El cambiante escenario latinoamericano, el mundo en que vivimos
El Banco Mundial nos informa que el 20% de la población controla el 80% de la economía del planeta, que la esperanza de vida en los países desarrollados es superior en 30 años a la de los subdesarrollados y que sus gastos en salud lo superan en 40 veces.
El abismo crece, no se reduce. La diferencia de ingresos entre los países más ricos y más pobres que era de 37 veces en 1960 es hoy 74 veces.
El daño causado al ecosistema es enorme y el desgaste de los recursos energéticos y las reservas naturales comprometen el destino de las futuras generaciones.
Esta es una realidad irrebatible, aceptada incluso por aquellos que participan de sus causas.
La encrucijada latinoamericana
Nuestra región, la América Latina de las venas abiertas, con 570 millones de habitantes y una historia de explotación, coloniaje, fracasos y esperanzas posee el triste privilegio de ser la de mayor desigualdad del mundo, donde 96 millones de personas viven en condiciones de pobreza extrema mientras que el 20% de la población recibe un ingreso que es 19 veces superior al 20% más pobre. Esta región rica en recursos naturales e infinita en su diversidad, mantiene 41 millones de niños menores de 12 años sumidos en la indigencia y 22 millones de ellos trabajando en agotadoras jornadas, 35 millones mueren en su primer año de vida por cada mil que nacen vivos, mientras que el 13% de la población es analfabeta en la era del super desarrollo tecnológico. La región ostenta el promedio de 300 homicidios por millón de habitantes, lo que duplica el promedio mundial y refleja la situación de extrema pobreza o lo que es lo mismo de extrema desesperación.
Su disciplina en la aplicación del programa neoliberal ha sido elogiada por organismos multilaterales y gobiernos de países desarrollados mientras que su crisis se evidencia a través de diferentes formas.
Es conocido que en el año recién concluido el crecimiento promedio regional fue de 5,3%, provocado fundamentalmente por una favorable coyuntura externa para sus exportaciones de productos primarios y alimentos y en el cual influyó el alto crecimiento del Producto Interno Bruto de la República Bolivariana de Venezuela, que alcanzó un incremento del 10% y de Argentina que logró el 8,5%.
La CEPAL ha calificado los años 2003 y 2006 como los de mayor desempeño económico y social de América Latina en los últimos 25 años. Sin embargo; un simple análisis de las estadísticas develan que tras casi tres décadas de implementación de políticas neoliberales en la región, el avance social más espectacular ha sido el de regresar al % de pobres que había en 1980, entonces del 40,5% de los latinoamericanos, hoy del 39,8%, lo que significa en términos absolutos un número superior a 73 millones en el año 2006. Si nos detenemos en el número de indigentes, la cifra es de 81 millones con relación a 62 millones en 1980. Una apretada síntesis nos muestra que América Latina sigue siendo la región del mundo con la más regresiva distribución del ingreso, con altas cifras de desempleo y deuda externa, participación de las empresas transnacionales en el control de la economía, pobreza e indigencia, delincuencia, inseguridad ciudadana, homicidios y corrupción. Sus logros se limitan a la reducción de la inflación y el déficit fiscal. Más de lo mismo.
[i]¿Qué es entonces lo que ha cambiado en la región, por qué titulamos nuestra comparecencia: el cambiante escenario latinoamericano?[/i]
Que el neoliberalismo está en crisis en América Latina no es noticia. A su fracaso económico y a su tragedia social, hay que agregarle la ruptura de la capacidad para dominar la política electoral que le permitió gobernar y legitimarse como democracias neoliberales. Rebeliones populares en su contra y derrotas electorales revelan su tendencia declinante.
Y es evidente, que no se trata solamente del inicio de un nuevo ciclo de protestas sociales. Este aparece hoy en día representado por sujetos sociales con características diferentes de aquellos que ocuparon la escena pública en el pasado y coinciden en el tiempo con el crecimiento del conflicto en otras regiones del planeta. Ahora el auge de la protesta social y la emergencia y consolidación de nuevos movimientos sociales convergen en diferentes procesos de confrontación social que provocaron caídas de gobiernos, profundas crisis políticas y fracasos de acciones de evidente corte neoliberal.
Los movimientos campesinos en Paraguay que jugaron un papel importante en la caída de presidente Cubas Graus (1999); las rebeliones populares en Ecuador en 1997 y el levantamiento indígena en el año 2000 que culmina con la caída de Jamil Mahuad; la experiencia de los Frentes Cívicos Regionales que signaron el fin del régimen de Fujimori (2000); la extensión del movimiento de piqueteros y las protestas de los trabajadores del sector publico en Argentina que desencadena la renuncia de De la Rua a finales del 2001 así como la Guerra del Gas en Bolivia que culmina con la renuncia de Sánchez de Losada, son algunos ejemplos que ilustran esa realidad.
