Aspectos descriptivos de la movilidad intergeneracional de clase en Argentina: 2003-2004
En la Argentina hay pocos estudios sobre movilidad ocupacional o de clases intergeneracional, que además en general han descansado en datos del Gran Buenos Aires. Este trabajo constituye uno de los pocos basados en una muestra nacional y en la categorización de Erikson, Goldthorpe y Portocarero, reelaborada. La propuesta, entonces, es discutir aspectos fundamentalmente descriptivos -aunque con algunos avances más analíticos de movilidad intergeneracional ocupacional o de clases en Argentina, en base a dos muestras nacionales integradas de 2003 y 2004.
Introducción
Los pocos estudios sobre movilidad ocupacional o de clases intergeneracional en Argentina han descansado hasta el presente en datos sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), es decir, Capital Federal y los Partidos del Conurbano Bonaerense (Germani, 1963, Beccaria, 1969, Jorrat, 1987, 1992, 1997, 1998, 2000). Hay una única excepción, de un trabajo sobre una muestra nacional (Jorrat 2004), basado en una categorización difundida por Hout (1983), con pequeñas modificaciones a tal categorización. En sólo uno de los estudios (Jorrat 2000) se tomó en cuenta, entre otros esquemas de clase, la propuesta conocida como EGP, de Erikson, Goldthorpe y Portocarero (1979), reelaborada en distintas oportunidades y explorada en detalle en Erikson y Goldthorpe (192).
La categorización EGP, sujeta a más de una discusión y especificación en la bibliografía, es de uso casi estandarizado en la investigación sobre estratificación, clases y movilidad en los países desarrollados de Europa, lo que introduce una gran ventaja comparativa. Ya tuvimos oportunidad de una presentación y discusión detallada de la misma en el pasado (Jorrat 2000), por lo que ofreceremos aquí a una presentación breve.
Dados los límites de los tamaños muestrales a mano, propondremos la construcción de un cuadro clásico de movilidad de 5 x 5. También, dentro de la perspectiva de este primer artículo, nos centraremos en los aspectos más bien descriptivos de la movilidad, quedando la propuesta de modelos de ajuste de los datos para una continuidad de estos trabajos.
La propuesta, entonces, es discutir aspectos fundamentalmente descriptivos -aunque con algunos avances más analíticos- de movilidad intergeneracional ocupacional o de clases en Argentina, en base a dos muestras nacionales integradas de 2003 y 2004.
ASPECTOS CONCEPTUALES: El esquema de Erikson, Goldthorpe y Portocarero
El esquema inicialmente propuesto por Erikson, Goldthorpe y Portocarero (1979) partía de una amplia desagregación en 36 categorías originales, agrupadas luego en esquemas de 11, 7 y 5 categorías de clase. El esquema descansaba en una perspectiva neoweberiana, que originalmente se basaba en clasificar las ocupaciones según la situación de mercado y de trabajo. Si compartían la situación de mercado y de trabajo, se decía que tales ocupaciones constituían una clase, ya que sus integrantes compartían chances similares de vida.1
Más adelante, en el trabajo de Erikson y Goldthorpe (1992), se enfatiza que "El propósito del esquema es diferenciar posiciones dentro de mercados de trabajo y unidades de producción o, más específicamente,…, diferenciar tales posiciones en términos de las relaciones de empleo que ellas implican" (pág. 37; énfasis en el original; Jorrat 109). Y, como señalábamos en un escrito previo, "ello se diferenciaría de discusiones de Goldthorpe, según Evans (1996), donde el criterio de división de clases descansaba en el trabajo y situaciones de mercado "típicas" vinculadas a las ocupaciones (Jorrat, 2000, p.109). "Sus referencias al 'trabajo y situaciones de mercado típicas' asociadas con las ocupaciones han sido también en general reemplazadas por el término 'relaciones de empleo'" (pag. 213).2
Como señala Richard Breen (2005) ahora las clases "capturan dos distinciones principales entre empleados y empleadores, y entre empleados según la naturaleza de su relación con los empleadores. La distinción importante aquí es entre posiciones que son reguladas por un mercado de trabajo y aquellas que son reguladas por una 'relación de servicio' con el empleador. Bajo el contrato de trabajo hay un intercambio muy específico de salarios por esfuerzos y el trabajador es supervisado de forma relativamente cercana, mientras que la relación de servicio es de más largo plazo e implica un intercambio más difuso" (pág. 46).
