Chipre prepara un plan desesperado para salir del atolladero bancario
Las propuestas, si llegan a concretarse, permitirían a las autoridades restringir transacciones que no sean en efectivo, congelar el cobro de cheques, limitar los retiros de cuentas e incluso convertir cuentas corrientes en depósitos a término fijo.
La suerte de Cyprus Popular Bank PCL (un pequeño banco conocido como Laiki Bank en la pequeña isla) tiene repercusiones desproporcionadamente grandes. Por primera vez en los 14 años de historia del euro, los ciudadanos de un país que usan la moneda común se enfrentan a un período extendido de tiempo en el que no pueden tener acceso a su dinero, una imagen inquietante para los ahorradores alrededor de Europa.
Se espera que los proyectos de ley para estas medidas sean debatidos hoy viernes en el Parlamento. Si no se aprueban, Chipre tendría pocas opciones salvo abandonar la zona euro, lo que abriría una caja de Pandora que podría amenazar a España e Italia.
El cronómetro sigue avanzando. El jueves, el Banco Central Europeo amenazó con cortar la línea de ayuda financiera si los bancos de Chipre no están estabilizados para el lunes.
Ayer, sin embargo, no era claro si la propuesta sería suficiente. Chipre recibió una promesa de ayuda de 10.000 millones de euros de la zona euro si logra recaudar por su cuenta 5.800 millones de euros. Un alto dirigente del partido de gobierno dijo que el plan reduciría la cifra a 3.500 millones de euros, una suma muy alta para un país con un producto económico anual de 18.000 millones de euros.
Los ministros del bloque monetario se reunieron la noche del jueves y dijeron que estaban listos para evaluar el último plan del país, pero no prometieron aceptarlo.
Los problemas en los bancos de Chipre se han estado gestando por años, pero se volvieron más agudos el sábado cuando el gobierno chipriota y la zona euro acordaron en un plan para imponer un impuesto sobre todos los depósitos bancarios.
La idea fue vista como una violación del principio de que el dinero de los pequeños ahorradores debe estar seguro en los bancos y fue rechazada en el Parlamento en medio de una furiosa oposición.
Esto ha causado un enfrentamiento entre Chipre, la zona euro y el BCE. Hasta que el impasse se resuelva, los bancos no pueden abrir sus puertas ya que confrontarían inmediatamente una fuga de depósitos.
Las transferencias electrónicas están congeladas mientras los bancos permanecen cerrados, pero los chipriotas se han lanzando a los cajeros automáticos a retirar lo que puedan.
Los rumores del inminente colapso de Cyprus Popular se propagaron por la calles de la capital, Nicosia, el jueves por la noche, y cientos de trabajadores del banco se reunieron frente al Parlamento para protestar. "No toquen a Laiki", coreaban, usando el nombre griego del banco.
Makis Adam, un veterano con 25 años en el banco que participó en la espontánea manifestación, dijo que planea mudarse a Australia con su esposa y dos hijos.
"Siempre queríamos estar en Chipre. Estudié finanzas en Connecticut pero regresé acá porque quería estar en casa", expresó entre lágrimas. "La ironía es que mi trabajo era declarar a empresas en cesación de pagos. Ahora, a nosotros nos están poniendo en cesación de pagos".
Como en otros países de la zona euro, el problema en Chipre es decidir quién debe pagar para sacar al país del atolladero financiero.
En los rescates de Portugal e Irlanda, los que sobrellevaron la carga fueron los contribuyentes, y la zona euro asumió el riesgo de prestarles dinero.
En Grecia, la zona euro hizo lo mismo, pero también compartió las pérdidas con los tenedores de bonos del país.
En Chipre, que tiene un sistema bancario inflado por su estatus como refugio financiero, la zona euro ha decidido que algunos de los acreedores de los bancos chipriotas tienen que pagar.
Los principales bancos de Chipre sufrieron enormes pérdidas con inversiones en Grecia, y también están expuestos al mercado inmobiliario de Chipre, que está en caída.
En el plan de reestructuración, Chipre le endilgaría las pérdidas a algunos depositantes y tenedores de bonos, aunque hay pocos en la segunda categoría.
La Nación - 22 de marzo de 2013