En procesos electorales obtienen victorias candidatos con discurso contrario a la política neoliberal. El neoliberalismo ya no disfruta del dominio electoral de las dos últimas décadas del siglo pasado cuando era la única opción y a las urnas se iba a buscar más de lo mismo.
Consecuente con este proceso, en nuestra América se producen cambios que abren nuevas perspectivas en la construcción de un espacio diferente y se levanta un eje que despierta la esperanza de los pueblos y coloca en alerta a los explotadores.
Hace apenas dos años Cuba y Venezuela eran los dos únicos socios de lo que entonces se vislumbraba como un proyecto: la Alternativa Bolivariana para las Américas, (ALBA); Chile continuaba con una audaz carrera de acuerdos extra ALADI; México estaba concentrado casi exclusivamente en el Tratado de Libre Comercio de las Américas, (TLCAN); el MERCOSUR estaba integrado por cuatro socios, la Comunidad Andina de Naciones contaba con Venezuela como importante miembro del Pacto, Centroamérica actuaba como un bloque de subordinación a Estados Unidos y éste se empeñaba en sostener un agonizante engendro para la recolonización de América Latina: el ALCA, teniendo a su favor el poderío norteamericano, la aceptación por algunos gobiernos del “saqueo dialogado” y el ancho espacio de privatizaciones y liberalización de mercados que dos décadas de política neoliberal habían establecido. Aún el coloso del norte no se había hundido de tan ingloriosa manera en el pantano de la guerra de Irak.
Hoy, cuando realizamos este Foro que festeja el sexagésimo primer aniversario del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas del Paraguay constatamos una situación bien diferente.
A la Alternativa Bolivariana para las Américas se sumaron Bolivia y Nicaragua cuyos gobiernos con claros discursos antineoliberales fueron elegidos en transparentes elecciones y ha dejado de ser un proyecto para concretarse en importantes programas donde participan países como Brasil y Argentina que rompieron con el Fondo Monetario Internacional; Ecuador que inicia un programa de independencia nacional, Uruguay y Paraguay que se plantean proyectos soberanos, así como varios países del Caribe que se revelan ante los esquemas históricamente impuestos.
El MERCOSUR además de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay cuenta con Venezuela como nuevo socio. Chile el país trasandino culminó el proceso para formar nuevamente parte de la CAN que abandonara en 1976.
La CAN sufrió la salida de Venezuela, y Colombia negocia acuerdos bilaterales con Estados Unidos y se incorpora al Plan Puebla – Panamá, mientras importantes movilizaciones de movimientos sociales invaden sus calles rechazándolo. El Perú se apresura por ser el primero en firmar el TLC con Estados Unidos enfrentado a organizaciones indígenas y sindicales en auge de resistencia y combatividad; por su parte en el bloque centroamericano surge un disidente: Nicaragua, que busca nuevos derroteros al margen del MCCA y Costa Rica aprueba un plebiscito por presiones de poblaciones campesinas, académicos y otros trabajadores urbanos para decidir su fatal incorporación al CAFTA-RD. El México del TLCAN firma una importante ampliación de su acuerdo bilateral con la Argentina como puente hacia un futuro acuerdo MERCOSUR mientras sufre una crisis de gobernabilidad y se divisa con mayor claridad el fracaso de las promesas del libre comercio. Venezuela, declara la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Bolivia, el más pobre país andino y uno de los más ricos en recursos naturales dirigido hoy por un presidente de fuerte raíz originaria nacionaliza sus recursos naturales, encaminando sus ingresos hacia una distribución de las riquezas. Cuba, deja de ser la solitaria defensora de una trinchera acosada recupera su economía y emprende una batalla de ideas con programas sociales que ratifican la justeza del socialismo.
Mientras tanto, el ALCA quedó prácticamente sepultada en la Cumbre de las Américas celebrada en noviembre de 2005 en Mar de Plata y ante su fracaso Estados Unidos dirigió sus acciones a concretar TLC bilaterales o con pequeños grupos.
En este cambiante panorama se decide el pasado 17 de abril durante la I Cumbre Energética de la Región, efectuada en la isla venezolana de Margarita crear la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), con la participación de 12 naciones lo que proclama el inicio de un proceso de integración energética que deberá partir de la recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales. Una nueva propuesta también se proyecta y trata la creación de una organización de países exportadores de gas.
