El conurbano está solo y espera

Comencé a militar políticamente con dieciséis años, en el peronismo de Florencio Varela. Viví como todos los argentinos y argentinas la convertibilidad, el estallido de 2001 y la recuperación de la esperanza que puso en marcha Néstor Kirchner. Luego viví el declive silencioso pero ostensible que produjo la irrupción cambiemita. Ahora transito (transitamos) este presente cargado de interrogantes e inquietudes.

Odio las tomas

Todo el sistema político, incluidos varios dirigentes del espacio político al que todavía pertenezco, se han apresurado a decir que las ocupaciones de tierra son delito. Algunos incluso han sostenido su posición con afirmaciones que atentan contra la dignidad de familias pobres, desesperadas, que buscan un pedacito de tierra para dejar de padecer el hacinamiento, porque no pueden pagar más el alquiler de la piecita o porque directamente están en la calle. Otros, sin llegar a tales extremos, buscan cubrirse de los huevazos mediáticos poniendo adelante el cuerpo de algún “ocupa”. Se lavan las manos.

La herencia económica

El año 2014 iba a ser el año del estallido económico, según se deducía de las palabras de algunos sectores de la oposición económica y mediática. Sus profecías de hecho se extendieron al actual verano, pero su calmo andar –en materia económica–, llevó a que los mismos reorientaran sus críticas a “la herencia” del kirchnerismo, posiblemente para evitar recaer en incumplidas profecías de desbordes, sobre todo cuando se observan las altas, aunque no totales, posibilidades de que el Gobierno transite un 2015 con relativa paz económica.