Banco Central y modelo productivo

La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central propuesta por el Gobierno no sólo responde a una necesidad coyuntural, cuyo objetivo es el de darle una mayor flexibilidad a la política del Banco, como ocurre en otros lados, incluso en los Estados Unidos, de modo que intervenga en la política económica del Gobierno y abandone su rol pasivo de limitarse a servir de respaldo a las variaciones del dólar. En realidad, forma parte de un proceso histórico en el que deberíamos detenernos para entender mejor qué significa la supresión de su grado de autonomía frente al gobierno nacional. Para ello es necesario señalar la vinculación entre el sistema monetario y financiero, antes todavía de la creación de BCRA y después, y las políticas económicas vigentes en cada período histórico.

En primer lugar, debemos remarcar que existe una notoria similitud entre las políticas económicas del período agroexportador, sobre todo entre 1880 y 1914, y las de la década de 1990, cuando se implementan las reformas en el BCRA. Durante la etapa en la que predomina el esquema agroexportador, la política monetaria era pasiva y se caracterizaba por el fuerte ingreso de capitales (sobre todo por medio de un endeudamiento creciente) y por el montaje y desarrollo de una estructura agropecuaria sustentada en las exportaciones, con un mercado mundial que necesitaba los productos argentinos. El país, a su vez, debía proveerse de bienes industriales pero también contar con un superávit comercial suficiente para cancelar el servicio de su deuda, lo cual no siempre resultaba posible.