Entrevista a Fernando Calderon*: "Hay un retorno del Estado como actor del desarrollo"

Fabián Bosoer

América latina atraviesa un momento de inflexión histórica caracterizado por los modos de responder a un mismo interrogante: ¿qué es lo que reemplazará al modelo neoliberal que dominó en la década pasada?

Las democracias latinoamericanas cuentan ya con casi una generación de vida ininterrumpida. ¿cuál es el balance que puede hacerse sobre esta evolución regional?

-En primer lugar, cabe decir que América latina ha avanzado en el plano de la democracia como procedimiento institucional, como régimen político y proceso electoral. Es un dato que se reafirma este año con gran parte de los países de la región celebrando elecciones de renovación de gobierno que tienen una considerable participación social. Sin embargo, el balance, tanto en el plano de los resultados del desarrollo como de la equidad y las políticas sociales, es muy negativo. La región ha perdido peso en la economía mundial, y además, ha perdido peso porque ha aumentado la desigualdad y la pobreza se ha mantenido en niveles muy altos.
? ¿De qué manera repercuten estos déficit sociales y económicos sobre las conquistas políticas?

-Se ha aprendido que la democracia es algo más amplio que obtener un régimen democrático. Se reconocen los avances en la democracia política, pero sin embargo, en términos de ciudadanía y participación política éstos son limitados e incluso pueden haber retrocedido. Esta contradicción entre alta inclusividad política y baja integración económica y social es la que ha llevado a los agudos contrastes y conflictos que vivimos en los últimos años, pero también al punto de inflexión que ahora estamos viviendo en toda la región.
? ¿En qué consiste este cambio?

-El cambio radica en la pregunta fundamental que hoy recorre esta parte del continente, que es cuál es el orden estatal de nuevo tipo que emerge en América latina. ¿Qué es lo que va a reemplazar al llamado "orden neoliberal"? Nadie plantea ya hacer más de lo mismo.
? ¿Cómo responde cada país a este interrogante?

-En algunos casos -como Bolivia, Ecuador, la misma Argentina-, con características de crisis, ya que llegaron a este punto luego de una polarización muy fuerte entre las dimensiones política, económica y social. Lo mismo en Venezuela; no hay que olvidarse del momento de ruptura y decadencia del sistema de partidos del que surgió Chávez. En otros casos, como Chile y Brasil, de manera más evolutiva y satisfactoria, viendo de qué manera encarar un proceso de innovación en muchos planos: del desarrollo económico, de la igualdad social y de la modernización cultural. Ni en el plano político, ni en el plano intelectual uno puede encontrar respuestas absolutas o modelos acabados. Hay, sí, algunas tentativas interesantes.
? ¿Por ejemplo?

-En cada país encontramos una convivencia, a grandes rasgos, de cuatro grandes grupos de ofertas políticas. Hay ofertas netamente distribucionistas y de manipulación mediática y política; otras que piensan que sólo hay que aggiornar o modificar el modelo neoliberal; y en medio de ellas, hay propuestas que tratan de combinar crecimiento económico con justicia social y profundización de la democracia ciudadana con construcción institucional. En todos los países conviven estas propuestas, hay intereses nacional-populares fuertes, pero también hay una racionalidad ultratecnocrática y de mercado; hay fuerzas sociales, actores, intelectuales, que están más cerca de una u otra variante.
? ¿La Bolivia de Evo Morales ofrece un modelo diferente?

-Bolivia está viviendo un momento histórico e inédito, con un gobierno que por primera vez representa a la mayoría de la población indígena y campesina y está integrado por personas que provienen de ese origen y esas luchas. Pero también cabe decir que se está avanzando con un realismo prudente; son conscientes de las condiciones que impone la globalización. Esto le da vigencia a una suerte de socialdemocracia renovada y genuina.
? Hay doce elecciones de gobierno este año en la región. ¿Surgirá de ellas una tendencia más o menos homogénea?