América Latina está atravesando por momentos de grandes definiciones. En un polo los que apoyan la integración regional con determinante participación del Estado en las decisiones económicas y sociales y que tienen en su base la complementariedad apoyada en un fuerte principio solidario y en el otro los que apuestan por la continuidad de las políticas neoliberales y la subordinación a los intereses imperiales. Un grupo se mueve hacia una integración latinoamericana con objetivos dirigidos al desarrollo en pos del alivio de la inmensa deuda social que tienen con sus pueblos. Otros apoyan la profundización del libre Comercio, las privatizaciones y tienen como eje principal a los Estados Unidos. Un tercer grupo se halla en una línea divisoria e inclina sus naves según sopla el viento.
Pero lo que los hechos ya evidencian es que siguiendo los caminos de la integración, uniendo sus enormes riquezas naturales y humanas América Latina puede dar un vuelco al progreso. Para ello se impone un modelo de integración latinoamericana y caribeña contra hegemónico, que ponga el énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social y por lo tanto exprese los intereses de los pueblos latinoamericanos.
El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para crear ventajas cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías existentes entre los países del hemisferio. Tiene en su base la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias. Por ello esta propuesta le otorga prioridad a la integración latinoamericana y a la negociación de bloques subregionales, abriendo nuevos espacios de consulta para profundizar el conocimiento de nuestras posiciones e identificar espacios de interés común que permitan constituir alianzas estratégicas y presentar posiciones comunes en el proceso de negociación. Es una propuesta alternativa basada en la solidaridad que tiene su foco en lo social, privilegia la propiedad estatal y el papel del Estado, respeta los acuerdos previos y diversifica relaciones, compite con el modelo dominante, persigue beneficios económicos mutuos, transferencia tecnológica y equilibrio comercial.
Es imposible en este breve espacio hacer un recuento de las acciones concretadas ya. En la reciente cumbre ALBA-TCP efectuada en Barquisimeto la delegación cubana sintetizó así los pocos más de 2 años de integración solidaria.
* 30 mil médicos cooperando en los servicios de salud y 70 mil jóvenes formándose como médicos.
* 2 millones de latinoamericanos han aprendido a leer y escribir.
* Más de 600 mil personas operadas en menos de 3 años que hoy pueden ver el mundo en que vivimos.
* Técnicos y profesionales de un país trabajando en otros países, sin presupuestos millonarios, ni casas amuralladas con piscinas.
* Intercambio comercial que crece sin aranceles ni barreras absurdas.
* Empresas mixtas, sin espíritu de ave de rapiña, pensando en el beneficio de los pueblos y no en el lucro de los propietarios.
* Préstamos, facilidades comerciales, inversiones, acceso sin restricción a los adelantos de la ciencia, sin que los conocimientos sean también objetos del mercado.
* Suministro estable de combustibles con facilidades financieras y con un claro concepto de generosidad solidaria.
Otros proyectos apuntan hacia sectores vitales como la creación del Banco del Sur para terminar con el absurdo de que nuestros países financien con sus reservas monetarias depositadas en Estados Unidos los déficit de la economía norteamericana y que parte del dinero allí depositado retorne a la región en forma de préstamos con elevados intereses e irritantes condicionalidades y vigilados por el FMI, el Banco Mundial o el BID.
Ya se cuestiona el sistema de reparto de poder en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Después que Argentina y Brasil pagaron sus deudas al Fondo, México no tiene préstamos de ese organismo y Venezuela alerta su rompimiento con esa institución. Se comienza a hablar de una pérdida de relevancia del Fondo en la región y se cuestiona su efectividad y legitimidad. Sus ingresos están bajando; el FMI no tiene siquiera para pagar a su alrededor de 2500 funcionarios que son bien remunerados para aconsejar a los países más pobres que reduzcan la remuneración de sus funcionarios, y más allá del escándalo Wolfowitz el Banco Mundial nunca ha estado como hoy, tan debilitado.
Francamente pienso que los países de América Latina podrían abandonar definitivamente el FMI. Su participación le sirve de poco. Los votos de los países subdesarrollados no alcanzan para incidir sobre sus decisiones. Tanto el Banco como el Fondo están controlados por los Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Es el momento de tener un Banco multilateral y común totalmente controlado por los países de América Latina y el Caribe.
La reciente cumbre realizada en la Isla Margarita aprobó en el marco del ALBA el desarrollo de grandes campos de hidrocarburos en Ecuador con la participación de PDVSA y la explotación de la faja petrolera del Orinoco, así como la construcción de una refinería con capacidad para procesar 200 000 barriles de crudo diarios y la creación de una empresa mixta en el sector del gas.