En la cúspide se encuentra la Clase I, Clase de Servicios, integrada por "aquellos que ejercen la autoridad y el conocimiento en nombre de cuerpos corporativos -más algunos elementos de la burguesía clásica (empresarios independientes y profesionales 'libres') en la medida en que no han sido todavía asimilados dentro de esta nueva formación (Goldthorpe y colaboradores 1987, pág. 41; Jorrat 2000, pág. 111).
Para nuestro análisis, al igual que para sus propulsores en los esquemas más agregados, la Clase II, integrada por bajos profesionales y altos técnicos, además de gerentes de pequeños establecimientos y supervisores de empleados no manuales integran la Clase Servicios. Este sector sigue a la Clase I "en posibilidades de niveles de ingreso y son posiciones que implican status de staff. Se ubican en los planos intermedios y bajos de la jerarquía burocrática lo que les permite una cierta autoridad y discreción aunque están sujetos a control sistemático desde arriba" (Jorrat 2000, pág. 112). Para Goldthorpe y colaboradores (1987), notábamos que la consideraban como complemento de la anterior, "en cuanto representan los niveles subalternos o cadetes de la clase de servicios" (pág. 41); énfasis original).3
En nuestro trabajo sobre el AMBA (Jorrat 2000) ofrecimos una descripción detallada de la propuesta EGP. Como una síntesis, nos parece práctica la descripción de Breen (pág. 47), presentando luego una reproducción del esquema básico según Ishida, Goldthorpe y Ericsson (1991, Cuadro 1, págs. 962-963; en Jorrat 2000, pág. 114).
"Hay una clase autónomos y pequeños empleadores (pequeño burguesía), llamada clase IV (la clasificación usa números romanos). Esta se subdivide primero sobre una base sectorial, de manera que la IVc comprende a los agricultores y 'otros trabajadores cuenta propia en la producción primaria', y segundo entre empleadores no agrícolas y cuenta propia; la IVa comprende a los pequeños propietarios con empleados, la IVb aquellos sin empleados. Las clases remanentes están integradas por posiciones asalariadas, distinguidas sobre la base de sus posiciones de empleo. Las clases I y II están conformadas por aquellas ocupaciones que más claramente tienen una relación de servicio: la distinción entre ellas es una cuestión de grados. Así la clase I comprende a los profesionales de nivel alto y la II a los profesionales de nivel bajo, a los altos técnicos y a los trabajadores administrativos y gerenciales. En el otro extremo, los miembros de la clase VI (trabajadores manuales calificados) y VII (trabajadores manuales no calificados), más claramente tienen un contrato de trabajo con el empleador. La clase VII está también dividida sectorialmente: la VIIb es trabajadores agrícolas no calificados, la VIIa trabajadores no calificados fuera de la agricultura. Las clases remanentes, III (ocupaciones rutinarias no manuales) y V (técnicos de nivel bajo y ocupaciones de supervisión manual), 'comprenden posiciones con relaciones de empleo asociadas que característicamente aparecerán tomando una forma muy mezclada' (Erikson y Goldthrorpe 1992, pág. 43)".
Cerrando esta presentación, notamos, como lo hicimos en el trabajo previo (Jorrat 2000, págs. 107-108) que "Erikson y Goldthorpe (1992) aclaran que "no existe una forma obvia e in controvertida" de establecer un conjunto de categorías de clase, agregando luego: "Nuestra posición frente a esta dificultad es la siguiente. Partimos del punto de vista de que los conceptos -como todas las otras ideas- deberían ser juzgados por sus consecuencias, no por sus antecedentes. Así, tenemos poco interés en argumentos sobre las clases que sean de naturaleza meramente doctrinaria. El esquema de clases que hemos desarrollado… posee una racional teórica que, confiamos, lo dota de una medida de consistencia interna. Pero,…, es en su inspiración más bien ecléctico" (pág. 35).
Datos básicos y análisis
Los datos provienen de la integración de dos muestras nacionales relevadas por el CEDOP-UBA en 2003 y 2004, a partir de muestras estratificadas multi-etápicas, con selección aleatoria en todas las etapas del muestreo. En total resultan 1642 casos de ambos sexos con información conjunta sobre la ocupación del encuestado y la de su padre (o persona que se desempeñaba como tal), cuando el encuestado tenía alrededor de 16 años. En el caso de desocupados se incluye su último trabajo, mientras que para los jubilados la ocupación en que se jubiló.
