Parques Industriales: Luz verde para producir futuro

Luis Sznaiberg
“En un parque, la industria se vive de otra manera, La cuestión impositiva tiene su impacto en el día a día, pero lo principal es que el parque cambió nuestras vidas. Sucede que en el ejido de la ciudad, por más buena relación que una empresa mantenga con sus vecinos, siempre hay conflicto. De modo que radicarse allí es una excelente solución para todos; en particular, porque da proyección de futuro y previsibilidad a las inversiones. Por eso apostamos a la potencialidad de una futura red de parques industriales”. (Horacio Lamberti en la UIA). Tanto en las grandes urbes y sus localidades satélites, como aquellas dotadas de una menor densidad habitacional, con recobrado brío avanza una tendencia que conduce a las empresas locales más competitivas a afincar sus instalaciones fuera del ejido urbano, integrando crecientes conglomerados productivos con gran potencial de desarrollo. En principio imperceptible, este fenómeno fue cobrando un impulso arrollador durante los últimos años. Una ola verde se ha extendido a lo largo y ancho del país que produce bienes y servicios; y no sólo por razones ecológicas o de conveniencia circunstancial.

Distinciones

Existen diferentes tipos de agrupamientos de empresas que, incentivadas por el otorgamiento de concesiones propias de toda acción de “fomento”, por ventajas geográficas u otros beneficios de carácter estructural, convienen en radicarse junto a otras en un mismo territorio que promueve la re/localización de establecimientos provenientes de otros lugares menos apropiados (no aptos o de incierto futuro) para el desenvolvimiento pleno de sus actividades fabriles.

Como ya en 1979 definiese la Organización de las Naciones Unidas para Desarrollo Industrial (ONUDI), siendo ellos de propiedad estatal, mixta o privada, por su función se los suele clasificar -de distinto modo- en: Complejos, Zonas o Áreas (planificadas) para el uso industrial; Polos Tecnológicos (integrados también por centros de I+D, institutos universitarios e incubadoras de empresas) y Parques Industriales (en adelante PI), ya sean éstos de composición genérica (pues admiten la inclusión de diversos rubros) o bien temáticos (dedicados a un tipo específico de actividad), como demuestra su última generación.

Como característica central, todos ellos ocupan un mismo espacio (urbano, semi/urbano o rural) que, administrado en forma de consorcio y dedicados especial -y generalmente en forma exclusiva- a la producción en gran escala, gozan de un conjunto de beneficios, fiscales y genuinos, acordes a la magnitud de cada emplazamiento.

Presente y futuro

En particular, nos referiremos a los parques industriales.

Esto es, a aquellos conglomerados que ocupando un terreno urbanizado, específicamente dedicado a tal fin, subdividido en parcelas conforme a un plan maestro y dotado de infraestructura apropiada -carreteras, medios de transporte, servicios públicos-, alojan un conjunto de fábricas construidas con anterioridad (o no) a su creación, para lo cual disponen -en común- una administración colegiada e instalaciones necesarias para el establecimiento de más plantas industriales.

Sin bien en la Argentina no existe un registro acabado sobre tales emplazamientos, desde el gobierno se estima que en la actualidad ya superan los 300 (un relevamiento de Informe Industrial constató que al 30 de junio estaban activos o pronto a ser habilitados 273). No es poco. Sumaban 80 diez años atrás, cuando la devastación que sufrió la producción nacional durante los `90 aniquiló buena parte del tejido productivo cimentado por el esfuerzo de varias generaciones. El sostenido crecimiento económico de los últimos años, acompañado por políticas públicas que incentivaron la creación de empresas y la multiplicación de empleo, propició un cambio favorable para que proliferaran los PI: Algunos de ellos, de más antigua data, recuperaron su perdida lozanía mediante la radicación de firmas grandes y mayoría PyME que, en virtud a un sostenido crecimiento, re/invirtieron a futuro con la construcción de relucientes instalaciones y el arribo de maquinaria de última generación. Muchos otros, 191 asegura el Ministerio de Industria, están en plena formación. Para ello, el Estado Nacional aporta recursos.

