Un capitán de fragata bajo sospecha

Las amenazas contra el juez Gustavo Mirabal. Los interrogatorios en la sede penal confirman la veracidad de las declaraciones del magistrado amenazado y objeto de un atentado; y dejan al abogado Guillot Eula en la cuerda floja. Uno de los militares que firmó el recurso de hábeas corpus a favor de los extraditados por el caso Berríos es el presunto autor del mensaje intimidatorio. Walter Pernas Fuente: La Brecha

La investigación a cargo de la sede penal de décimo turno confirmó que el abogado Gervasio Guillot Eula mintió al declarar que no existía el marino apodado el "Caca", quien presuntamente trasmitió que el juez Gustavo Mirabal era un "objetivo militar" inminente.

A partir de una orden del magistrado encargado de la indagatoria, Rolando Vomero, la Dirección Nacional de Información e Inteligencia ubicó al capitán de fragata Gonzalo Leoni y lo condujo al juzgado de la calle Misiones, donde fue interrogado ayer, jueves, durante más de una hora.

Leoni, alias el Caca, es uno de los militares que el lunes 17 firmó el recurso de hábeas corpus presentado ante la justicia contra la decisión del Poder Ejecutivo de adelantar la fecha de extradición a Chile de Tomás Casella, Eduardo Radaelli y Wellington Sarli, acusados de secuestro y asociación para delinquir en el caso del asesinato del ex agente de la dictadura chilena Eugenio Berríos.

En el juzgado, Leoni admitió conocer a Guillot Eula de reuniones sociales donde colegas y amigos se juntan a charlar y a tomar unas copas. No obstante, negó haber dicho que el juez Mirabal -quien concedió en primera instancia la extradición de los militares a Chile- era un "objetivo militar" inminente.

Guillot Eula negó el miércoles en la sede penal que conocía al Caca. Pero la justicia comprobó que el abogado mintió.

Cuando Leoni fue ubicado por Inteligencia policial, se presentó ante el comandante en jefe de la Armada, Juan Fernández, para informarlo de la situación. El jerarca le indicó que cumpliera con la citación. En principio -según fuentes de la Armada consultadas por BRECHA- el jerarca no piensa iniciar una investigación interna hasta que la justicia se expida. No obstante, esto puede variar si el Poder Ejecutivo entiende que es pertinente la indagatoria administrativa.

Leoni pertenece al Cuerpo de Ingenieros de Máquinas y Electricidad y se encuentra en comisión en la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA). Este marino, además, fue uno de los indagados a fines de los años noventa por la denuncia de coima que involucró al ex diputado colorado Julio Luis Sanguinetti en la investigación penal del llamado caso Cangrejo Rojo. En el expediente principal fueron procesados Eladio Moll y Ricardo Moll Grolero por estafa, pero a pesar de los fuertes indicios el delito de coima de parte de Sanguinetti (hijo) no se llegó a comprobar. El Caca participaba del esquema político, empresarial y naviero que en aquellos años estuvo en la palestra por presuntos delitos económicos.

Las declaraciones contradictorias entre Guillot Eula y Leoni habilitaron, en principio, la realización de un careo entre ambos. La justicia decidirá sobre ese punto la semana próxima, según supo BRECHA. Hoy, viernes, declarará en el juzgado un testigo allegado al caso, a fin de esclarecer algunos de los varios puntos oscuros que tiene la investigación.

EL CACA. El martes 11 -en plena Semana de Turismo- el juez Mirabal recibió una llamada en su celular. Provenía de un número sin identificar. El magistrado atendió. Era Guillot Eula. Estaba nervioso, y le dijo a Mirabal que lo tenía que ver de manera urgente para proporcionarle información extremadamente importante. El juez aceptó, y le pidió que fuera hasta su casa.

Cuando Mirabal abrió la puerta, Guillot Eula entró, se sentó en frente al juez y descargó los libros sobre el escritorio. Luego le contó que lo había llamado desde un teléfono público para evitar "escuchas" y le mostró la tarjeta de Antel que guardaba en el bolsillo de la camisa. Entonces, Guillot Eula le dijo a Mirabal que era un "objetivo militar" y que la información se le había trasmitido "un amigo" de la marina, el Caca, que nada tenía que ver con los militares extraditados.

La vehemencia de la conversación, el apuro y el nerviosismo que presentaba Guillot Eula, le indicaron al juez que la advertencia era por un peligro "inminente".

