El neocolonialismo, la supremacía blanca y el desafío de China
Que un pueblo y un país considerados ‘inferiores’ por los supremacistas blancos se conviertan en su más espectacular oponente no es algo fácil de aceptar para la élite imperial identificada con la supuesta ‘superioridad’ de Occidente.
¿Cómo frenar a China? El ascenso de Beijing y las fracturas estratégicas en Estados Unidos
Trump ha declarado la guerra comercial al mundo, visibilizando la pérdida del dominio en el plano productivo-industrial de su país, no sólo en términos cuantitativos sino también y progresivamente en términos cualitativos.
Hay alternativas
En 1978 el presidente del sindicato más poderoso de Estados Unidos, Douglas Fraser, de la federación de los trabajadores de la industria del automóvil United Auto Workers (UAW) condenó a los “dirigentes de la comunidad empresarial” por haber “escogido seguir en tal país la vía de la guerra de clases (class war) unilateral, una guerra de clases en contra de la clase trabajadora, de los desempleados, de los pobres, de las minorías, de los jóvenes y de los ancianos, e incluso de los sectores de las clases medias de nuestra sociedad”.
Fraser también los condenó por haber “roto y descartado el frágil pacto no escrito entre el mundo empresarial y el mundo del trabajo, que había existido previamente durante el periodo de crecimiento y progreso” en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial conocido como la “edad dorada” del capitalismo de Estado.
El reconocimiento de la realidad por parte de Fraser fue acertado aunque tardío. Lo cierto es que los dirigentes empresariales y sus asociados en otros sectores de las élites dominantes estaban constantemente dedicados a una siempre presente guerra de clases, que se convirtió en unilateral, sólo en una dirección, cuando sus víctimas abandonaron tal lucha.