Los cuadros se construyen a partir de la propuesta o Modo de 5 clases de Erikson, Golthorpe y Portocarero (EGP), descriptas en el punto anterior. En términos de ver si se puede señalar una "distancia vertical" entre las categorías, además de la propia descripción conceptual que considera que se pueden diferenciar por sí mismas en ese sentido, se calculó la media de años de educación completados por los encuestados, la de sus ingresos personales o per cápita, y sus promedios de puntaje de prestigio, que bajan al pasar de las categorías superiores a las inferiores en el esquema EGP. Esta observación tiene presente la preocupación de distinguir una movilidad de clase versus una movilidad vertical, atribuyendo diferencias de tipo o especie ("kind") a la categorización ocupacional, mientras que la perspectiva vertical toma en cuenta puntajes de prestigio de las ocupaciones, valores de ingreso, años de educación, etc. Es decir, ven a las ocupaciones como difiriendo en cuestiones de grado más que de tipo o especie (Hout y DiPrete 2004, pág.9).
En el Cuadro 1 se presentan los valores absolutos, en el Cuadro 2 se presentan los porcentajes de "salidas" u horizontales, mientras que en el Cuadro 3 se ofrecen los porcentajes de "entradas" o verticales. Estos cuadros básicos reflejan los movimientos entre orígenes y destinos.
Si bien la ocupación de los padres no hace referencia a una muestra de padres puntual en el tiempo, ni a una "generación" específica (Blau y Duncan, 1967), puede observarse en las marginales (filas y columnas de totales) de los cuadros básicos de movilidad:
a) que los sectores medio-altos, la clase de servicios y las clases intermedias asalariadas no manuales han aumentado al pasar de la distribución ocupacional o de clase de los padres de los encuestados -hijos- que cayeron en la muestra ("orígenes"), respecto de la distribución de los hijos ("destinos"); y
b) que las clases intermedias autónomas (pequeña burguesía), al igual que la clase obrera (trabajadores manuales) calificada y no calificada han disminuido al pasar de la distribución de los padres a la de sus hijos en la muestra. En realidad, exactamente el porcentaje que aumentan los destinos No Manuales Rutinarios es el porcentaje que disminuyen los orígenes de trabajadores Manuales (9,8%).
O sea, desde un punto de vista global, al comparar orígenes y destinos aumentaron los niveles medio altos y los medios asalariados, disminuyendo los niveles medios autónomos y los trabajadores manuales. Esto dentro de pautas esperables según evolución de la estructura ocupacional en el tiempo.
Pasando al Cuadro 1, la diagonal principal, donde coinciden las clases de origen (padre) y destino (hijos / encuestados), exhibe los valores que indican inmovilidad. Tales valores, como porcentaje del total muestral, muestran que más de un tercio de los encuestados, un 35,9%, se mantuvo (o terminó) en la clase de origen. Consecuentemente, un 64,1% exhibió movilidad de algún tipo. (Es posible que parte del 35,9% de inmóviles mencionados haya tenido alguna movilidad, terminando finalmente en la misma categoría que la de sus padres).
Los valores fuera de la diagonal principal que se encuentran en la parte inferior izquierda del Cuadro 1 son indicadores de movilidad ascendente, mientras que los que se encuentran en la parte superior derecha indican movilidad descendente. Como porcentaje del total muestral, los primeros constituyen un 38,7%, los segundos un 25,4%. Habría una prevalencia de movilidad ascendente.
Si distinguimos movilidad de corta distancia (los que se movieron una celda) y larga distancia (los que se movieron dos o más celdas), se observa que: a) la movilidad ascendente de corta distancia llega a un 15,8%; b) la movilidad ascendente de larga distancia alcanza a un 22,9%; c) la descendente de corta distancia es de un 15,0% y d) la descendente de larga distancia es de un 10,4%. Mientras la movilidad ascendente de larga distancia supera a la de corta distancia, lo contrario ocurre para la descendente.
Los aspectos descriptivos de movilidad vistos hasta ahora hacen referencia a lo que Goldthorpe y colaboradores (1987) llaman movilidad absoluta de facto o de hecho, cuyos resultados estarían afectados por los valores marginales de los cuadros, es decir, por el contexto estructural. Una alternativa en la bibliografía se refiere a las distinciones "clásicas" entre movilidad total, estructural y circulatoria.
