Brasil: la destitución de Dilma abre la era del enfrentamiento

Gilberto Maringoni, André Singer, Joao Pedro Stedile, Cuauhtémoc Cárdenas, Guillermo Almeyra,

 

El golpe parlamentario/ judicial/ mediático está consumado después de largos capítulos de una novela de la que ya se sabía el final, porque la mayoría de los actores ya habían cobrado para ejercer apenas aquel script.

Fin de un ciclo

Gilberto Maringoni

Fin de una Era.

Fin de una política de conciliación.

Fin de la de la ilusión del país del arreglo.

Fin de la tontería letrada del “hombre cordial”.

Fin de la mentirilla de la indolencia y de la tierra de las oportunidades.

Más no hay de qué lamentarse, a pesar de la tristeza reinante.

Hubo opciones, hubo exceso de autoconfianza, hubo mitomanía.

Lo cierto es que termina aquí la ingenuidad.

Una raya de tiza debe ser trazada este 31 de agosto.

¿Cuál es el nuevo ciclo?

No es posible saber. No hay futurología posible.

Una cosa da para prever, para el mal y para el bien.

Se abre la Era del enfrentamiento.

 

Shakespeare va al Planalto

André Singer

La guillotina, afilada por 61 votos contra 20, estaba casi sobre el cuello de la ex presidenta Dilma Rousseff, el último miércoles 31, cuando la ruralista Katia Abreu, en el papel de primera amiga, gritó: ¡” paren”! Bravamente secundada por los caballeros Ricardo Lewandowski y Renan Calheiros, a los que se sumó una tropa de 19 apoyadores del impeachment, consiguió transmutar la pena de muerte por una especie de prisión perpetua. La condenada pierde el poder, pero queda viva. Aplausos y abucheos. Abajo el telón.

La escena final del espectáculo senatorial fue digna de un drama shakespeariano, en el cual la tragedia y la farsa se mezclan en dosis equivalentes. Para efectos inmediatos, poco cambia. El golpe parlamentario consumó, cerrando este ciclo del lulismo, con daños a la democracia. Sin embargo, al garantizar, al último minuto, la conservación de los derechos de Dilma, el Senado mandó un mensaje a la platea, con un guiño: no hubo ni siquiera crimen de responsabilidad, la rea es inocente, cayó por razones políticas.

El largo interrogatorio a la que fue sometida dos días antes se reveló decisiva para el resultado. A pesar de que no tiene el don de la oratoria, Dilma consiguió poner en evidencia, frente al tribunal de la opinión pública, la fragilidad de las acusaciones que le eran imputadas. Al levantarse de la silla, 14 horas después de iniciada la sesión con un competente discurso leído, la reina a punto de perder el trono había conseguido imponer las palabras traición y usurpación en la imaginaria corona que,  secuestrada por Eduardo Cunha, Michel Temer, ostentaría.

Al preservar la dignidad de la mandataria depuesta, los pemebedistas cordiales del Senado, entre los cuales hay ex ministros de la era lulista, llevaron a nuestro Ricardo III a comenzar su mandato a la defensiva. Indignados, los demás partidos de la alianza exigían retaliaciones contra los traidores del PMBD. En lugar de la conmemoración apacible prevista para la noche, el nuevo monarca fue obligado a endurecerse y amenazar, instando a los descontentos a que dejaran el Palacio.

Llegó, así, manco al trono, manchado de sangre. Ni por eso menos temible, pues se formó un bloque social de gran envergadura dispuesto a retomar el proyecto neoliberal en donde se había quedado en los años 1990. Subestimar el tamaño de la onda que viene sería un grave error de evaluación.

La confusión en la base parlamentaria, las amenazas del Lava Jato, el mal cálculo del electorado que afecta al nuevo príncipe serán revertido si los empleos reaparecen. La coalición victoriosa es consciente del tema. El empeño en viajar a China después de la desastrosa toma del poder lo demuestra.  Se ha iniciado una pieza diferente.

Folha do Sao Paulo 3de septiembre 2016

 

¡Fuera Temer, aunque tarde!

João Pedro Stedile

El golpe parlamentario/ judicial/ mediático está consumado después de largos capítulos de una novela de la que ya se sabía el final, porque la mayoría de los actores ya habían cobrado para ejercer apenas aquel script.

