Humanismo o barbarie

Con duras críticas al “capitalismo de la financiarización” que sólo es eficiente para producir “miseria social”  intelectuales, artistas y dirigentes sociales difundieron un documento para respaldar al “gobierno democrático y popular”

Los 80 Puntos del Movimiento Solidaridad

Por seguir los dictados del neoliberalismo, el mundo capitalista se ha metido en un callejón sin salida. Se acumularon montañas gigantescas de deuda. Títulos y acciones de todo tipo conforman Inescrutables castillos de naipes que amenazan derrumbarse al menor golpe de brisa. En medio de la crisis de la que supuestamente estamos saliendo, bancos y políticos de derecha vuelven a clamar por acciones de rescate siempre onerosas que, a fin de cuentas, inevitablemente deben ser solventadas por los contribuyentes.

Cuatro años más de ajuste

A Angela Merkel le disgusta que la comparen con Margaret Thatcher, pero ella suscribe su famosa máxima “la dama no da marcha atrás” (“The lady’s not for turning”). La canciller alemana no ha retrocedido un ápice en su exigencia a los países en crisis del sur europeo para que ajusten. Esa es su forma de manejar la crisis del euro, no importa si el costo resultante es más desocupación, pobreza y miseria para Portugal, Italia, Grecia y España, los llamados PIGS –acrónimo que significa “cerdos” usado peyorativamente por medios económicos anglosajones– víctimas de la desindustrialización, la burbuja inmobiliaria y la especulación financiera.

La economía de Henry George

Los últimos años han sido propicios para discutir la polémica sobre la “cuestión de la tierra”, en Argentina y en el mundo, por los precios de los productos agrícolas, las burbujas inmobiliarias y el valor de los campos. En esta temática, un nombre obligado en el pensamiento es Henry George.

Crecidas: miseria y opulencia - (Primera Parte)

El argentino común —no inundado—, ante las noticias del desastre humano y físico que representa esta onda de crecida del año 1992, tenderá a considerarla como un hecho de la fatalidad.

Este hipotético ciudadano medio quizá no se detenga a pensar que, ademas de la cuota inevitable que todos pagamos por hechos anómalos de esta naturaleza —en este caso precipitaciones de gran magnitud que se presentan con cierta frecuencia—, estamos pagando los intereses de otra deuda interna.