En cuanto a tales distinciones "clásicas" de movilidad, puede señalarse que la movilidad total observada de un 64,1% puede dividirse en la denominada movilidad estructural -movilidad mínima permitida por las marginales- (13,6%) y en la denominada movilidad circulatoria (50,5%). O sea, se observa un predominio de la movilidad "pura". Nótese que la movilidad estructural se obtiene como la diferencia entre el total muestral y la suma de las menores de las frecuencias marginales vinculadas a cada celda de la diagonal principal: 1642 - (186 + 185 + 465 + 293 + 289) = 224. Sería un nivel de movilidad inescapable, impuesto por la propia demografía: la máxima inmovilidad de 1418 casos aun permitiría que los 224 casos remanentes hubiesen tenido destinos diferentes a los de sus orígenes.
En general, un valor de 13,6 sería todavía menor que el encontrado para Chile (19,9), cuyos autores lo consideraban modesto (Torche y Wormald 2004; pág. 41). Son pocos los casos que tendrían que cambiar para hacer iguales ambas distribuciones. O sea, los cambios "estructurales" en términos de distribución ocupacional agregada no serían particularmente relevantes. En principio, ello haría más destacada la movilidad "circulatoria" o "pura" dentro de la movilidad total.
Las distinciones de movilidad precedente han sido objeto de fuertes críticas (no sólo por Goldthorpe y colaboradores). Otra alternativa, complementaria de esta parte descriptiva, aunque avanzando un poco en los aspectos más analíticos, surge de un índice "tradicional" de (in)movilidad, que suele denominarse "razón de (in)movilidad". Se define como el cociente de las frecuencias observadas en las frecuencias que uno esperaría si la distribución ocupacional o de clase de los padres -que corresponde a los hijos que cayeron en la muestra- fuese independiente de la de sus hijos. Esas frecuencias observadas pueden calcularse como el producto de las frecuencias marginales correspondientes a una celda dividido en el total muestral.
Más allá de las críticas al mismo, tanto de Golthorpe y colaboradores como de otros autores, este índice es una herramienta "tradicional" en los estudios de movilidad. Si bien descansa en el supuesto poco realista de "movilidad perfecta" entre orígenes y destinos, mostraría los excesos de (in)movilidad si la ocupación o clase de destino fuese independiente de la de origen.
Si el índice fuese igual a uno, indicaría que los valores observados coinciden con los esperados (bajo el supuesto de independencia); si es inferior a uno, indicaría que los valores observados son menores que los esperados, y si es mayor que uno que los valores observados exceden a los que se esperaría bajo el mismo supuesto de independencia entre orígenes y destinos. Como es usual, los valores más altos del índice corresponden a las celdas en la diagonal principal, particularmente en los dos extremos, donde se interceptan las clases de servicio en uno, las de manuales no calificados en el otro. La alta concentración en la diagonal principal es indicadora de la existencia de "heredad ocupacional" o "autoreclutamiento".
Hay otras celdas que exceden el valor de 1. Son los movimientos entre Clase de Servicios y No Manuales, básicamente. Se agrega también el movimiento de hijos de manuales calificados que pasan a manuales no calificados. En general, si bien los valores, como era de esperar, se concentran en la diagonal principal, hay movilidad de corta distancia en los extremos. Si, para simplificar, consideramos como movilidad "horizontal" la de corta distancia y "vertical" a la movilidad de larga distancia, puede señalarse un predominio de movilidad vertical ascendente que, como vimos, supera a la descendente (22,9% versus 10,4%).
Las críticas de Hout (1983, pág. 18) puntualizan que cuadros con diferentes marginales pero similar asociación entre orígenes y destinos tendrán, por necesidad, diferentes índices o razones de (in)movilidad. Agrega el hecho de que el índice descansa en el supuesto poco realista de movilidad perfecta y, finalmente, que "en la práctica, un investigador no tiene forma de evaluar la importancia relativa del error y la interacción sistemática sin referencia a un modelo que ajusta los datos. Una vez que el modelo de ajuste es encontrado, la razón de movilidad no es necesaria; la asociación es descripta mejor por los parámetros del modelo (citado en Jorrat 2000, págs. 89-90).
Como es típico, el modelo de movilidad perfecta no ajusta los datos, ya que un test de Chi2 muestra que se rechaza por lejos la hipótesis de independencia entre orígenes y destinos (Chi2 = 322,044; p < 0.0000). Frente a esta situación, suele proponerse eliminar la diagonal principal de cuadro, expresión usual de alta inmovilidad, y evaluar si existe independencia en el resto del cuadro. Este modelo, denominado de casi-independencia, tampoco ajusta nuestros datos (Chi2 = 65,186; p < 0.0000), como es también típico, aunque hay una ganancia muy importante comparando ambos valores de Chi2.