El problema no era de DILMA, que hasta se esforzó para adoptar el ajuste fiscal exigido por la burguesía y entregó la política económica a Bradesco, en el 2015. No hubo crimen, al final de cuentas, el Sr. Temer también firmó decretos de pedaleadas fiscales y más de 17 gobernadores, entre ellos el relator Sr. Anastasia. Ninguno de ellos fue castigado.

La farsa fue tan grande que no tuvieron coraje de quitarle los derechos políticos. Apenas le robaron el mandato.

La burguesía precisa de un gobierno totalmente suyo para poder implementar su plan neoliberal, y así recuperar sus lucros y acumulación de capital frente a la grave crisis económica que vivimos, aquí en Brasil, en América Latina y en todo el mundo. O sea, precisan cargar sobre las espaldas del pueblo, los costos de la crisis. Y para eso es necesario tener el control absoluto de todos los poderes de la República: ejecutivo, legislativo, judicial y los medios.

Ahora, cabe a las fuerzas populares, iglesias, intelectuales, artistas y medios de comunicación, analizar nuestros errores, corregirlos y seguir firmes, unidos para enfrentar las próximas batallas que serán tan importantes cuanto las batallas contra el golpe.

La batalla a seguir será defender los derechos sociales y laborales, frente a la avalancha neoliberal que vendrá desde el congreso, ¡de desmonte de todos los derechos conquistados en el último siglo!

Después. Sin seguir el orden cronológico, está la batalla por la defensa de los recursos naturales que la burguesía quiere privatizar para recuperar su patrón de acumulación, como el petróleo del pré-sal, las tierras, la biodiversidad, los minerales, el agua, etc. 

Tenemos la batalla por garantizar los recursos públicos, que nuestros impuestos sean destinados a las necesidad de la población, en la salud (se avecina el desmonte del Sistema Único de Salud), en la educación, en vivienda popular y en reforma agraria.

No podemos callarnos frente a las denuncias de la Operación Lava Jato [que investiga corrupción en la Petrobras], que incrimina al vicepresidente impostor y varios ministros. Debemos exigir el justo castigo de esos dirigentes del PSDB, DEM, PP y PMDB, que ahora posan como si no se debiesen nada… y se esconden atrás de la clara persecución a dirigentes del PT.

Precisamos derrotar a este gobierno golpista. Él no tiene ninguna legitimidad. No fue electo por el pueblo. Muchos senadores que lo eligieron, responden a procesos de corrupción, de todo orden. El programa que está adoptando, de ataque a los derechos del pueblo, no fue elegido por las urnas. Por eso FUERA TEMER, es una necesidad para recomponer el proceso democrático brasileño.

Y es la mayor de todas las batallas: lucharemos por cambios en el sistema político del país, como una reforma política y de los medios de comunicación, que solamente será posible a través de una asamblea constituyente, exclusiva.

Todas esas batallas exigen luchas de masas y grandes movilizaciones populares. La salida más rápida que las calles pueden conquistar es exigir la realización de un plebiscito popular, que devuelva al pueblo el derecho a decidir, sobre el pré-sal; sobre la anticipación de las elecciones, sobre la convocatoria a una asamblea constituyente.

Muchas luchas nos esperan por delante.

A los golpistas, sólo les restan las burlas que el basurero de la historia les reservó.

Revista Caros Amigos,  31 de agosto de 2016

Dilma: crimen de la traición

Cuauhtémoc Cárdenas

Estamos a horas de que se consume un crimen: la imposición de la traición sobre la lealtad, la ilegitimidad sobre el derecho, la corrupción sobre la honradez, la delincuencia sobre la honorabilidad, que eso y más representa la destitución de Dilma Rousseff como presidente constitucional de Brasil.

El lunes 29 de agosto, y el martes 30, la presidenta de Brasil ha comparecido ante el Senado, donde la jauría de la oposición, convertida por el golpe de Estado en facción oficial, se ha lanzado y está lanzándose sobre la presidenta con una agresividad y una irritación fingidas, en las que trata de esconder su vergüenza de la traición.

