Procesos de transformación en las áreas de borde agropecuario: ¿Una agricultura sostenible? / Ing. Agr. Walter A. Pengue* - Jorge H. Morello**

Ing. Agr. Walter A. Pengue* - Jorge H. Morello**
La intensificación de la agricultura argentina, al igual que otras como la brasileña, demuestran que no se detendrán. En el caso de la Argentina, la expansión de la frontera agropecuaria y el proceso de pampeanización son modelos de crecimiento desigual con fuertes impactos no solo ecológicos, sino sociales y hasta económicos, en tanto se consideren todos los costos involucrados. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] . La agroecología como alternativa sostenible frente al modelo de agricultura industrial / Miguel Altieri* [/size]

[i]¿Una agricultura sostenible?[/i]

Una coyuntura internacional favorable, sumada a un importante proceso de cambios tecnológicos que arranca desde hace mas de cuatro décadas (tractorización en los 1940-50, agriculturización en los sesenta, primera sojización en los setenta y ochentas junto a la llegada de nuevas prácticas agrícolas que dieron paso al cambio desde la agricultura tradicional a la “conservacionista” y desde ella, el paso definitivo hacia la agricultura industrial), crearon las condiciones de base favorables para que la agricultura argentina diera un salto en la década de los noventa, en una magnitud sin precedentes, produciendo significativos cambios de actores sociales y productivos vinculados al sector rural.

Ese crecimiento puede ejemplificarse tomando sólo el cultivo más importante: la soja. Según datos del USDA (2006) la Argentina producía en 1995, 12,5 millones de toneladas/año, que en esa fecha representaba el 9,5 % de la producción mundial de ese grano y diez años más tarde, en el 2005 había pasado a valores de 39 millones de toneladas y 18,1% respectivamente.
Incrementos parecidos se dieron también para los principales granos “históricos” que exportaba la Argentina en otras décadas: el maíz y el trigo entre 1972 y 1997 tenían porcentajes de aumento de 106 y 90 respectivamente (Reca y Parellada, 2001).

La tasa de crecimiento anual de la producción granaria en estos últimos años se acerca al 15 %, con 91,2 millones de toneladas en el período 2005-2006 y 92 millones en el 2006-1007. En ese lapso, la superficie implantada con grano aumentó un 3% (Bertello, 2007), lo que significa que nuestro país tiene bajo estos cultivos, una superficie igual a tres provincias del Chaco o a cuatro “Formosas” y media.

[i]La ecoregión Pampa: el centro agro-portuario-industrial[/i]

El económicamente exitoso modelo de agricultura industrial que hoy se expande en la Argentina, está marcando profundos cambios sociales, económicos, ambientales y de logística, con serias restricciones a la sostenibilidad de todo el sistema, rural y ambiental.

Estos cambios ocurren en todas las regiones productoras, particularmente para la producción de carne y granos, pero están mejor monitoreadas en la ecoregión de la Pampa que a los fines administrativos comprende gran parte de cinco provincias: Entre Ríos, Buenos Aires, La Pampa. Córdoba y Santa Fe.
La Pampa es el escenario más importante de la producción rural nacional y sus indicadores esenciales (INTA, 2005) son: una superficie de 70 millones de hectáreas, 29 millones de habitantes con densidad de 26 personas/km2, es decir el doble de la del país y de 7 personas/km2 en el campo. El rasgo socioambiental mas significativo es el de concentración de la tierra con una disminución del 29 % del número de las explotaciones entre 1998 y 2002 en la región pampeana, frente a un 21% de disminución como promedio de todo el ámbito rural argentino. El aumento de la superficie media de los predios en idéntico período fue de 35% en La pampa y 25% en todo el país. Hoy en día, la unidad económica esta por encima de las 538 hectáreas. Las cinco provincias pampeanas tienen un producto bruto geográfico de más del 60% del PBI nacional. El sector agrícola es más del 70% del equivalente nacional. Del producto bruto agropecuario el 65% corresponde a productos primarios sin ninguna elaboración (INTA, 2005).