-En todos los procesos electorales se aprecia cierta tendencia hacia la dualización, el empate político o a cambios institucionales. La baja credibilidad de los partidos políticos y los crónicos problemas sociales contribuyen a la polarización. Pero lo que estamos viendo, y seguramente se mantenga, es una primera caracterización del mapa que muestra un giro a la izquierda y al centroizquierda.
? ¿Y el mentado resurgimiento del populismo?

-Me niego a poner atributos puramente negativos al populismo. Si lo entendemos solamente como una manipulación política del control de un líder personalista, puede ser por cierto una tendencia preocupante para las democracias. Pero si lo entendemos como una forma de responder a la multiplicación de expectativas insatisfechas, fruto de los resultados del proceso histórico anterior, significa algo distinto.
? ¿No están ocurriendo ambas cosas a la vez?

-Es cierto, ocurren ambas cosas. Pero lo novedoso, independientemente de la orientación política más populista o más socialdemócrata -socialdemócrata renovada, populista de nuevo tipo-, lo que es central y no debemos perder de vista, es el retorno del Estado como actor del desarrollo y como herramienta central de la democracia y la ciudadanía.
? ¿Implica esto retomar las ideas que alentaron el proceso de industrialización y modernización asistida en los años 50 y 60?

-No lo creo, y en tal caso, si volvemos a las tesis del desarrollismo de los 60 y los 70, esto no va a funcionar. Lo que debe entenderse es la necesidad de que el Estado sea un promotor del desarrollo. No puede ser el viejo Estado, ese "proto-Estado de bienestar periférico" que teníamos en los 50, 60, 70. Debe ser un Estado en la globalización, un "Estado bisagra", que pueda trabajar hacia adentro, o desde adentro de nuestras sociedades, para producir procesos de integración social. No es posible lograr una democracia sostenible si no hay procesos de inclusión y de integración social genuinos. Y por el otro lado, no se puede abrigar la la expectativa de que un país se desarrolle si no tiene una estrategia de posicionamiento activo en la globalización. El único actor que da garantías e instrumentos para hacerlo es el Estado.
? ¿Cómo se resuelven desde el Estado los problemas de clientelismo, las estructuras corporativas tan arraigadas en sus elites dirigentes y en las estructuras sociales mismas?

-Es un problema central. Las reformas estructurales, el neoliberalismo y la globalización produjeron una nueva estructura social o económica. No somos las mismas sociedades que hace veinte años. Por lo tanto, el Estado, los partidos, los liderazgos, no pueden ser iguales, tienen que reflejar este nuevo mapa socioeconómico y cultural, y sobre ese mapa, hacer cartas de navegación. Ese es el principal desafío de América latina. Y todavía no hemos resuelto ese problema.
? ¿Hay un regreso del nacionalismo que puede afectar los procesos de integración?

-Ciertamente, hay temas geopolíticos y geoeconómicos que favorecen ese nacionalismo. Algunos son de mayor densidad y complejidad, como los problemas entre Bolivia y Chile y Perú. También hay una inercia nacionalista de siglos; de un nacionalismo mal entendido, propio del siglo XIX, que todavía se expresa en el siglo XXI, y que tiene fuerza. No es sencillo hacer entender a mucha gente, dirigentes e instituciones que los abordajes a los problemas más importantes que tienen los países de la región son resoluciones compartidas para el éxito de sus propios países. Cada vez más, en el mundo moderno se están imponiendo sistemas de alianzas dentro de un multilateralismo abierto, que van a permitir opciones de desarrollo a más amplia escala entre los países.
? ¿Vale lo mismo para Argentina y Uruguay, por el tema de las papeleras?

-Creo que sí. Se llegó a esa incomunicación de una manera inconcebible e insostenible tratándose de países y sociedades tan cercanos. Se tienen que sentar a hablar y van a sacar una buena decisión que va a fortalecer a todos los actores, donde cada uno tiene que perder un poquito y entre todos van a ganar más. Así se hace. Hasta los bolivianos, donde hay tantas diferencias entre orientales y occidentales, se pusieron de acuerdo con la Constituyente. ¿Cómo no lo van a poder hacer uruguayos y argentinos?

*Sociólogo

Fuente: Clarin

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