Detrás del golpe de Estado, que se ha encomendado asestarlo a la mayoría del Legislativo, están las oligarquías locales, sus asociados grandes consorcios internacionales, los intereses depredadores que van detrás de los recursos naturales del país y los sectores del entreguismo y la subordinación al imperio, que pretenden la recuperación directa del poder político para proseguir la labor interrumpida por 13 años de gobiernos nacionalistas y democráticos, que acuerpan hoy a un Fernando Henrique Cardoso que al tiempo que se suma a la traición a la legitimidad constitucional y violenta el estado de derecho, traiciona su propia historia y se traiciona a sí mismo en lo que fue y en lo que pudo de bueno ser para su pueblo y para el suelo en el que nació.

Se “acusa” a Dilma Rousseff de haber emitido tres decretos para supuestamente manipular cuentas públicas entre el 1º de enero de 2011 y el 12 de mayo de 2016, práctica usual en la que incurrieron más de un centenar de veces gobiernos anteriores, sin que ello significara el desvío más mínimo para beneficio personal.

Quienes la acusan, encabezados por el vicepresidente hoy en funciones de presidente, Michel Temer, ellos sí, están señalados como delincuentes, por haber incurrido en comprobados actos de corrupción –según han destacado numerosos medios de información– en el ejercicio de sus funciones públicas, que al derrocar a Dilma y hacerse del poder buscan que éste se convierta en la protección que les brinde impunidad.

Este nuevo crimen contra la democracia y el derecho se está cometiendo ante la complacencia de la comunidad internacional. Los gobiernos de América Latina, salvo honrosas excepciones, con absoluta pasividad observan cómo paso a paso se asesta el golpe, sin ver que ante cualquier desagrado que provoquen al imperio, puede ocurrirles algo semejante.

El pueblo de Brasil está levantándose contra esta agresión a su democracia y al desconocimiento de la voluntad que expresara en 54 millones de votos, está buscando no acabe por romperse la legalidad con los recursos que le otorgan su Constitución, sus leyes y sus experiencias de prácticas democráticas y pacíficas. A quienes en nuestros países aspiramos a transformaciones progresistas y democráticas por medios similares, nos corresponde brindar la más amplia solidaridad a Dilma Rousseff y a quienes con ella luchan en Brasil por la recuperación del camino de la democracia, único que puede conducir a un progreso sostenido y estable.

http://www.jornada.unam.mx/2016/08/31/opinion/029a1mun

 

Los vampiros salen al anochecer, no a mediodía

Guillermo Almeyra

Por supuesto, la crisis capitalista global y su impacto sobre los precios de las materias primas que exportan los países latinoamericanos es una de las causas principales del golpe; los vampiros salen al anochecer, no a mediodía.

Pero no hay solamente crisis: hay sobre todo una utilización capitalista de la crisis. Las transnacionales y el capital financiero la aprovechan en efecto para tratar de rebajar el costo de la fuerza de trabajo mediante devaluaciones, la inflación y la eliminación de los salarios indirectos (jubilaciones, vacaciones, indemnizaciones, sanidad, escuela, subsidios de todo tipo) y eso requiere dictaduras. Estados Unidos, como siempre, aprovecha también el debilitamiento de los gobiernos de los países dependientes para imponer gobiernos rastreros y títeres nacidos de golpe legislativos, como el de Honduras contra Manuel Zelaya, el de Paraguay contra Fernando Lugo y el de Brasil contra Dilma Rousseff.

Un gobierno de corruptos de ultraderecha en Brasilia es indispensable para Washington no sólo por la posición estratégica de Brasil, que limita con Venezuela, Colombia, Guyana, Surinam, Guayana francesa, Paraguay, Argentina, Uruguay, Bolivia y Perú, sino también por las enormes riquezas  de la Amazonia y minerales (hierro y petróleo) y porque Brasil históricamente ha servido como gendarme de los imperialismos (primero de Inglaterra y después de Estados Unidos) para fragmentar la región.

Controlando Brasil, Washington da un golpe de muerte a la UNASUR y al Mercosur, refuerza al gobierno de Macri en Argentina, amenaza al de Evo Morales en Bolivia, facilita el golpe en preparación en Venezuela y, al dificultar  la ayuda petrolera venezolana a Cuba y la ayuda técnica brasileña a Cuba para construir un puerto de aguas profundas en Mariel, asfixia al gobierno de Raúl Castro.