Un indicador sensible de la condición “central” de la ecoregión de la Pampa en cuanto a agroproducción es que en cuatro de las cinco provincias (en la de Buenos Aires los porcentajes son menores) que la componen, mas del 85 % de sus exportaciones corresponden a manufacturas de origen agropecuario.
Desde el punto de vista agroindustrial el polo de molienda de granos mas importante del mundo está ubicado en el Gran Rosario, con una capacidad de molienda de mas de 100 000 ton/día, las que en el 2009 podrán haberse incrementado en casi un 40% (INTA, 2005).

Es también en la ecoregión Pampa donde se sienten más algunas consecuencias de un descomunal crecimiento no planificado y sin participación activa del Estado. Por ejemplo, las huelgas y amagos de huelga del verano–otoño del 2007 del transporte camionero, pone en evidencia lo obvio: que si se mantiene por mucho tiempo la situación de que el 85% de los granos viajan a molienda y a puerto por tierra en camión y solo un 15% por el sistema ferroviario, la eficiencia del sistema de transporte de granos muestra su fragilidad y casi inmediato puede entrar en colapso. Es por otro lado, además de ser costoso en términos económicos, lo es aun más en términos energéticos y en el aumento de las emisiones de CO2.

Esta síntesis de la Pampa como territorio agroproductor y agroexportador “central” explica, entre otras cosas, porqué fue inevitable que desde los años ochenta se intensificara lo que hemos llamado el proceso de pampeanización de las ecoregiones del Chaco, las Yungas y la Selva Paranaense (Pengue, 2005, Morello, Pengue y Rodríguez, 2006) y sobre todo el significado que se da a un área “marginal” en la cultura rural argentina.

Comentarios finales

Es una certeza que la agricultura argentina ha tenido cambios trascendentes que involucraron transformaciones tecnológicas, incrementos tanto de la producción y la productividad de ciertos cultivos de exportación y apuntalaron una coyuntura económica que dio gobernabilidad a un determinado esquema de crecimiento.

No es menos cierto, que este proceso no genero transformaciones y mejoras en un amplio sector de nuestra ruralidad, especialmente de los pequeños y medianos agricultores y de las economías locales y regionales que apuntaban a los mercados más directos y de consumo de los propios argentinos. Las inequidades y el acceso a los alimentos lo demuestran.

Sin embargo, en lugar de reordenarse el proceso de expansión de la agricultura industrial argentina, lejos de detenerse se incrementara aun mas, detrás de una política agroexportadora ya no solo de commodities agropecuarios sino agroenergéticos, impulsando a la construcción de un nuevo mercado, controlado por los actores industrias aun mas poderosas que las de los alimentos: la industria petrolera y energética.

En este sentido, la intensificación de la agricultura argentina, al igual que otras como la brasileña, demuestran que no se detendrán. En el caso de la Argentina, la expansión de la frontera agropecuaria y el proceso de pampeanización son modelos de crecimiento desigual con fuertes impactos no solo ecológicos, sino sociales y hasta económicos, en tanto se consideren todos los costos involucrados.
Pero más aun. Si a los costes de esta expansión, se suma la competencia por la limitada tierra agrícola, para alimentos o energía, es posible contemplar que en países tan desiguales como la Argentina, se producirá un incremento en los costos de los alimentos, una concentración en aun menos actores de la cadena agroindustrial que conducirán a un proceso aun mayor de perdida de la soberanía alimentaria. Sumemos a ello, el consiguiente aumento en los costos de los alimentos tanto de las poblaciones urbanas como rurales y el acceso a una cada día menor canasta y oferta de los mismos.

Si a nivel global, consideramos la fuerte expansión del negocio de los bioenergéticos no es posible no considerar los serios efectos sobre la biodiversidad al direccionarse cada vez más recursos naturales hacia la especie humana, en detrimento de las otras especies. El HANPP de hecho, tendrá un incremento sustancial.

Desde el punto de vista territorial, la huella energética de las economías consumidoras de los países del Norte y de los “propios Norte” dentro de los países del Sur, es creciente también y producirá nuevos impactos y competencias entre tierra para alimentos o energía.

