Entre 1950 y 1982, México vivió bajo el modelo de industrialización sustitutiva de importaciones (ISI) caracterizado por una fuerte protección, una importante regulación y una política industrial activa con un estado omnipresente y un mercado controlado. Con la crisis de la deuda, México abandona el modelo ISI y se orienta hacia un nuevo modelo económico (NME) caracterizado por la apertura, la desregulación y la ausencia de política industrial en el marco de un estado que tiende a estrecharse y un mercado que se libera cada vez más. El objetivo del presente artículo es analizar algunas de las consecuencias del paso del “desarrollo hacia adentro” al “desarrollo hacia afuera”, en particular con respecto al rol desempeñado por México en la economía mundial.

Corresponde subrayar las excepcionales condiciones en que se realizó el crecimiento hacia afuera mexicano, dado su carácter de país fronterizo con Estados Unidos, que le otorga una importante renta de localización y su calidad de único integrante latinoamericano del NAFTA.