Aportes

Según la información oficial, el Programa Nacional para el Desarrollo de Parques Industriales del Bicentenario, que suma la gestión de dos ministerios –Industria y Planificación Federal- dispone de 352 millones de pesos para la infraestructura externa e interna de estos agrupamientos productivos en todo el país y el otorgamiento de créditos para la radicación de empresas en los mismos.

Por una parte, 30 millones en ANR (Aportes no Reintegrables) están disponibles para cubrir los costos de obras intramuros -calles internas, cercos perimetrales, plantas de tratamiento de efluentes, etc.- y para poder acceder a tales beneficios, los predios deberán inscribirse en el Registro Nacional de Parques Industriales (RENPI). Otros 300 millones, a tasa subsidiada, están destinados a aquellas PyMES que decidan su radicación en un PI o bien, ya instaladas en ellos, precisen financiar la ampliación de sus plantas, el resto corresponde al subsidio de tasas.

En esa dirección, de acuerdo a un más reciente informe de la cartera que conduce la licenciada Débora Giorgi, mediante el otorgamiento de este tipo de créditos ya se logró apalancar inversiones por más de 130 millones de pesos, en tanto que en forma directa se distribuyeron ANR por más de 15,8 millones de pesos a 53 parques en 14 provincias. Fueron destinados a financiar la infraestructura que beneficia a 1.128 empresas, que generan 21.326 empleos. No es todo. “Desde 2003 –señala Industria- la cantidad de empresas radicadas en parques aumentó un 245%”, lo que en términos de empleo significa trabajo calificado para 240 mil personas.

Por más

Los planes a futuro encienden entusiasmo; y no sólo desde el palco oficial.

Para la cartera industrial, en 2020 habrá más de 500 parques alojando el trabajo de 470 mil empleados de 15 mil empresas. Para Daniel Scioli, cuya provincia registra la mayor cantidad de parques -61 en total (10 de ellos en el Gran Buenos Aires)- y además proyecta crear otros 40 antes del 2015, la cantidad no es reflejo de calidad, pues si bien sus miembros no superan el 2% del activo industrial de los bonaerenses, su importancia estratégica es por demás significativa en tanto que no sólo acentúan la competitividad de las empresas sino que además estimulan “una muy especial motivación social” en el resto del aparato productivo.

También para su par Antonio Bonfatti resulta esencial apoyar este tipo de desarrollos, para lo cual –dijo- Santa Fe asigna recursos dedicados a la “puesta en valor de todos los parques industriales”. Ambos gobernadores, junto a su colega de Salta (“El gobierno debe ser un facilitador de los negocios y una de las herramientas más idóneas para ello son los parques industriales”, enfatizó Juan M. Urutubey), ante un auditorio desbordante explicaron sus planes para potenciarlos y así expandir su capacidad operativa.

Fue en una reciente reunión / Seminario organizada por la Unión Industrial Argentina en donde la ministra Débora Giorgi -enfatizó que “los parques industriales han revolucionado el perfil productivo del país... hablan del crecimiento de las PyMES, de asociatividad, de generación de empleo, de mayor competitividad”-, los gobernadores citados funcionarios involucrados en tan promisoria problemática, el presidente de la central fabril, doctor José I. de Mendiguren, en sucesivos paneles analizaron la situación actual de los PI y su proyección a mediano plazo.

Exponiendo una amplia diversidad, a la hora de ofrecer sus experiencias hablaron representantes empresariales de los PI localizados en Morón (La Cantábrica), Almirante Brown, Bahía Blanca, Ramallo/San Nicolás y La Reja, en territorio bonaerense, de Sauce Viejo (Santa Fe), y de la provincia de Entre Ríos.

