Responsabilidad social empresaria
En la última década la imagen del capital frente al mundo del trabajo se fue deteriorando por prácticas en muchos casos reñidas con la moral, especialmente por parte de las empresas trasnacionales. Ese «capitalismo salvaje» se vio en la necesidad de recomponer la percepción negativa y recurrió al «marketing de las relaciones», proceso contrapuesto con los valores cooperativos.
Se trata de una batalla cultural en la que, por ejemplo, se agrega la palabra social con la pretensión de suavizar algunas categorías desprestigiadas. Un lugar privilegiado en este maquillaje semántico lo ocupa la llamada responsabilidad social empresaria, impulsada a fines de los 90 por la ONU y que dio lugar al Pacto Global de Naciones Unidas (UNGC, siglas en inglés). Los diez principios rectores de la UNGC agrupados en cuatro secciones abarcan: Derechos humanos, Estándares laborales, Medio ambiente y Anticorrupción. Algunos de esos principios que podrían inducir a una pronta identificación por parte de los sectores progresistas son: asegurar que los negocios no estén implicados en abusos a los derechos humanos, la eliminación de todas las formas de trabajo forzado, promover la responsabilidad medioambiental, y actuar en contra de toda forma de corrupción.
Aún sin conocer la nómina de empresas trasnacionales adheridas es muy probable que incluyan a Enron, Walmart, Nike, a las responsables de las hipotecas basura, a las que privaron de su derecho al trabajo a millones de ciudadanos en todo el mundo por la corrupción de los conglomerados financieros, a las que provocaron desastres ambientales en el Golfo de México, a las que recurren a la servidumbre de sus trabajadores para maximizar sus ganancias.
No se menciona en los documentos oficiales otra forma de sometimiento: la de las mycropymes respecto de las imposiciones de las grandes empresas, en especial multinacionales.
Es importante no caer en trampas retóricas que pretenden tapar el sol con un harnero...
Revista Acción - Segunda quincena de marzo de 2011