El imperialismo actúa siempre con una visión regional unificada, cosa que subestiman los nacionalistas que ven  las amenazas caso por caso, como si la que pesa sobre Venezuela no fuese también una amenaza a Cuba o el golpe en Brasil no fuese un golpe dirigido contra todos los trabajadores y la independencia de nuestros países.

Pero desde las invasiones a Haití, Granada y Panamá los golpes no se dan con tropas extranjeras ni los organiza el Pentágono sino el Departamento de Estado yanqui asesorado por aquél. Son los agentes imperialistas (grandes capitalistas

socios menores de las transnacionales, sus siervos en los “grandes diarios” los políticos de los partidos burgueses y sus instrumentos en las instituciones estatales como la Justicia y el Parlamento) los que organizan y dirigen el golpe, como lo demostró el caso brasileño en el que la llamada justicia permitió la destitución de Dilma Rousseff  -que no cometió ningún delito ni es corrupta- por una cáfila de senadores procesados por corrupción escandalizando al mundo entero.

Las clases dominantes utilizan las instituciones estatales como un garrote para golpear a sus adversarios burgueses como el kirchnerismo o el Partido de los Trabajadores brasileño pero, sobre todo, a sus enemigos, los trabajadores.

El PT  nació del movimiento obrero y de los sindicatos pero con Lula tuvo siempre una dirección burguesa, capitalista desarrollista y centrada totalmente en el juego electoral y parlamentario. Los gobiernos de Lula y de Dilma buscaron siempre desesperadamente acuerdos con la derecha, a la que incorporaron a sus gabinetes en puestos claves. También frenaron y trataron de mantener a distancia los movimientos sociales, como el movimiento de los Sin Tierra y de someter los sindicatos al Estado. Hicieron alianzas con partidos inventados para robar al erario y su concepción de la política consistió en comprar el apoyo de esos “partidos” sin ideas ni principios, y ahora sus ex ministros y supuestos ”aliados” se suman al golpe.

El resultado está a la vista. Dilma y antes Lula desarmaron y desorganizaron su base de apoyo y reforzaron el bloque social enemigo. Porque cuando no hay un proyecto claro y factible de renovación del país sobre una base anticapitalista, los trabajadores no pueden pesar políticamente ni arrastrar a una parte mayoritaria de las clases medias y, por el contrario, éstas son dirigidas por los capitalistas, que logran eco hasta en sectores atrasados de los asalariados. Ahí está el ejemplo del conflicto en Bolivia con los burgueses indígenas que dirigen a los cooperativistas mineros.

“Cría cuervos y te sacarán los ojos”, se decía hace siglos. Hoy se dice “llama a crear un capitalismo andino en Bolivia (como hace el vicepresidente Álvaro García Linera), y fomenta mediante el aparato estatal una burguesía aymara al  mismo tiempo que promueves el individualismo, el consumismo y la centralización del Estado burgués y destruirás las bases mismas de tu apoyo político plebeyo”…

Tanto el kirchnerismo como el PT incorporaron a enemigos de los trabajadores en puestos estatales claves como primeros ministros o jefe de las fuerzas armadas y esos militares represores o gente del Opus Dei terminó apoyando a Macri tal como el vice de Dilma encabezó el golpe. Los “progresistas” burocratizaron los sindicatos y gobernaron para el gran capital. Ahora, tarde ya, deben movilizar y no tienen cómo hacerlo y sus seguidores acríticos se limitan a lamentar la maldad de la burguesía y del imperialismo (como si éstos pudieran actuar de otro modo) pero no proponen contra ambos ni una sola idea.

Ocupar tierras fértiles incultas y fábricas que suspendan o paren, movilizar para rechazar las privatizaciones y leyes antiobreras, convocar una Asamblea Constituyente son cosas que ni siquiera les pasan por la cabeza. Por último, en México ¿alguien puede creer hoy que el que recibe a Trump como si fuese jefe de Estado, calla sobre los 43 desaparecidos y reprime a  los maestros  respetará el resultado de las urnas y la democracia?

Gilberto Maringoni, periodista, profesor de Relaciones Internacionales de la UFABC.

André Singer, politólogo brasileño, profesor de la USP, fue portavoz del primer gobierno de Lula.

Joao Pedro Stedile, economista, es miembro de la coordinación nacional del MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) y de Vía Campesina Brasil.

Cuauhtémoc Cárdenas, fue fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México.

 

Sinpermiso - 4 de septiembre de 2016

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