Diversidad

En efecto, considerando los factores comunes que a todos atributa valores distintivos, no existe por sí un modelo único de parque industrial. Algunos ocupan predios muy grandes (Comirsa o el de Burzaco se extienden sobre más de 500 hectáreas mientras que los siete PI y demás áreas industriales de Entre Ríos –como apuntó el presidente de la Unión Industrial de la provincia, Carlos Galuccio- ocupan 1.371 hectáreas) en tanto que otros, como La Cantábrica, utilizan superficies más modestas (20 hectáreas) o algo menos aún. Hay parques de de carácter público, otros de propiedad mixta, mientras que la gran parte son emprendimientos privados, consorciados por sus propios dueños. En otro orden, los hay de vieja data (fundados al filo de los 70) mientras que muchos de ellos se han creado o recuperado a partir del 2003, y tantos otros aún son proyecto de próxima realización.

Precisamente el panel coordinado por el licenciado Sergio Drucaroff –Jefe del Departamento PyMI de la UIA- permitió apreciar un muy amplio muestreo, mediado por el testimonio de sus protagonistas.

Horacio Lamberti, ex presidente del Parque Industrial de Almirante Brown (560 hectáreas en Burzaco, a las que suman otras 206 en reserva), recordó la gestación de lo que hoy es uno de los conglomerados industriales más dinámicos de cuantos existen. Si bien el área de planificación industrial reconoce un origen postergado en los ochenta, fue el interés de los primeros 18 industriales que se radicaron allí, durante la siguiente década, el que impulsó un plan acorde a las más exigentes necesidades del sector. Lo presentaron al municipio en 1994 y tres años después lograron el acuerdo oficial para convertir ese “campo” en un parque hoy modelo. Basta visitarlo para comprender lo realizado. Noventa eran sus empresas hasta el 2003; hoy son 245, que desde entonces triplicaron el número de empleados (8 mil puestos), al tiempo que el Consorcio de Propietarios extendió los beneficios de pertenecer al PIAB: Un bello espacio forestado, bien pavimentado e iluminado a toda hora, salón de usos múltiples, ventanilla única para agilización de trámites (municipales, medioambientales) que suma un destacamento de bomberos especializados en siniestros industriales e integran un centro de emergencias, además de contar con tres sucursales bancarias, un centro de formación profesional, convenios de capacitación con las principales universidades vecinas y otros tantos beneficios que, a la hora de calificar, Lamberti resume en una frase: “En nuestro parque, la industria se vive de otra manera...”.

Otras maneras

Del mismo modo que en Almirante Brown el Consejo de Administración está integrado por propietarios, aunque además incluye a representantes del municipio local, también en Morón la sinergia público/privado permitió convertir las instalaciones de una gran empresa siderúrgica fundida en los `90 –La Cantábrica- en un predio de 20 hectáreas que hoy –con su capacidad ya colmada en 2003- aloja a 40 empresas industriales y distintos Centros que las asisten: Un Centro Tecnológico, con la UTN y la Universidad de Morón. El IDEB / Morón. Un Centro de Formación Profesional y convenios con las escuelas técnicas de la zona). Edgardo Gambaro –su presidente- recuerda que tras una campaña de la Unión Industrial del Oeste, el gobierno provincial compró el inmueble y generó un Ente de Promoción Industrial que dio origen a un proyecto asociativo con el sector privado para desarrollar un Parque PyME. Lo lograron: mediante una selección de empresas, en 1998 comenzaron a radicarse las primeras. Desde entonces, asegura Gambaro, “los beneficios de trabajar en forma mancomunada y consorciada nos permite mejorar cada día, pues hemos aprendido que un proyecto de esta naturaleza insume tiempo de maduración y mucho esfuerzo colectivo. Las instituciones y las obras –subraya- las hacen las personas, que son las que dan contenido a todo aquello que sirve para mejorar no sólo la rentabilidad de las empresas sino también a sus miembros, a la comunidad y el país en su conjunto”.

