México en el día de la revolución

Oscar Ugarteche
Cada 20 de noviembre se conmemora la revolución mexicana. Era un día feriado de marchas militares y niños en las plazas. Desde que el neoliberalismo llegó al poder, el feriado se trasladó a inicios de la semana para dinamizar el turismo interno y el sentido del feriado quedó diluido. Pero este año, este 20 de noviembre ha sido el día en que las fuerzas sociales desatadas tras la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapan decidieron expresar su malestar con las consignas: ¡Contra la impunidad y la criminalidad!, “¡vivos se los llevaron y vivos los queremos!” y “¡que se vayan todos!”.

La impresión que comienza a desprenderse es que la consigna “¡que se vayan todos!” está diluyéndose probablemente ante la reacción pública de explicaciones sobre la casa comprada por la primera dama y la declaración de bienes del presidente el día 19.

Lo que se puede ver es que el partido de gobierno se ha puesto en acción y la Universidad Nacional no se ha pronunciado ni ha parado el día 20, mientras otras 114 universidades del país si lo hicieron. El sindicato de la UNAM no paró este día respondiendo a las necesidades partidarias, y el rector no ha expresado, en el tono que corresponde, un llamado a la justicia ni el alto a la barbarie. Más bien, aparentemente, autorizó el ingreso de un policía armado dentro del campus universitario el sábado 15 de noviembre, resultando un estudiante herido en un conflicto turbio.

Las evidencias comienzan a salir e indican que hubo militares involucrados en las matanzas de los normalistas y también que las fuerzas que aparecen al final de los actos, vestidos con pantalones de jeans, camisetas negras y las caras cubiertas, son de una fuerza paramilitar o militar. Se recordará que la fuerza de Los Halcones fue la que operó en la masacre de Tlatelolco de 1968 donde mataron a 1500 estudiantes. Esto es lo que la periodista Carmen Aristegui sugiere con el video donde uno de los encapuchados de la noche que irrumpieron con violencia, al final del mitin, aparece, más temprano, sentado en un camión del ejército.

Si se observan los videos de la huelga de los maestros del 2012 y el modo como terminó, se parece sobremanera al final del mitin del día 20. En ambos, lo que ocurrió fue el desalojo del Zócalo capitalino como si fuera propiedad privada ocupada. En la huelga de los maestros, estos habían tomado la plaza y estaban acampando en ella mientras esperaban la solución a sus demandas. Dijo el presidente que era momento de terminar con eso, porque se acercaba el día nacional que se celebra en el Palacio Nacional cuando sale al balcón a dar el grito de la independencia. El resultado fue que la policía, por un lado, y un grupo de muchachos vestidos con jeans y camisetas negras, y con las cabezas cubiertas, trepados a unos tractores, entraron al Zócalo capitalino. Unos empujaron a los maestros fuera de la plaza mientras los otros desmantelaron lo que quedó del campamento con el uso de los tractores.

Al final del mitin pacifico del día 20, estuvo un grupo de muchachos, algunos retratados en camiones militares más temprano por el equipo de Aristegui, que enarbolaban la consigna “prensa No”, que es una consigna anti política, y, por tanto, no tiene sentido. Estos de la consigna “prensa no” proceden a lanzar bombas molotov contra el Palacio Nacional y unos cohetones que no hacen daño pero asustan, en el contexto de un mitin, mientras la policía de asalto avanza y empuja a los estudiantes y sus familiares fuera del Zócalo, en una acción que parece coordinada. Con poca violencia, este pequeño núcleo de encapuchados, terminó ayudando a la policía de choque para que terminara el mitin antes de las 10 de la noche, en una sociedad que justamente está harta de la violencia. En México, una opinión escrita en el diario La Jornada en el 2009 señalaba: “Siempre detrás de la matanza a la población, detrás de la muerte de Colosio y otros más, ahora está detrás del narco y la violencia que le precede, ¿quién más?” (http://www.jornada.unam.mx/2009/10/04/politica/003n1pol)

Aunque la demanda de “¡que se vayan todos!” haya disminuido en el mitin del 20 de noviembre, la sociedad en su conjunto y la clase política e intelectual, en especial, han tomado nota de la irregularidad de la compra de una casa de 6 millones de dólares a una empresa constructora que ganó la licitación para la construcción de un tren rápido a Querétaro, licitación que fuera anulada a última hora, días antes del viaje a China del Presidente Peña Nieto. Estos hechos además están afectando el riesgo país y el tipo de cambio. Se percibe el problema de la falta de ley por los estudiantes muertos y la falta de reacción del Estado para explicar lo ocurrido donde el presidente se ha solidarizado con las familias y la Secretaria de Gobierno federal ha creado una comisión mixta el 3 de noviembre para reparar los daños. Está poco claro porque el Estado había de reparar daños si no los causó. Tampoco está claro porque no sale nadie del gobierno a explicar lo ocurrido dado que tienen al alcalde responsable detenido. Ya se sabe que el ejército estuvo presente, de modo que solo faltan las explicaciones de qué pasó. Mientras tanto, aparecen más fosas, como ya había destapado el poeta Javier Sicilia a raíz del asesinato de su hijo y tres amigos en Cuernavaca hace dos años.

El gobierno parece jugar con el factor navideño y las vacaciones universitarias para diluir este movimiento que parece fuera de control. El analista político Silva Herzog, el 20 en la noche, en el programa de la periodista Aristegui, dijo que tenía la impresión que el presidente no tenía conciencia de la magnitud de la crisis política que vive el país, que la gente está diciendo “ya estuvo bueno”.

ALAI, América Latina en Movimiento - 21 de noviembre de 2014

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