El legado, la herencia

El kirchnerismo culminó su gestión con una contundente suba del empleo y de los ingresos, junto a una fuerte baja del endeudamiento externo. Paralelamente, deja una coyuntura de restricción externa y déficit fiscal.

Esta economía está dirigida por una política que tiene objetivos, y que está dispuesta a hacer lo que hay que hacer para que esos objetivos se cumplan”, señaló Axel Kicillof poco antes de asumir como ministro de Economía, para luego detallar que estos objetivos serían “defender el trabajo y la mesa de los argentinos”. Fue, en rigor, una síntesis sobre los doce años de gestión económica kirchnerista, donde todas las variables de la economía debieron subordinarse a estos dos grandes objetivos, el empleo y los ingresos (salarios, jubilaciones, planes sociales).

Una mirada crítica al paradigma teórico del MULC

 

Tras un período relativamente prolongado de continuidad en las regulaciones y mecanismos del mercado cambiario argentino (pensando como extremos temporales la estabilización de la crisis del 2001-2002 y la profundización de las restricciones a la compra de divisas en 2011), nuestro país se encuentra nuevamente con enormes desafíos en materia de gestión del mismo. De cara a futuras medidas, resulta imprescindible profundizar en las características propias del mercado citado, intentando descifrar las variables determinantes y precisando la capacidad de acción del Estado sobre las mismas.

De la “restricción externa” de Prebisch a la “trampa de liquidez” keynesiana

Heterodoxia y Keynesianismo, son dos conceptos frecuentemente citados para explicar el manejo de la economía de los últimos años. Conceptos que, mientras la restricción externa no operó, en gran medida gracias al bajo nivel del cual partía primero y a las condiciones extraordinariamente favorables que deparó el mundo para las economías emergentes más tarde.

Documento de Trabajo Nº 32

 

Uno de los principales condicionantes del crecimiento en los países en desarrollo es la restricción de balance de pagos. Dada una necesidad de divisas que no puede ser satisfecha en la cuantía necesaria por los medios del comercio internacional, ni por el mercado internacional de capitales -que no siempre provee liquidez-, estas economías deben ajustar su cuenta corriente de manera más o menos súbita. El proceso se da a través de una reducción del gasto y el nivel de actividad internos, en función de la restricción externa.

El dilema de la restricción externa

Los problemas en el sector externo han condicionado el desarrollo de la economía argentina desde el comienzo del modelo de sustitución de importaciones. Si bien en la última dictadura militar y la década del ’90 el endeudamiento externo permitió postergar el estrangulamiento en el balance de pagos, la amortización de la deuda, los intereses pagados y la fuga de divisas terminaron agravando el problema.

Diez años después

“Tanto los beneficios de la economía capitalista como los de la economía colectivista pueden ser cosechados en la economía controlada. Los tres problemas principales con que hay que enfrentarse en una economía controlada son la ocupación, el monopolio y la distribución del ingreso” (Abba P. Lerner, “Teoría Económica del Control, Principios de Economía del Bienestar”; ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1951)

El mito de la restricción externa

La actual situación de la balanza de pagos ha vuelto a poner en el tapete la cuestión de la “restricción externa” (RE). Esto es, la idea de que las crisis e interrupciones del proceso de acumulación de capital en la Argentina son provocadas por la escasez de divisas. Se suele atribuir esta restricción a la debilidad de las exportaciones industriales y a la falta de integración nacional de su producción.

Este planteo se apoya en hechos incontrovertibles y, sin embargo, ofrece una explicación inadecuada de las crisis argentinas y sus causas. Las razones son las siguientes.

La EPD

Las tensiones en el frente cambiario y financiero son expresiones de un debate medular que recorre la historia económica local referido a las características del desarrollo. Es una cuestión ocultada por análisis de coyuntura confundidos entre deseos de fracaso político, ideología conservadora y realidad económica. El Gobierno ha tenido un mensaje elocuente sobre el objetivo de industrialización con más empleo e inclusión social, que puede exhibir en robustas variaciones positivas a lo largo de su ciclo político. Pero no ha tenido una estrategia articulada para enfrentar las consecuencias de ese crecimiento, teniendo en cuenta la existencia de una Estructura Productiva Desequilibrada (EPD). Esta se encuentra en la base del desarrollo nacional y se hace visible cuando irrumpe lo que se conoce como restricción externa. Esto es, la escasez de divisas para abastecer a esa industria demandante de crecientes insumos importados y el aumento del consumo doméstico por el alza de ingresos, que incrementa la compra de bienes suntuarios (autos de mediana y alta gama, electrónica de última generación y turismo al exterior).

Los cambios en las reservas internacionales

Como comenté en otras oportunidades, la restricción externa es un problema estructural que debe tenerse en cuenta, dado el impacto negativo que posee sobre las reservas internacionales, entre otras cuestiones financieras, como lo ponen en evidencia los datos del Balance Cambiario del Banco Central (BCRA), que registra las operaciones con el sector externo que efectivamente se pagaron y cobraron en un período.