Realizaciones

Desde el Parque Industrial de Bahía Blanca -136 hectáreas junto al Polo Petroquímico, cercanas al puerto- Raúl Carrete relata una historia singular, aunque con similar sentido plural: Treinta años después de haber sido asignado como zona industrial, el predio estaba desierto. En 2002, una vez concedido por el municipio, su Consorcio de propietarios –en principio nueve empresas- ejecutó “a pulmón” las obras que hacían falta: calles por miles de metros, acueductos y cloacas, acceso a dos reductoras de gas de alta presión, cableado para telecomunicaciones e iluminación total, un salón de usos múltiples. Una década después, son 136 las empresas allí radicadas. Tres mil empleos. Y más: “Con la UTN creamos un Centro de Capacitación y luego un Centro de Ingeniería, dedicado a satisfacer las necesidades de las distintas empresas –todas ellas PyMES- que precisaban construir matricería especial o desarrollar software para diversas aplicaciones aunque su baja escala de producción les resultaba prohibitiva”. Sin embargo, uniendo esfuerzos pudieron superar ese desafío, “lo que nos permitió ganar competitividad para desarrollar proyectos llave en mano, incorporar un centro propio de mecanizado, implementar más de 40 proyectos originales, generar nuevos nichos de negocios y tantas otras iniciativas que en forma individual jamás hubiéramos podido lograr. De modo que este tipo de agrupamientos –concluye Carrete- constituye la llave ideal para abrir las puertas a un gran futuro de realizaciones”.

Iniciativas

Entre los parques privados, el de La Reja (en Moreno) es una de las últimas iniciativas exitosas que se están desarrollando en el Gran Buenos Aires. Lo afirma Enrique Primerano. Ubicada en uno de los más populosos distritos del segundo cordón, como tantos otros era considerada un “lugar/dormitorio”; la industria da trabajo y dignidad -por ahora, 600 nuevos empleos- y las actuales 14 empresas allí radicadas, muy pronto serán muchas más. Al menos así lo prueban otras experiencias afincadas en el pasado.

Por caso, el del Parque Industrial de Sauce Viejo, frente al aeropuerto de Santa Fe -reseña su presidente, Amadeo Formisano- es paradigmático. Fue quizás el primero en nacer en suelo argentino. Allí residía la emblemática fábrica de tractores de Fiat, creada en 1973 con tecnología de punta y el trabajo de 5 mil personas, que cerró sus puertas cuatro años después. No había tiempo para perder. Al comenzar los ’80, en algunas de sus 172 hectáreas equipadas con servicios a full, se instalaron las primeras empresas. En 2003 eran cinco con 120 empleados, 20 en 2005, 58 tres años luego y 62 las firmas –grandes y PyMES. Metalúrgicas, alimenticias; químicos, gráficos, servicios- que actualmente ocupan a 2500 trabajadores. En manos de sus dueños, el viejo parque industrial se ha convertido en un ejemplo de modernidad: En conjunto, durante los últimos cinco años invirtieron 50 millones de dólares, están realizando importantes reformas estructurales, creando un Instituto de Formación y Capacitación Laboral, generando negocios y van por más.

Desafíos

Dispuesto a potenciar “lo suyo”, el gerente general de Comirsa (Complejo Industrial Ramallo-San Nicolás, frente a Siderar / ex Somisa), Carlos Darío Parlascino, no ahorra argumentos de venta: Ubicado a estratégicos 70 kilómetros de Rosario y 200 de Buenos Aires accediendo por la Ruta 9, y a escasa distancia de uno de los puertos más importantes del Paraná, este parque de 585 hectáreas -ideado por Fabricaciones Militares para erigir otra Somisa- tiene “más que lo necesario para abastecer a las empresas más exigentes a escala global. Un central térmica y anillo de 15 megas de energía, líneas de gas con más de 25 kilos de presión, agua a raudales e instalaciones disponibles para todo tipo de radicación industrial”. Sus ventajas comparativas son notables. Ubicado en el corazón de una zona con inversiones por 1000 millones de dólares en los últimos siete años, este parque -creado en 1993 tras la privatización de Somisa- pertenece a un ente autárquico de carácter provincial y bicomunal. Aloja a 80 empresas, muchas de ellas muy grandes, y puede dar cabida a muchas más. Por ello, Parlascino encargado de promover su ampliación -están desarrollando un nuevo sector PyME-, con orgullo proclama que aquel lugar que “no hace tanto era un campo sembrado de soja”, hoy es orgullo regional alojando acerías, cementeras, grandes almacenes, pequeñas industrias, una sucursal del Banco Provincia, un cinturón de protección ambiental y excelentes condiciones para la compra de parcelas (el Ente se financia con los recursos provenientes de la venta de los lotes y los servicios que presta) que, sumados a un cúmulo de incentivos fiscales y por las características únicas de su infraestructura, “resulta ideal para todas aquellas empresas con un nivel tecnológico elevado, así como para las PyMES locales interesadas en la cooperación empresarial, la captación de tecnología avanzada o la complementación de productos o mercados”.

