El año de Gabriel García Márquez
Por la obra de Gabito circulan putas inverosímiles, dentistas austeros, niñas convertidas en araña por desobedecer a los padres, mujeres bellas que suben al cielo en sábanas blancas, viejos coroneles que se pudren a la sombra de un castaño, lluvias bíblicas que se precipitan por más de cuatro años, once meses y cinco días, gitanos que mueren y vuelven a la vida para mostrar el imán como una maravilla del mundo, nubes de mariposas amarillas, hombres taciturnos que mueren de amor en una venta y guerras desaforadas que definen las historias de los pueblos.
Y doscientas cosas más suceden en los relatos de García Márquez, gracias a que su prosa (una prosa que quizás provenga de una lectura atenta de los Cronistas de Indias, de la poesía española del Siglo de Oro, de la Biblia y de la literatura norteamericana de posguerra) es invasora.
Un lector desprevenido pensará que la escritura de García Márquez es fácil. Porque su prosa es transparente. Y se deja leer con una naturalidad asombrosa. A esto se suma la creencia errónea de que García Márquez no tiene formación literaria, que simplemente se dedicó a contar las experiencias de su infancia y de su pueblo. Pero todo esto es falso. Su estilo y su prosa es el resultado de 40 años de trabajo riguroso con las palabras.
El hombre que escribe Cien años de Soledad no sólo ha dedicado la mitad de su vida para aprender a escribir una novela sin que se le note el esfuerzo, sino que además logró algo asombroso: reunió en una novela de 350 páginas nada menos que tres mil años de literatura: desde Homero hasta los novelistas latinoamericanos de la primera mitad del siglo XX confluyen en la historia de Macondo.
Pero, ¿qué tiene la obra de García Márquez que la hace imprescindible no sólo para la historia literaria sino para la humanidad? García Márquez cuenta una historia universal. En todas las culturas del mundo siempre habrá un hombre que abandona su pueblo para fundar otro. En todas las culturas la penetración de la modernidad cambiará los hábitos de vida. En todas las sociedades habrán mitos y leyendas y el paso de la oralidad a la escritura será decisivo para el desarrollo cultural de los pueblos. Esto es lo que ha hecho García Márquez, con una honestidad y un genio como pocos lo han tenido en la historia.
Y es por esta razón que la influencia de García Márquez se ha extendido a todas las literaturas: el chino Mon Ya, el canadiense Kroetsch, el bengalí Amitav Gosch, el irlandés John Balville, la neocelandesa Jane Frame, el congolés Soni Labou Tansi, el senegalés Boubacar Boris Diop, el turco Orhan Pamuk, el pakistaní Zulfikar Ghose, la chilena Isabel Allende y un largo etcétera de escritores importantes como Toni Morrison y Paul Auster han creado una obra literaria que está en deuda con Cien años de soledad.
Por esta razón el mundo entero se prepara para homenajear al patriarca. La academia de la lengua española que se reunirá en Cartagena el 26 de marzo presentará una edición definitiva de Cien años de soledad. La feria del libro de Bogotá estará dedicada a García Márquez y las universidades y colegios preparan cursos y seminarios sobre sus novelas.
El momento es un privilegio de nuestra época. Cabe desearle al festejado que siga vivo muchos años más, y que lo siga contando.
Fuente: El Universal* / Colombia – 04.03.2007