Hay un país (pero no el nuestro)

El lesbicidio de Barracas renueva la preocupación por el odio como pasión movilizante y las políticas de la crueldad. El caso puede ser pensado a partir de otro suceso sin forzar líneas de causalidad directa: las declaraciones de Nicolás Márquez. Hay, en él, una ideología cargada de prejuicios y fantasías que durante años orientaron el comportamiento social para darle forma a una sociedad violenta y excluyente. Las palabras circulan y tienen consecuencias sobre la vida de las personas y la convivencia democrática. Desde el Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) advierten que el efecto se profundiza cuando es pronunciado por una voz autorizada e institucionalmente relevante, como un presidente, sus funcionarios o sus asesores. En este ensayo, lxs autorxs analizan el caso y su lugar en la trama de las violencias de odio en Argentina.

De qué está hecha una bala

Los límites de aquello que puede ser dicho se delinean en cada momento histórico. En la Argentina de hoy, un fantasma recorre las redes sociales: los enunciados que incitan a eliminar al adversario. Es posible hablar de balas, de ajusticiar y matar. ¿Cómo es ese gris en el que la palabra enunciada todavía no se vuelve acto? ¿Qué condiciones históricas e ideológicas determinan lo decible?