Mensaje a todo el país por radiotelefonía y televisión anunciando el programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía del 2 de abril de 1976
Pocos días después del 24 de marzo de 1976, el poderoso Ministro de Economía de la última dictadura, Jose Alfredo Martinez de Hoz, a través de un extenso mensaje, (llevado a cabo en horario nocturno como correspondía a la mayor parte de los operativos montados por los asesinos) daba a conocer al país los objetivos económicos que se habían impuesto los golpistas.
A la luz de los acontecimientos que se sucedieron a lo largo de aquellos años trágicos el plan de Martínez de Hoz se reveló como el arma fundamental utilizada por los verdaderos dueños del poder en la Argentina para disciplinar a la población (no sólo a los trabajadores) e imponer "un nuevo orden".
En realidad ese orden no era tan nuevo. Unos meses antes, el llamado Plan Rodrigo, había intentado aplicarlo.
Sin embargo su vigencia fue efímera porque, pese al reinado de la burocracia sindical y del estéril enfrentamiento vigente en el campo popular donde ya imperaba la muerte como forma de dirimir las contradicciones entre los dos bandos que dividían al peronismo, las fuerzas sociales estaban alertas e impidieron que prosperara el intento de reprimarizar la economía nacional, en un nuevo nivel agudizado de la dependencia, con un empuje a la transnacionalización de los grupos locales que se apropiarían de la economía en su conjunto.
La frustración del intento de Rodrigo convenció a los dueños del poder de la necesidad de reconvertir a los sectores productivos en un proceso que no se detuvo ni siquiera con el retorno de la democracia, muchos años después.
De la lectura de aquel documento surge con claridad el derrotero impuesto a la República y cómo se produjo la "revancha de la oligarquía" que transformó al país con mayor equidad social en la región en un pueblo de mendigos excluidos y con una de las mayores concentraciones de la riqueza, que nada, hasta la fecha ha logrado alterar.
También queda en evidencia el peso que adquirirá la deuda externa en el desarrollo de los hechos que nos ocupan, como forma de acumulación para los grupos locales y factor condicionante de las decisiones a tomar en el futuro.
No en vano, la lucidez de Rodolfo Walsh, en su célebre carta a la Junta Militar, en el primer aniversario del golpe, develaba los mecanismos perversos del proceso en lo económico y en el decurso de los hechos un grupo de investigadores sociales indagaba el nuevo "estatuto del coloniaje" a punto tal que hacia fines de 1982 se dispuso de la información necesaria para atacar al enemigo en sus raíces. Sin embargo, la pusilánime clase política fue incapaz de hacerlo.
Los grupos concentrados, los grandes beneficiarios de la dictadura, los mayores favorecidos del genocidio del país y del pueblo no han sido afectados en su interés, no han sido llevados ante ningún tribunal.
Al contrario, siempre aumentaron sus apuestas, siempre vienen por más.
Pasaron, en la transición democrática, a ser alegremente los "capitanes de la Industria", luego los titulares de las empresas privatizadas y algunos hoy esperan reconvertirse en la "burguesía nacional".
Ese documento del 2 d abril de 1976, cuya lectura proponemos, permite entender muchos de los objetivos de los genocidas (con o sin uniforme).
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