Nuevo eje petrolero: China-Arabia Saudita

Alfredo Jalife-Rahme

Son tiempos de lucha por el acceso a los recursos energéticos en el mundo. Después de su visita insípida a Estados Unidos, el presidente chino Hu Jintao viajó a Arabia Saudita, donde arrancó importantes acuerdos en materia petrolera, que llegan hasta el abastecimiento de su reserva estratégica en un puerto sureño, lo que de facto conforma un eje geopolítico entre el principal abastecedor y el segundo comprador a escala planetaria.

Quedan claras las ventajas que obtiene China, pero no las del reino wahabita (a menos que hayan quedado en secreto militar) que corta su cordón umbilical con Estados Unidos al diversificar a sus compradores sedientos de oro negro, pero que no resuelve el supuesto "paraguas nuclear" que le provee EU en el golfo Pérsico cuando Irán ha emergido como la nueva potencia regional, con o sin uranio enriquecido.

Pese al dizque "impenetrable" dispositivo de seguridad de que alardea el gobierno bushiano en la fase del pos-11 de septiembre y la "seguridad del hogar", Hu Jintao fue ofendido en forma deliberada por un opositor durante su conferencia de prensa (Nota: el historiador neoliberal británico Niall Ferguson asimila, en su columna del The Daily Telegraph (23/4/06), que fue una provocación fomentada por Washington) y, peor aún, fue tironeado del saco en forma vulgar por Baby Bush, quien no podía ocultar la descomposición de su "rostro azucarado" (sugar face), amargado por la ira contenida, lo cual delata el profundo malestar sicológico por no haber sometido al presidente chino, quien le dejó unas migajas de compras para apaciguar el furor del Moloch bélico y sus veneradores, los nuevos moabitas apocalípticos, los neoconservadores straussianos, a quienes no les ha funcionado la "economía de guerra" como en otras ocasiones y cuya reciente aventura militar en Irak y Afganistán está a punto de llevar a EU a una profunda crisis económica.

Eu vive su decadencia en pleno virtualismo sicológico y su problema central es que, de tanto humillar a Fox, suele pensar que todos los mandatarios se comportan en forma tan supina y con un solo tirón de saco. Que los chinos nos perdonen la comparación, pero la pequeñez internacional de Fox, quien carece de la capacidad intelectual necesaria para entender los alcances de la "carta petrolera" mexicana (igual que su candidato, el castañedista-salinista Calderón Hinojosa, anterior Secretario de Energía todavía más mediocre, quien fue a regañar a la OPEP por la elevación de los precios del petróleo del que vive el neoliberalismo desde De la Madrid Hurtado), es invisible ante el nuevo gigante mundial Hu Jintao, quien sin locuacidades avanza su agenda de acuerdo a su horizonte geoestratégico que ha posicionado a su país como la potencia a vencer del siglo XXI y que no obstante exhibe un talón de Aquiles muy vulnerable: su sed energética, rubro que explotará EU para socavar su poderío naciente.

Liu shuiming, editor foráneo del People's Daily (24/4/06) recuerda que el príncipe Abdalá cuando fue entronizado rey, escogió a China como la primera parada de su periplo con el fin de "construir relaciones de cooperación amistosamente estratégicas". Tres meses mas tarde el rey saudita y el mandarín chino se volvieron a reunir en Ryad: "es la primera vez en la historia de las relaciones sino-árabes que dos líderes intercambian visitas en tan corto período", si se toma en cuenta que ambos países establecieron relaciones a penas en 1990.

No hay que extraviarse en los meandros mercantilistas ya que la relación bilateral se concentra en el petróleo, cuando los intercambios comerciales todavía son muy magros, de 16 mil millones de dólares, que en los próximos cinco años alcanzarán 40 mil millones. Liu Shuiming destaca tres rubros de colaboración: 1.-El político: Arabia Saudita es un "peso pesado en la región del golfo (Pérsico) y en el mundo islámico, y ambos prosiguen una política exterior independiente y pacífica"; 2.-El económico: China es un importante polo de la economía mundial, que "usa en forma moderada la energía foránea como suplemento necesario". Mientras, Arabia Saudita, el "reino del petróleo", se encuentra entre las primeras 20 economías mundiales: el año pasado China importó 22 millones de toneladas de crudo de Arabia Saudita, es decir, 17.5% de las importaciones totales del país que ha convertido a la referida nación árabe en su principal abastecedor; y 3.-En lo cultural: ambos países "ostentan brillantes civilizaciones y se oponen al conflicto cultural y a la confrontación".

