María de Alcorta
"La Adela" se llamaba el campo
de trigo y cielo en que morías.
Porque en él diste el primer grito,
¡ Loada seas María !
Señora, dueña, soberana,
estrella del mar: María.
Y libertad por obra de tu grito,
en todas partes viva.
De pagarés en blanco eran tus manos
en tu quehacer de harina.
Tu sueño despeinado en cama impaga,
de luna blanca y fría.
Nadie plantaba para nadie un árbol.
Ninguna oveja te era consentida.
Sin cantos, sin balidos, las mujeres
hijos tristes tenían.
Hasta que en noche de sudor y tierra,
sola de soledad, vacía,
con delantal de llanto entre los dientes,
diste en un grito el día.
Bendito tu dolor que incendió el trigo
por un poco de vida,
por un sauce de paz donde peinarte,
por una nueva espiga.
Dame tu despertar, durmiente pálida,
Toma mi duda, mi fatiga.
Dame el valor que deja
salir la lenta sangre por la herida.
Señora, dueña, soberana,
estrella del mar: María.
Y paloma por obra de tu grito,
y dolor y golondrina.
José Pedroni