Un paro en defensa del moroso
Han pasado diez años y aún la mora continúa.
Durante ese lapso, el comprador moroso explotando comercialmente el inmueble ganó mucho dinero, pero a usted no le pagó.
Tomando como base del negocio la propiedad que usted vendió, se constituye una sociedad comercial para su explotación. Todos ganan dinero, pero a usted no le pagan.
Le transfieren a la sociedad que constituyen con terceras personas derechos más amplios de los que ellos mismos tienen, debido a que no pudieron perfeccionar la compra por su propio incumplimiento. Esto les permite obtener importantes ganancias, pero a usted no le pagan.
Ganan dinero con la transferencia de las acciones societarias, salen y entran nuevos socios, todos millonarios, pero a usted no le pagan.
A esto se le agrega que al que usted le vendió el inmueble agrupa a grandes productores agropecuarios, uno de los sectores que más dinero ha ganado en esta década, pero a usted no le pagan.
Luego, para justificarse, muy seriamente le dicen que invirtieron en el inmueble 100 millones de dólares, pero a usted no le pagaron. No sólo ello, pretenden que usted lo entienda y que no lo tome como lo que es: una burla.
Y para finalizar, cuando harto decide ejercer el derecho que le corresponde y rescinde el contrato, lo tratan de autoritario, vengativo, difamador e intolerante.
La verdad: dan vergüenza ajena.
Volvamos a La Rural.
Lo que evitan decir es que ellos son responsables de sus propios actos. Que no pueden alegar en su defensa su propia torpeza.
Que la propia Sociedad Rural, tan demandante de seguridad jurídica, es la que pretende violentarla.
Hace a un principio básico de la mencionada seguridad jurídica y de protección a la propiedad privada la defensa del derecho que le corresponde al vendedor al que, habiéndose desprendido de su bien, no le pagaron el precio pactado.
Señores de la Mesa de Enlace: ¿qué buscaron con el lockout patronal?, ¿qué defienden? Surrealista, en el país al que acusan de falta de libertad, hicieron un paro en defensa del moroso.
No tengan temor, nadie les va a quitar nada, menos sus apellidos. En todo caso, si tienen algo de qué preocuparse es de haber perdido la vergüenza.
Página/12 - 31 de diciembre de 2012