Precios: números mágicos e importación de alimentos

Alcadio Oña

 

Hacia fines del año pasado le preguntaron al jefe del Banco Central cuándo creía que la inflación iba a dar “cero coma algo”, y respondió: “En junio o julio”.

Falta muy poco entonces para comprobar si esta vez Federico Sturzenegger acertó con el pronóstico.

Al menos entre varios consultores optimistas, ahora mismo la apuesta es a un índice de precios del 1% en junio. No habría gran diferencia si fuese poquito más, sólo que el 1% redondo luce bien parecido a un número mágico y al resultado que el propio Sturzenegger anhela: sería la prueba de que los precios retroceden en serio.

El problema es que en despachos oficiales importantes andan dando vueltas el 1,2% y el 1,3%. Y así ese algo de más no le diga nada a la gente, para encumbrados funcionarios del área económica tocar el 1% implicaría disponer de una carta propicia en medio de la campaña electoral.

Habrá que esperar al 11 de julio para ver qué canta el bolillero del INDEC. Pero si la referencia es el medio centenar de analistas encuestados por el Central, sus cifras, tal cual ya comentó Clarín, dicen que en los cinco primeros meses del año sobre 10 cifras clave se equivocaron en las 10.

Para bien de ellos o para mal, según se mire, más de una vez también la pifiaron en el propio BCRA.

Por eso mismo, los siempre extremadamente cuidadosos directores que deciden dentro de la entidad todavía aguardan señales que remachen la “desinflación” antes de mover sus fichas. Esto es: antes de bajar su tasa de interés del 26,25% anual, altísima en cualquier comparación.

Justamente con el ojo puesto en el proceso inflacionario, el Banco Central tuvo que enfrentar ayer un vencimiento de Lebac por impresionantes $ 547.000 millones, equivalentes a poco menos de 33.560 millones de dólares o un recórd semejante al 68% de todos los pesos en circulación.

Deuda al fin, el stock de letras acumulado por el BCRA asciende ya a $ 942.000 millones. Triplica al que había cuando Sturzenegger asumió y representa, en los hechos, el costo de la política monetaria “antiinflacionista” que aplica la institución.

En este brete, o en el de evitar que los pesos en circulación presionen sobre los precios, están metidos cada vez que cae un vencimiento. Y como caen en cadena y encima son crecientes, la semana pasada se decidió mantener la tasa en 26,25%.

Es el rendimiento que ofrecen o deben ofrecer a los grandes tenedores de Lebac para que renueven o vuelvan a apostar, aunque sea al precio de encarecer el costo de los créditos y de obstaculizar el repunte de la actividad económica.

La cuestión, nuevamente, es que los índices se resisten a bajar o a bajar al nivel que pretende el Central. Junto al 1,3% que el INDEC informó para mayo hubo un incómodo 1,6% y el 24,6% anual en la llamada inflación núcleo, o sea aquella que muestra cómo marchan los precios en productos que suman más de 2 tercios de la canasta total del INDEC.

Para mayor abundancia, el esfuerzo que ponen desde la Secretaría de Comercio. Los datos oficiales revelan que durante el primer cuatrimestre la importación de bienes de consumo creció 16,7% respecto del mismo período del año pasado, contra un promedio global del 4,3%.

Aún fuerte, ese no es el dato que cuenta sino otro definitivamente significativo: según el rótulo del INDEC, la importación de “alimentos y bebidas que se consumen en el hogar” aumentó un 33,6%.

Puesto como debe ser puesto, eso significa que el Gobierno está autorizando el ingreso de un volumen cada vez mayor de productos que compiten con otros de origen nacional o sustituyen a otros de origen nacional. Obvio: el objetivo detrás de la movida es tirar para abajo los precios internos.

Si lo consigue o no es un cantar diferente.

Pero queda claro que cierta apertura importadora existe y también que continuará firme.

Hoy el siempre sensible rubro “alimentos y bebidas” representa un tercio largo del costo de vida y, aunque implique un porcentaje bastante menor, el de “atención médica y gastos para la salud” se anota con una suba anual del 32,4%, gran parte derivada del alza de los medicamentos.

Según los primeros y todavía preliminares datos de una consultora que hace años elabora un índice muy amplio, no sería junio el mes del número mágico: proyectan del 1,1% al 1,3%. Y eso, gracias a la notoria baja en precios de productos estacionales, como frutas y sobre todo verduras, y a que las tarifas estuvieron clavadas.

Luego, como habría unos cuantos precios que siguen resistiendo cualquier medicina, la llamada inflación núcleo se mantendría en torno del incómodo 1,6%.

Demasiado incómodo, tratándose del punto que ocupa el centro en la política monetaria del BCRA y suficiente, quizás, para insistir con las importaciones de alimentos y bebidas.

Está a la vista el apuro del Gobierno por conseguir en estos meses las mejoras notas del INDEC que sean posibles.

Y claramente antes de octubre, pues para el después de las elecciones su hoja de ruta canta incrementos en electricidad, gas y transporte.

Será un golpe a los subsidios, el eje por donde pasará el achique del gasto público.

 

Clarín - 20 de junio de 2017

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