Una vez que se descartan estos modelos iniciales básicos, se recurre a la propuesta y evaluación de diversos modelos de ajuste de mayor grado de complicación. Ello será parte de la continuidad de este trabajo.
CONCLUSIONES PROVISORIAS
Aparentemente, la profunda crisis desatada a fines de 2001 no habría "desdibujado" ciertas pautas de movilidad (de facto o de hecho) atribuidas históricamente al sistema de estratificación social de Argentina. En principio, este hallazgo parecería inconsistente con los trabajos que subrayan el crecimiento de la pobreza -o exclusión social- en el país. Hay aquí cuestiones sustantivas, metodológicas y de construcción e interpretación del dato.
En esta exploración el cuadro de movilidad incluye el último trabajo de los desocupados y el trabajo en que los jubilados se jubilaron. Las encuestas del 2003 y 2004, al tomar el último trabajo de los desocupados, de alguna manera relativizaban los efectos de la crisis sobre el empleo. (El objetivo era indagar sobre movilidad intergeneracional más allá de los efectos coyunturales de la crisis). Además, no hay una cantidad de casos como para ver movilidad intergeneracional según cohortes. A su vez, la metodología en esta parte se ha limitado a análisis más bien descriptivos, referidos en particular a lo que Goldthorpe y colaboradores llaman movilidad de hecho. Tales análisis descriptivos aquí practicados están afectados por los valores de los totales marginales del cuadro. La unidad de análisis es el individuo de 18 años y más -no la familia u hogar, tampoco el jefe de hogar-. Muchos estudios toman las edades activas -25 a 64 años-, mientras otros toman al jefe de hogar en estas edades, normalmente un varón. La expansión educacional intergeneracional, particularmente en el caso de la mujer, con su concomitante apertura de oportunidades, constituye un elemento contextual relevante en la evaluación de los datos. En cuanto a cuestiones sustantivas, la categorización de clase se centra en la ocupación, tradicionalmente especificada. Las modificaciones profundas del mercado de trabajo introducidas por la globalización y la crisis requerirían, quizás, evaluar la posibilidad de repensar los sistemas de categorización de las ocupaciones.
En el marco de estos datos y su categorización, el análisis descriptivo muestra una pauta de movilidad intergeneracional de clase atendible, "competitiva" dentro de pautas internacionales. La similitud de pautas internacionales, normalmente de estudios realizados en los países avanzados, tienden a repetirse cuando se ponen a prueba en países como Argentina (Jorrat 2004 y actual) y Chile (Torche, 2005). Lo que ratificaría la idea de que la vinculación entre crecimiento de la desigualdad y la baja movilidad social no es concluyente, y que la fluidez del sistema de estratificación -al menos en términos intergeneracionales- no es privativa de los países industrializados (Torche 2005).
La propuesta y discusión futura de distintos modelos de ajuste de los datos permitirá evaluar en qué medida esta mirada descriptiva de la movilidad puede especificarse, para avanzar en la discusión de las hipótesis más comunes en la bibliografía.
NOTAS:
1 "La situación de mercado se refiere a las fuentes y niveles de ingreso de una ocupación, a sus condiciones asociadas de empleo, al grado de seguridad económica y a las chances, para sus integrantes, de avance económico. La situación de trabajo se refiere a la ubicación de una ocupación dentro de sistemas de autoridad y control en el proceso de producción" (Breen, 2005, pág. 46).
2 Goldthorpe y colaboradores (1987) puntualizaban: "Una característica distintiva de estas categorías es que proveen un grado relativamente alto de diferenciación en términos tanto de función ocupacional como de status de empleo … Sobre esta base, entonces, somos capaces de poner juntas, dentro de las clases que distinguimos, ocupaciones cuyos portadores compartirán típicamente situaciones de mercado y de trabajo gruesamente similares que … tomamos como los dos componentes principales de la posición de clase" (pág. 40; énfasis en el original).
3 Breen señala -entre otros- la sorprendente ausencia en el esquema "de una clase de grandes empleadores -la alta burguesía-. Hoy en día los grandes empleadores tienden a ser organizaciones más que individuos, pero esos individuos grandes empleadores existentes tienden a ser ubicados en la clase I. Erikson y Golthorpe (..) justifican esta práctica sobre la base de que tales individuos son usualmente propietarios de empresas que difieren de aquellas de la pequeño burguesía en términos más legales que sustantivos" (pág. 48).
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Fuente: Revista de Estudios Sobre Cambio Social año VI . Número17-18.