El Rodrigazo, 30 años después. Un ajuste que cambio el País
Crítica al libro de Néstor Restivo y Raúl Dellatorre
“A las ocho de la mañana, Celestino Rodrigo, un ingeniero industrial que entonces tenía sesenta años recién cumplidos, salió de su casa rumbo a las escaleras de la estación Acoyte del subte A, en el corazón del barrio porteño de Caballito y se subió al primero de los vagones, su costumbre desde 1950. Pero ese día era especial: viajaba para jurar como ministro de Economía, acompañado de sus familiares. Su destino era la Plaza de Mayo, más exactamente la Casa Rosada. Era el lunes 2 de junio de 1975 y el país estaba a punto de explotar”. Así inician los autores el capítulo uno (La explosión) de la historia de un ajuste que cambió la Argentina. El plan Rodrigo quebró el modelo que había regido hasta entonces y anticipó el advenimiento de la dictadura del autodenominado “Proceso de reorganización nacional” que se instalaría menos de un año después. Videla y Martínez de Hoz encontraron allanado buena parte del camino que dio paso a la tragedia de 1976-1983. En la introducción Néstor Restivo -historiador- y Raúl Dellatorre -economista- ubican al lector en el contexto económico y político, tanto nacional como internacional de los ’70, sus prolegómenos y consecuencias. Dos días después de prestar juramento -ceremonia a la que asistieron los cuadros del “brujo” López Regael ministro Rodrigo dio una conferencia de prensa en la que detalló su programa que, entre otras medidas, incluía un incremento del 100% en el tipo de cambio y los precios públicos. Las naftas subieron hasta 181%, la energía 75%. Días después se incrementó el boleto de colectivo de 1 a 1,50 pesos y los pasajes ferroviarios subieron entre 80 y 120 por ciento. Las medidas fueron tan extremas que dieron nombre al plan: el “Rodrigazo”.