A todo ello debemos incorporar los efectos propios del cambio climático a nivel regional y los efectos que sobre los espacios naturales y antropizados de la Cuenca del Plata puedan tenerse. Deforestación, incremento en las precipitaciones, concentración de cultivos, nuevas enfermedades y plagas se integran a un conjunto de análisis que no se esta revisando integralmente y que debería encontrarlas considerando las nuevas demandas por tierra y los efectos sobre estas, al cambiarse radicalmente el uso del suelo o las necesarias diversidades de la misma. Mas aun considerando que el cambio climático en la planicie chacopampeana, centro productivo, económico y urbano mas importante de la Argentina, y donde las transformaciones del clima no estarán encontrando sin preparación y menos aun preparación.
La disyuntiva entre biocombustibles o alimentos es un hecho en la Argentina. La tierra es limitada y los incrementos en la productividad de los cultivos, aun no absorben ni hacen neutro este proceso. Existe una seria incompatibilidad entre uno y otro destino y esto debe revisarse bajo un esquema integral y no solo parcialmente. Analizados sin integración algunos productos derivados de la biomasa, pueden ser utilizados en un establecimiento y a una determinada escala y esto funcionar en un planteo agroproductivo diverso. Pero en una escala mayor la cuestión es insostenible.
Durante mucho tiempo los hombres han dependido de los sistemas de agricultura sostenible para su supervivencia. La llegada de la agricultura industrial cambio este proceso y concentro la “eficiencia” del sistema en la aplicación recurrente de insumos externos. En la actualidad, se presentan grandes problemas debidos al rápido ritmo de crecimiento de la población humana y a la disminución de las tierras fértiles y de los recursos de energía fósil junto con el agotamiento de otros insumos del propio modelo, como la sobreexplotación del agua y el creciente consumo global de fertilizantes.

Las ecuaciones energéticas de la agricultura industrial muestran su creciente demanda energética. Producir energía para consumir mas energía, no parece ser un camino ni lógico ni sostenible. Los coeficientes insumo producto de la agricultura industrial son siempre mas bajos que aquellos de la agricultura sostenible, por cada unidad de energía producida se necesitan 2,8 unidades de energía (Pimentel y Pimentel, 2005). No obstante estos guarismos no consideran los nuevos destinos como biocombustibles, que podrían evaluarse considerando los ciclos de vida completos del producto ni por supuesto las externalidades negativas generadas medidas en tierra agrícola degradada, deforestación y costo social. La energía es escasa siempre en el mundo. Ya lo alertaba el padre de la economía ecológica Nicholas Georgescu Roegen: “No hay nada como eso de una comida gratis”. Mientras en la economía los números siempre “cuadran”, en la ecología el gasto energético hace que siempre exista un déficit analizando los sistemas bajo estas variables.

H.T. Odum lo manifestaba claramente. El mundo no puede seguir creciendo consumiendo energía y dependiendo de este modelo. A lo que deberíamos tender es a una desaceleración de la economía y no a su expansión en estos términos.

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GEPAMA, Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente es una unidad de investigación académica interdisciplinaria integrada por ecólogos, ingenieros agrónomos, biólogos, geógrafos, arquitectos, sociólogos, antropólogos, con sede en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. Su foco de atención se centra en estudios de diagnostico y prospectivos apoyados en disciplinas como la ecología de paisajes y la economía ecológica haciendo hincapié en las transformaciones territoriales, naturales, urbanas y rurales especialmente en la planicie chacopampeana y en otras ecoregiones argentinas y de América Latina.

*Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Buenos Aires. Master en Políticas Ambientales y Territoriales de la misma. Doctor en Agroecología, Sociología y Desarrollo Rural Sostenible por la Universidad de Córdoba. Director del Programa de Actualización en Economía Ecológica, FADU, UBA. Coordinador del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente, GEPAMA. Miembro fundador de ASAUEE y de SOCLA. Experto en economía ecológica, agricultura urbana, agricultura sostenible e impactos de las nuevas tecnologías en el medio rural. Miembro del Consejo Directivo del IADE.

**GEEPAMA, FADU, UBA. Investigador del CONICET.

Fuente: [color=336600]Revista Encrucijadas / UBA - N° 41 [/color]

Herramientas para la Investigación[/b
. Materiales del seminario y taller: avances y retrocesos en la sostenibilidad de la agricultura latinoamericana en el campo y la ciudad. Perspectivas desde la agroecología y la economía ecológica.

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