La guerra invisible

Amy Goodman*
Es el conflicto más mortal desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 5 millones de personas han muerto en la última década y, sin embargo, pasa casi totalmente inadvertido. El conflicto tiene lugar en la República Democrática del Congo, en África Central. La clave de este conflicto está en las reservas naturales del Congo y en las corporaciones multinacionales que las extraen. La posibilidad de paz esta latente. Pero sin una verdad y un proceso de reconciliación inclusivos para todo el país y una renegociación de todos los contratos de extracción minera, el sufrimiento, sin duda, continuará. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] ."En Congo se está destruyendo la especie femenina". Entrevista a la activista Christine Schuler Deschryver - Amy Goodman .La guerra que alimenta los celulares / Ernesto Tamara .África: el legado imperialista de guerras, miseria y horror / María Castro [/size]

Es el conflicto más mortal desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 5 millones de personas han muerto en la última década y, sin embargo, pasa casi totalmente inadvertido y sin denuncia en los EE.UU. El conflicto tiene lugar en la República Democrática del Congo, en África Central. La clave de este conflicto está en las reservas naturales del Congo y en las corporaciones multinacionales que las extraen. La posibilidad de paz ha mejorado algo: Se firmó un acuerdo de paz en las provincias Kivu del este del Congo. Pero sin una verdad y un proceso de reconciliación inclusivos para todo el país y una renegociación de todos los contratos de extracción minera, el sufrimiento, sin duda, continuará.

En su último informe de mortalidad del Congo, el Comité Internacional de Rescate se encontró con que un asombroso "exceso de muertes" de 5,4 millones habían ocurrido en el Congo desde 1998. Estas son muchas más muertes de las que normalmente deberían ocurrir. En otras palabras, una pérdida de vidas en la escala del 11/9 que ocurren cada dos días, en un país cuya población es una sexta parte de la nuestra.

Una pequeña historia: Después de apoyar a los aliados en la Segunda Guerra Mundial, el Congo consiguió su independencia y eligió a Patrice Lumumba, un Pan-africanista progresista, como primer ministro en 1960. Murió asesinado poco después de una conspiración en la que la CIA estuvo involucrada. Los EE.UU. colocaron y apoyaron a Mobutu Sese Seko, quien gobernó tiránicamente durante más de 30 años, saqueando la nación. Desde su muerte, el Congo ha estado en guerra, desde 1996 hasta 2002, provocada por invasiones de los vecinos Ruanda y Uganda, y en conflicto continuado desde entonces.

Un aspecto particularmente espeluznante del conflicto es la masiva violencia sexual utilizada como arma de guerra. La activista pro derechos humanos congoleña Christine Schuler Deschryver me contó que cientos de miles de mujeres y niños eran victimas de violaciones:

"No estamos hablando de violaciones normales. Estamos hablando de terrorismo sexual, porque las están destrozando, no te puedes imaginar lo que está pasando en el Congo. Estamos hablando de cirugía para recomponer a las mujeres porque están completamente destrozadas." Describió el daño físico hecho a las mujeres, a los niños, uno, dijo, hasta de 10 meses, por actos de violación que consisten en la inserción de palos, pistolas y plástico derretido. Deschryver estuvo en los EE.UU. como invitada en el V-Day, la campaña de Eve Ensler para terminar con la violencia contra las mujeres, en un intento de generar conciencia pública sobre este genocidio y para apoyar el Hospital Panzi en Bukavu, la ciudad natal de Deschryver.

Maurice Carney es el director ejecutivo de Amigos del Congo, en Washington, D.C.: "Básicamente, hay dos tipos de violación en el Congo: Uno es la violación de mujeres y niños y otro es la violación de la tierra, de sus recursos naturales. El Congo cuenta con enormes recursos naturales: el 30% del cobalto del mundo, el 10% del cobre y el 80% de las reservas mundiales de coltán. Hay que tener en cuenta la influencia de las corporaciones sobre todo lo que ocurre en el Congo."

Entre las compañías a las que Carney culpa de fomentar la violencia esta el Grupo OM, con sede en Cleveland, el principal productor mundial de productos químicos especializados basados en el cobalto y principal suministrador de productos químicos basados en el níquel, también conocido como tantalio, difícil de extraer pero que es un componente indispensable en los circuitos electrónicos que se utilizan en todos los teléfonos móviles y otros productos electrónicos. A la gran demanda de coltán se le atribuye el impulso de la Segunda Guerra del Congo de 1998-2002. Un ex presidente de Cabot no es otro que el actual secretario de energía del gobierno de Bush, Samuel Bodman. Freeport-McMorRan, con sede en Phoenix, que asumió el control de las enormes concesiones mineras en el Congo de la compañía Phelps Dodge, también está implicada.

Las Naciones Unidas han realizado varios informes muy críticos con la explotación ilegal de los minerales del Congo por parte de corporaciones. El gobierno congoleño revisó más de 60 contratos mineros que exigen su renegociación o su total cancelación. Carney dice, "el ochenta por ciento de la población vive con 30 centavos o menos al día, con billones de dólares que se van por la puerta de atrás a los bolsillos de la compañías mineras." Una cuestión importante para nosotros en los EE.UU. es: ¿Cómo es posible que, en menos de una década, cerca de 6 millones de personas mueran en un país por una guerra y enfermedades relacionadas con ésta, y que esto pase totalmente inadvertido?

*Amy Goodman. Nació el 13 de abril de 1957 en New York, Estados Unidos. Periodista y escritora. Conductora del programa Democracy Now! (Democracia Ahora!).

Fuente: [color=336600]Znet – 26.01.2008[/color]

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