Las alusiones nada elusivas van con dedicatoria al unilateralismo bélico del bushismo y al Choque de las Civilizaciones de Huntington. Liu Shuiming está a un paso de formular que el eje petrolero sino-saudita asienta sus reales frente al belicismo de EU en el golfo Pérsico.

Pese a los elevados precios de 75 dólares por barril, China se lanza a construir cuatro sitios para colocar sus reservas estratégicas de petróleo cuando consume un poco menos de la tercera parte que EU, el principal depredador y contaminador mundial.

Hassan m. Fattah, del The New York Times (23/4/06), aborda puntos interesantes del despliegue cooperativo: en 2004, "Sinopec, la estatal petrolera china, firmó un contrato para explorar gas en los desiertos prohibidos", y el año pasado Arabia Saudita realizó un contrato por 3 mil 600 millones de dólares con Exxon-Mobil y Sinopec para una asociación conjunta de refinación de petróleo y químicos en la provincia sureña de Fujian, mientras prosiguen las negociaciones con Sinopec para invertir en una planta en el puerto norteño de Qingdao.

Fattah plantea la posibilidad de venta de armamento chino a Arabia Saudita, que ya le compró misiles balísticos de alcance intermedio en la década de los ochenta; de paso, siembra la cizaña predilecta de los balcanizadores anglosajones al citar nada gratuitamente a Muhammad Bin Huweiden, profesor de Ciencias Políticas de los Emiratos Arabes Unidos: "con el creciente poder de los chiítas e Irán, Arabia Saudita se siente arrinconada (sic), y ha empezado a voltear hacia oriente. Apuestan que el balance del poder se puede lograr acudiendo a los chinos", lo cual suena, a nuestro juicio, simplonamente lineal ya que la nueva geopolítica del golfo Pérsico teje complejas relaciones geométricas y multidimensionales, con variados traslapes de intereses que pueden parecer contradictorios en la superficie banal, cuando tampoco se pueden soslayar las excelentes relaciones de China con Irán en materia de gas y en otros rubros. A diferencia de EU y Gran Bretaña, que juegan al "choque de las civilizaciones" y a las balcanizaciones ajenas, China aún no se pronuncia a favor del cisma sobredimensionado de chiítas y sunnitas.

fattah concluye con un sofisma de kindergarten: "los sauditas hacen notar que la ganancia de China no es necesariamente una pérdida para EU". Cuando alguien gana, alguien pierde, reza la sagrada contabilidad, y las ganancias petroleras chinas en el golfo Persico, diga lo que diga Fattah, van en detrimento de EU. En lo que sí tiene razón es en cuanto a las supuestas "garantías de seguridad de EU" en el golfo Pérsico; se refiere a los países ribereños (Kuwait, Irak, Arabia Saudita, Bahrain, Qatar, Emiratos Arabes Unidos, Irán y Omán) que protege y desprotege, cuando no confronta, de acuerdo a sus coyunturales intereses malignos.

En similitud al golfo de México, EU ha manejado desde la segunda guerra mundial al golfo Pérsico como una prolongación de su zona de "seguridad nacional" (sic), donde le empieza a molestar el surgimiento de la armada iraní como su nuevo competidor mediano antes de que empiecen a aparecer las flotas de mayor envergadura y respeto de China, India y Rusia.

Es probable que la estrategia de Arabia Saudita se subsuma en un acto de acrobacia muy riesgoso que peca de ultrareduccionismo mercantilista, como enuncia Omar Bahlaiwa, secretario general del Comité del Comercio Internacional saudita, citado por Fattah: "Tenemos un matrimonio católico con EU", lo cual resalta la imposibilidad (sic) de un divorcio, "pero también somos musulmanes y podemos tener más de una mujer". El problema es que ese doble matrimonio mixto, católico-islámico, no existe en la realidad en ninguna parte del mundo, y que pareciera mucho más difícil concretar por un país tan celópata (nota: término sicológico que significa padecer celos incoercibles) como Estados Unidos, que en las fechas recientes se ha consagrado más al rapto y violación de mujeres que a los matrimonios formales.

Fuente: La Jornada

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