Entre el miedo y la inseguridad ciudadana: ¿hay lugar para los derechos humanos?
Se encuentra muy difundida en nuestro entorno la tendencia a asimilar, sin más, la inseguridad con el crimen. Es decir, con hechos violentos que afectan la vida o la integridad física o sexual de las personas, así como sus bienes, todos ellos de naturaleza estrictamente policial y mediáticamente convocantes. La ausencia de seguridad puede ser enfocada, no obstante, de modo más amplio, como comprensiva de necesidades y aspiraciones que encuentran numerosos obstáculos en la vida cotidiana, tales como el desempleo, las enfermedades, la falta de previsión, y también, por supuesto, el delito. Este último constituye una de las manifestaciones que adopta la inseguridad en nuestros días y no, en cambio, su exclusiva causa generadora. Verlo de otro modo, amén de un error epistemológico, ha contribuido a generar una inflación punitiva que poco favor le ha hecho a la prevención efectiva del delito. La solución a los problemas de la seguridad está muy lejos de ser alcanzada mediante la sola intervención del aparato policial y la manipulación arbitraria de las figuras penales y sus montos punitivos.