Ideales Cada uno con “lo suyo”, de norte a sur los parques industriales –la mayoría genéricos, otros temáticos y de última generación- van ganando espacio de producción a la vanguardia. Su notable avance es un factor a considerar a la hora de describir la actual realidad económica de nuestro país. Mejorar e incrementar el nivel de actividad industrial es un imperativo y los parques demuestran la validez de esta consigna. Para alcanzar tan preciada meta, los incentivos no son pocos: subvenciones de capital, loteo a precio promocional, facilitación de financiamiento para la compra de terrenos y equipos, exenciones impositivas, pago de gastos de traslado, simplificación de trámites, uso intensivo de instalaciones y servicios comunes, suministro garantizado de insumos energéticos, viviendas para los trabajadores e infraestructura adecuada a cada necesidad. Son éstas algunas de las ventajas a las que toda empresa competitiva puede acceder cuando su propia casa “ya le queda chica” y hay que pensar en una o dos hectáreas –o más- para seguir creciendo. Porque como afirma Lamberti, “radicarse en un parque industrial es una excelente solución para todos, ya que da proyección de futuro y previsibilidad a las inversiones productivas”. Es por ello, quizás, que cada vez más empresarios apuestan a la potencialidad de una futura red de parques industriales.v

Los beneficios naturales de la aglomeración

“Recibo permanentemente consultas de intendentes de localidades del Gran Buenos Aires y del interior del país interesados en radicar parques industriales y/o ampliar los existentes, atraer inversiones y compatibilizar sus iniciativas con la normativa vigente”, destaca la licenciada María Stella Ayala, Directora del Programa de Parques Industriales Nacionales, en diálogo con Informe Industrial.

La funcionaria también afirma que “los parques industriales (PI) les permiten al Estado llegar con mayor eficiencia con sus políticas públicas al territorio”. Y que las empresas instaladas reciben, por su parte, los beneficios naturales de la aglomeración fabril.

Consultada sobre los principales objetivos del Programa a su cargo, Ayala señala que son: promover el desarrollo de los agrupamientos industriales, dotándolos de la infraestructura externa e interna necesaria para la actividad de las empresas, y facilitar la radicación en ellos de PyMES. En apoyo del primero, y reservados a parque industriales públicos, se otorgan Aportes No Reintegrables (ANR) de 300.000 pesos -recientemente la Presidenta de la Nación Argentina anunció que serán elevados al doble- y respecto del segundo está vigente una línea crediticia del Banco de la Nación Argentina de hasta 1.500.000 pesos, disponible para pequeñas y medianas firmas radicadas y/o en vías de hacerlo en PI. El financiamiento, con subsidio de tasas de la SEPyME, debe destinarse exclusivamente a la construcción de las plantas y otras instalaciones requeridas para producir y/o a la incorporación de maquinarias y equipos (está vedada su utilización para compra del terreno y para capital de trabajo).

Por último, Ayala recuerda que la Ministra de industria -a quién acompaña desde hace ocho años en las distintas áreas de la administración pública que gestionó- implementó una nueva herramienta, enmarcada en el Programa de Crédito Fiscal para Capacitación, que dispone de 5 millones de pesos para financiar la creación de Centros de Formación ubicados en PI y la adquisición de equipamiento profesional para sus aulas.

Revista Informe Industrial Número 233

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