En la sede penal el abogado negó que le hubiera dicho al juez las palabras "objetivo militar". Admitió la reunión pero relativizó la importancia de la información que le habían trasmitido. No pudo explicar entonces por qué le pidió al juez una reunión urgente el martes de la Semana de Turismo.

Cuando el juez Vomero le preguntó quién era el Caca, el abogado señaló que esa es una expresión que él utiliza normalmente: "Yo le digo 'caca' a cualquiera, es como decir 'muñeco'". Pero cuando el juez le insistió para que identificara a la persona, Guillot Eula dijo que no iba a responder a esa pregunta. Así quedó asentado en el expediente.

El juez Vomero solicitó a Inteligencia si podía identificar a un marino apodado el Caca, y las diligencias dieron resultado.

Poco a poco las declaraciones del juez Mirabal se van confirmando y la consistencia de las afirmaciones del abogado Guillot Eula desvaneciendo.

Ambos estuvieron frente a frente en un careo realizado el martes 25, en presencia del juez Vomero y la fiscal Olga Carballo. Allí, Mirabal y Guillot Eula reconstruyeron -cada cual desde su perspectiva y conciencia- el diálogo que mantuvieron en Semana de Turismo, cuando el abogado fue a la casa del juez a advertirle que se cuidara porque era un "objetivo militar".

En el juzgado hubo, por momentos, expresiones altisonantes.

Uno de los puntos más ríspidos del careo fue cuando los magistrados a cargo de la investigación preguntaron acerca de las curiosas sugerencias que -según Mirabal- le trasmitió Guillot Eula.

ATENTADO. El abogado -según la declaración de Mirabal en la sede penal- le sugirió que la mejor forma de escapar al ojo de la tormenta sería elevar un escrito al Poder Ejecutivo en el que precisara que el gobierno tenía la potestad de aplicar el artículo 7 del tratado de extradición con Chile, a fin de impedir el envío de los militares a los tribunales trasandinos.

El contenido del escrito -por más inocuo que fuese desde el punto de vista jurídico- sería interpretado como una forma de apoyo tácito a la medida gubernamental pretendida por los integrantes de las Fuerzas Armadas. Pero el juez Mirabal se negó: "Eso jamás lo voy a hacer. Puede estar Sarli o quien sea esperándome abajo con una metralleta...", respondió.

En el careo, Guillot Eula negó esta situación. Dijo que nunca sugirió "nada". "Está mintiendo", aseveró Mirabal levantando la voz. Y acotó que Guillot Eula llegó a su casa con varios libros jurídicos y una copia del tratado de extradición entre Chile y Uruguay, como si fuesen a redactar un escrito en conjunto.

En ese momento -martes de la Semana de Turismo- Mirabal desconocía que Guillot Eula era un abogado vinculado de alguna manera al entorno de Casella, Radaelli y Sarli. Por ello no sospechó de la actitud del abogado como parte interesada.

Pero el lunes 17, un día después de percibir el zumbido de una bala muy cerca de su cabeza, en la rambla del Buceo, al juez le cerraron las cuentas cuando Guillot Eula -según declaró Mirabal- le telefoneó para indicarle que acababa de hablar con Casella, Radaelli y Sarli y que ellos "juran y perjuran" no haber tenido que ver con el atentado.

El magistrado -que se sorprendió porque la información sobre el balazo no había trascendido públicamente- no le preguntó cómo se había enterado del hecho, pero le respondió que nadie había hablado de atentado sino de un zumbido de bala, y que él no tenía por qué sospechar de los militares que serían extraditados.

La pregunta natural para Guillot Eula se la hizo el juez Vomero en la sede penal: ¿Cómo se enteró del hecho? El abogado respondió que se había enterado en la reunión donde decenas de personas se congregaron para firmar el recurso de hábeas corpus que se presentaría contra el adelantamiento del día de extradición.

Se reprochaba que el Poder Ejecutivo hubiese dispuesto para el martes 18 el envío a Chile de Casella, Radaelli y Sarli, cuando en principio estaba previsto para el viernes 21. Guillot Eula sostuvo que no recordaba quién específicamente le había contado lo del atentado; alegó que fue un "comentario general" que se dio en la reunión. Pero además dijo que en el momento de telefonear al juez ese lunes 17 no estaba, ni había estado con Casella, Radaelli y Sarli: "no los conozco", subrayó.

El escrito de hábeas corpus fue firmado el mismo lunes 17 por más de 80 personas, entre particulares, políticos -como el colorado Daniel García Pintos- y militares, como José Nino Gavazzo, Raúl Mermot, Jorge Silveira. Y entre ellos, el capitán de fragata Gonzalo Leoni, el Caca.

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