A 30 años de resistencia por la memoria, verdad y justicia
Todo pueblo guarda en su memoria luces y sombras en su caminar entre la angustia y la esperanza. Deberíamos preguntarnos ¿por qué se impuso la dictadura en la Argentina? ¿Cuál fue su objetivo para implantar el horror?
Entre las respuestas y tratando de analizar las causas, hay que comprender que lo ocurrido en el país fue parte del proyecto que se impuso en todo el continente con la Doctrina de Seguridad Nacional, la complicidad de sectores de la sociedad, empresarios, dirigentes políticos y sectores de la iglesia católica. Se basó en la hipótesis del conflicto imperante en el mundo de la Guerra Fría y la confrontación Este-Oeste: por un lado el capitalismo, identificado con la llamada "civilización occidental y cristiana", y la oposición al comunismo identificado con la Unión Soviética, todo aquello que se oponía a la doctrina impuesta por los EE.UU.
Fue un proceso generado en varias décadas, con la formación de más de ochenta mil militares latinoamericanos en la Escuela de las Américas en Panamá y en las academias militares de EE.UU. para imponer un modelo de sociedad y contener por las Fuerzas Armadas los movimientos sociales en el continente latinoamericano. No podemos dejar de señalar que en varios países del continente y en la Argentina había guerrillas. Estas deberían haber sido contenidas a través de las leyes vigentes y dentro del marco del estado de derecho. Pero fueron tomadas como pretexto para atacar a todo el cuerpo social, destruyendo la capacidad productiva del país. Se implantaron metodologías del terror, con miles de muertos y desaparecidos, cárceles y torturas, y el exilio de miles de argentinos, así como la desaparición de niños.
El modelo generó el aumento de la deuda externa, que pasó de 8000 millones en el gobierno de Isabel Perón a 45.000 cuando la dictadura entrega el gobierno a Raúl Alfonsín. Mucha de la deuda privada y de empresas transnacionales pasó a ser del Estado, provocando el saqueo de los recursos del pueblo, con una impunidad que persiste hasta el presente, generadora de hambre, desempleo y falta de recursos para la vida del pueblo, que sufre las consecuencias de la pobreza y la exclusión social.
Treinta mil muertos y desaparecidos son las consecuencias de la dictadura militar argentina, de su participación en el Plan Cóndor, la internacional del terror que se implantó en América latina, principalmente en el Cono Sur, con atentados en otros países, intercambio de prisioneros y secuestros. En los archivos del terror descubiertos en Asunción, Paraguay, se ponen en evidencia los operativos y prácticas impuestas por el Cóndor. Stella Calloni, investigadora y periodista, en su libro La Hora del Lobo, saca a luz la metodología siniestra empleada por las Fuerzas Armadas en el marco de este sistema represivo. Los campos clandestinos de detención en el país de las cárceles, torturas y quemas de libros, plan semejante a las prácticas del nazismo, como pude ver las cruces esvásticas pintadas en la Superintendencia de Seguridad Nacional de la Policía Federal.
En esta situación límite los organismos de DD.HH. tuvieron que resistir, denunciar y lograr llevar a la comunidad internacional la verdad de lo que ocurría en el país. La lucha por la vida y la vigencia de los DD.HH. fue desigual y los riesgos, permanentes. El organismo pionero en Argentina en 1975 fue la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, que desarrolló una intensa actividad en defensa de los derechos humanos. El Serpaj (Servicio Paz y Justicia en América Latina) informaba a los organismos internacionales sobre la situación en el país y el continente. En 1975, con un grupo de amigos de diversas procedencias políticas, religiosas y sociales entre los que estaban Alfredo Bravo, Eduardo Pimentel, Jaime DeNevare, comenzamos a formar la Asamblea Permanente por los DD.HH. Simultáneamente se formó el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, con el obispo Carlos Gatinoni de la Iglesia Metodista Argentina y el obispo de Quilmes Jorge Novak, entre otros religiosos y religiosas y laicos, para asistir a las familias afectadas y saber qué pasaba con sus seres queridos, frente a la negativa de las autoridades de dar información alguna sobre sus paraderos. Posteriormente al golpe de Estado surgen las Madres de Plaza de Mayo y luego Abuelas, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas. Surgen otras organizaciones como Hijos, Ex Detenidos y Desaparecidos, y Hermanos, que en todos estos años reclamaron el derecho a la verdad y la justicia, y el no a la impunidad sancionada por el gobierno de Alfonsín, presionado por las Fuerzas Armadas, que buscaba impedir el juicio a los responsables de graves violaciones. En su gobierno, por la fuerte presión social, de los organismos y de la comunidad internacional, se logra el juicio a las Juntas. La Conadep recoge los datos y denuncias en el país. El gobierno de Carlos Menem se caracterizó por el ocultamiento de la verdad y la sanción de indultos a los criminales. Fernando de la Rúa se negó a colaborar con los pedidos de cooperación jurídica de otros países, como España y Alemania, que tienen sus ciudadanos desaparecidos en Argentina.
Hoy, a los 30 años del golpe de Estado y la implantación del terror en el país, es necesario hacer memoria para esclarecer y buscar nuevos caminos de vida y dignidad humana. No es posible construir una democracia sobre la impunidad. La memoria es la vida e historia de los pueblos y nos ayuda a iluminar el presente, y es a través del presente que podemos generar y construir la vida. El gobierno del presidente Néstor Kirchner hizo lo que los gobernantes que le antecedieron no quisieron hacer. Tiene la voluntad política de llevar adelante el esclarecimiento y el juicio a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Queda un largo camino a recorrer, como recuperar las instituciones del Estado para que funcionen correctamente. La independencia de los poderes del Estado, como el judicial. Los signos de esperanza están en la participación de los jóvenes, las nuevas generaciones que buscan nuevos caminos, valores y la participación social, política, cultural y espiritual.
No podemos dejar de señalar que las metodologías aberrantes del imperio del terror están vigentes hoy en el mundo, como en las cárceles de Irak, Afganistán, Guantánamo, Colombia, Africa. Es necesario que los crímenes no queden impunes en ninguna parte del mundo.
* Premio Nobel de la Paz. Titular del Serpaj.