De la esperanza de desarrollo a la profundización de la dependencia
En agosto se cumplen 50 años de la firma de la Carta de Punta del Este que dio inicio a la Alianza para el Progreso, el proyecto más ambicioso asumido por Estados Unidos para promover el desarrollo económico en América latina a través de planes de ayuda oficial de largo plazo. La administración encabezada por John Fitzgerald Kennedy prometió entonces un desembolso de 20.000 millones de dólares a lo largo de una década. La mayoría del financiamiento sería aportado de manera directa por Estados Unidos en un intento por impulsar un proceso capaz de combinar crecimiento económico, reformas sociales, cooperación regional y fortalecimiento de la democracia representativa, dejando a la Cuba socialista aislada del resto del continente. Sin embargo, ese proyecto no pasó de lo discursivo y lo que se terminó consolidando fue un programa de ayuda tradicional que tomó como parámetro principal para el otorgamiento de los créditos la aplicación de planes de ajuste y estabilización y el cumplimiento de una serie de condicionalidades que en lugar de promover el desarrollo profundizaron la dependencia.