Burguesía nacional
Según Basualdo "dentro de las grandes firmas de la economía argentina se generaba una diferenciación entre los capitales extranjeros y los locales que no involucraba una forma de industrialización alternativa sino un diferente dinamismo relativo de las distintas ramas productivas, a partir de una contrapuesta distribución del ingreso. Esta última resultaba una variable clave para la alianza entre la clase trabajadora y la burguesía nacional porque la redistribución del ingreso a favor de los asalariados redundaba en una mayor expansión relativa de la demanda doméstica y, con ello, de los empresarios nacionales, mientas que el movimiento inverso potenciaba el capital transnacional. No obstante, la contradicción entre la burguesía nacional y el capital extranjero era ambigua, porque se desplegaba en el marco del predominio económico y tecnológico de la transnacionalización estadounidense".
Galetti señala que "En estos días estuvo en boca de muchos si era factible y/o necesario recrear una 'burguesía nacional' como base esencial para desarrollar un modelo productivo al servicio del país. En primer lugar, cabe señalar que la creación o no de una burguesía, más allá de su carácter, es un proceso histórico-social y no se puede determinar por la voluntad del Estado ni de ningún sector".
Schvarzer expresa que "La burguesía nacional se ha puesto, nuevamente, de moda en estos días. En rigor, bastó que el presidente de la Nación mencionara su interés por consolidar ese grupo social para que se lanzara un debate amplio sobre un tema que había 'quedado debajo de la alfombra' en los aciagos años '90. Ese olvido era explicable cuando la prioridad de la política económica se volcaba a la especulación financiera y el aliento sin límites al ingreso y salida de divisas en el país. Era explicable, también, debido a que buena parte de la opinión pública había perdido su entusiasmo por esa burguesía local desde fines de la década de los '80; las experiencias concretas y desafortunadas que experimentó la sociedad frente a algunos de los mayores empresarios y ejecutivos locales fueron determinantes en ese sentido. Pero ni la desilusión ni la moda son buenos consejeros".
Artículo publicado en Realidad Económica Nº 201 - enero/febrero de 2004