La economía Mundial: Claves para el siglo XXI
Crítica al libro de Salvador Treber
El profesor Salvador Treber tiene acento cordobés y espíritu universal. Sus aportes a la economía, a través de la investigación, el periodismo y la docencia universitaria, son muy reconocidos, así como su pertenencia al grupo Fénix de la Universidad de Buenos Aires. Esto se expresa en un libro sobre la economía mundial que tiene el mismo lenguaje llano y directo que sus exposiciones. Pero su mé- rito principal consiste en que no sólo no teme decir lo que piensa sino que tampoco vacila en enfrentar los problemas de fondo que afectan al mundo y a nuestra sociedad. Por supuesto, su pensamiento no es neutral: está del lado de aquellos a los que la globalización y las políticas neoliberales dejaron en el camino. Treber empieza explicando las claves del escenario mundial al principio de nuestro siglo y señalando cuáles son para él los principales rasgos del proceso de globalización: una acentuada redistribución de ingresos en favor de los más ricos, un creciente predominio del sector financiero en la economía mundial, el intento de reducir el rol de los Estados nacionales en beneficio de unas leyes del mercado no votadas por ningún parlamento y que existen sólo en los libros, y una diferencia cada vez más abismal entre las potencias hegemónicas y el mundo periférico. Todo esto lo lleva a preguntarse hacia dónde marcha el mundo y qué intereses lo dominan. En cuanto a la primera cuestión, si bien señala que la globalización, es decir, la cada vez más estrecha vinculación entre países o regiones, es un hecho que no se circunscribe sólo a aspectos económicos o financieros, esto no significa que su resultado principal sea el progreso de la humanidad, o que las ideas predominantes que la impulsan constituyan una brú- jula que nos guíe hacia un mundo mejor. Treber marca no sólo la falsedad de estos asertos, por cuanto ese progreso existe únicamente para unos pocos, sino también la de los mismos conceptos. Por un lado, en los países más desarrollados el Estado no ha dejado de jugar un rol fundamental en la actividad económica y social y, por otro, tampoco el poder mundial es compartido por una comunidad de naciones sino que está concentrado sobre un puñado de ellas