Burbuja financiera
La especulación no sólo distorsiona los precios, sino que al generar ganancia financiera realizable en corto plazo, esa realización (conversión en dinero) en cualquier mercado del mundo, facilita también la fuga de capitales.
El principal objetivo del capital (en general riqueza acumulada y en particular la infraestructura, las máquinas y equipos, más la capacidad de contratar mano de obra y conocimiento para producir bienes y servicios) es generar ganancia. El fin de lucro es el “norte” de todo emprendimiento en el sistema de acumulación y distribución que tiene en el capital su centro y base de desarrollo y que se denomina capitalismo.
Vendedores de Humo
Basada en la autobiografía de Jordan Belfort, un corredor de Bolsa que hizo una fortuna en los años ’90 aprovechando las ventajas de la desregulación financiera, El lobo de Wall Street, la nueva película de Martin Scorsese, que se estrena esta semana, protagonizada por su aliado y favorito Leonardo Di Caprio, es el mejor exponente de un género de larga tradición, que surge con L’argent, de 1928, y llega a Capitalismo: una historia de amor, de Michael Moore, sin olvidarse, claro está, de la mítica Wall Street, de Oliver Stone. La de Scorsese es una comedia excesiva y pantagruélica que, en su exageración, desnuda el corazón vacío de un mundo donde nada se produce y donde cada acción tiene consecuencias reales sobre la vida de personas que ni siquiera pisaron el recinto de la Bolsa alguna vez. Amada y odiada por la crítica, la película es, sin embargo, el mejor Scorsese en años: como en sus mejores épocas, vuelve a hablar del egoísmo, la naturaleza salvaje del capitalismo y la fuerza corruptora del poder a través de personajes tan inescrupulosos como irresistibles.