias en relación con dos temas comerciales emblemáticos (carne y biocombustibles) ante la actitud proteccionista europea a ofrecer una mayor apertura   para las exportaciones mercosureñas:  “El presidente Macri está dispuesto a reconocer que Europa tiene una gran presión de sus propios sectores agropecuario para flexibilizar inmediatamente el ingreso  nuestros productos, y destrabar las negociaciones  a cambio de pequeños gestos y  promesa ambiguas de mayor apertura en el futuro y, de tal forma ‘salvar la cara’ (face saving) ante sectores sensibles y una opinión pública que intuye que el acuerdo será desventajoso”, refirió en forma discreta un experimentado diplomático brasileño conocedor de  las negociaciones.

Desequilibrios notorios

Entre las filtraciones puestas al descubierto llama en particular el capítulo relacionado con la solución de diferencias, ya que pone en evidencia cómo podrían ser forzados los países del Mercosur a ceder soberanía jurídica y aceptar exigencias aún mayores que las definidas por Europa en otros TLCs con países periféricos.  La UE podría demandar a los gobiernos del Mercosur en un tribunal internacional por no cumplir con el TLC y si el país del Mercosur perdiera, la UE podría elevar los aranceles importación para los productos del Mercosur hasta que estos cambiaran normas, políticas y acciones de forma de cumplir con los fallos.  Los países del Mercosur también podrían demandar a la UE bajo el mismo sistema, claro está que sería ello menos probable por el mucho menor grado de internacionalización, menores recursos y capacidad de reclamo de sus empresas.

Los textos de TLC que se han filtrado informalmente de negociaciones hasta noviembre de 2017 –ha habido reuniones posteriores-  muestran que no solo la UE sostuvo en relación con documentos anteriores[2], también difundidos informalmente, que la UE ha profundizado

  1. Sus demandas exigiendo una mayor liberalización para la participación de las empresas europeas las compras públicas de los países del Mercosur, inhibiendo una herramienta tradicional elemental para la promoción de nuevas industrias y servicios de economías con menor grado de desarrollo.

  2. La exigencia de mayor flexibilización y menor control en las normas de origen, lo cual permitiría dar mayor penetración, por ejemplo, a las muy conocidas marcas europeas de prendas de vestir y diseño, poder generar la mayor parte del valor de su producción en países con bajos costos para ser presentados, etiquetados y contar las ventajas de liberalización “europea” para su penetración en los mercados sureños.  

  3. Sobre todo, sus demandas de una mucho mayor protección de la propiedad intelectual para extender y profundizar privilegios monopólicos, lo que llevaría, como ya se ha observado repetidamente en otros acuerdos entre países centrales y periféricos, un aumento  sustancial de precios  de medicamentos, restringiendo el desarrollo de la industria farmacéutica local  de genéricos  y limitando aún  más el acceso  a la salud a ellos, hoy ya limitados por las políticas de ajuste económico que golpean presupuestos públicos de salud.

Resulta inaceptable que los ciudadanos del Mercosur y de la Unión Europea tengan que confiar en estas filtraciones para saber qué están negociando sus gobiernos. Un acuerdo como el planteado implicaría cambios estructurales en leyes, normas y políticas gubernamentales, siendo que al ser negociado en forma clandestina y “a todo o nada” con un anuncio político de alto nivel de gobiernos. Se fuerza de hecho a los parlamentos a legislar respecto de intereses regionales, nacionales o sectoriales sin realizarse estudios previos serios y un debate abierto imprescindible sobre eventuales consecuencias e impactos.

Hay otros caminos para establecer vínculos más estrechos comerciales y económicos del Mercosur con el mundo. Estos deben estar basados sobre la ampliación y sustentabilidad de las matrices productivas, el mejoramiento social y no el “sálvese quien pueda”. Deben superarse asimetrías notorias -abismos tecnológicos- entre regiones y países con distinto grado de desarrollo para un acuerdo armónico y dinámico. No hacerlo llevará sólo a acentuar desequilibrios como es posible verificar por la experiencia de los TLCs ya firmados por países latinoamericanos con economías centrales que fueron en su momento presentadas como “modelo de integración al mundo” y hoy las estadísticas muestran resultados económicos, financieros y sociales crecientemente negativos.  

 

* Economista, docente (UBA) e investigador.

 

[2] Puede de resultar de particular interés comparar documentos filtrados con anterioridad y difundidos por Greenpeace de Holanda - https://trade-leaks.org/mercosur-leaks/

 

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