Como ustedes conocen el documento firmado con Paraguay permitirá evaluar la edificación de una refinería en este país y construir una empresa mixta que desarrollará actividades industriales y comerciales a partir de procesamiento de hidrocarburos bajo el agua. Otros importantes acuerdos se han firmado con Colombia, Bolivia y Brasil.
El ALBA aporta ya algunas lecciones interesantes por lo alcanzado hasta ahora y aún más, por el potencial que encierra en lo que puede conducir a una verdadera integración.
La primera lección, quizás la más importante, es que la integración regional tiene que ser dirigida por el Estado en el compromiso de independencia y desarrollo, donde el patrón de acumulación fundamental lo aporte la nacionalización de los recursos fundamentales. La verdadera integración tiene que andar indisolublemente ligada a la nacionalización. Los caminos que a ella conduzcan y las modalidades que adopte podrán ser variados. Múltiples alianzas podrán y deberán establecerse en el largo camino de la integración, pero solo aquella que tenga en su base la propiedad social sobre los principales recursos permitirá el trato preferencial a los países de menor desarrollo, el cese del intercambio desigual y la erradicación de la enorme deuda social acumulada.
Otra lección, sería que la integración regional no puede ser con Estados Unidos ni tampoco con la Unión Europea. El gobierno y las transnacionales de esos países tienen su proyecto para integrar a la región como área de explotación financiera y comercial y abastecedora de petróleo, gas, agua, biodiversidad y enclave de bases militares. Para ello construyeron el proyecto ALCA y su engendro los Tratados de Libre Comercio. Que no son tratados sino imposiciones, que no son libres, pues no reconocen la necesidad de tener en cuenta las asimetrías y que por supuesto no son ni mucho menos, sólo sobre temas comerciales.
América Latina posee más del 10 % de las reservas de petróleo en el planeta y alrededor del 14 % de la producción, mientras solo se adjudica el 8,3 % del consumo global. Si consideramos también las reservas de gas arribamos al 80% de las reservas dentro del continente americano, lo cual nos sitúa en una posición ventajosa como proveedor de energía.
El 11.5 % de todas las reservas petrolíferas del planeta están distribuidas entre Venezuela, México, Brasil, Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú y Argentina. Poseemos el 47 % de las reservas de agua potable del orbe, sustancia considerada como recurso estratégico de este siglo y los venideros. Según informe presentado en el Foro Social Acuífero Guaraní, la tercera reserva de agua potable del planeta que abarca una superficie alrededor de 1 194 000 km2 está bajo la superficie de Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina. Es entonces comprensible por qué Estados Unidos, que tiene el 40 % de sus ríos y lagos contaminados y un déficit de agua subterránea calculada en 13 600 000 de m3, estaciona sus bases militares en zonas de reservas acuíferas y construye el proyecto ALCA y su engendro los TLC.
Hoy Estados Unidos, uno de los mayores consumidores y derrochadores de combustible probado del mundo, (sépase que un norteamericano promedio consume en un año casi 8 veces más petróleo que un latinoamericano y 21 veces más que un africano), centro de las cooperaciones petroleras, las trasnacionales que controlan el comercio agrícola y las semillas transgénicas y las empresas automovilísticas optan por la energía renovable. Para ello argumenta que están inmersos en la batalla por sustituir petróleo, un combustible contaminante y no renovable por combustible renovable que no dañe el medio ambiente. Sin embargo; la verdadera razón hay que buscarla en el temor a la dependencia del petróleo que importan de los países que hoy recuperan sus principales recursos para el bienestar de su pueblo como Venezuela, en otros que no se dejan amedrentar por las amenazas del imperio como Irán o por el fracaso de la guerra de Irak que ha impedido que Estados Unidos se apropie de su petróleo y por las dudas que le crea la situación en Nigeria, Arabia Saudita y Angola.
[i]La pregunta entonces es: ¿cómo mantener el actual patrón consumista del primer mundo y garantizar la alta tasa de ganancia de los consorcios petroleros, el agronegocio y la industria automovilística?[/i]
Para ello es imprescindible que los países del sur dediquen su producción de caña de azúcar girasol, maíz, soja, almendra o palma africana a la producción de combustible. La energía que contienen los granos o plantas es en realidad una metamorfosis agroquímica de la energía solar que a través de aceite vegetal o de alcohol se transforma en combustible. Es evidente que nuestros países poseen las mejores condiciones para este proceso, pues tienen abundante energía solar y tierras por sembrar. La producción en gran escala de biocombustibles como el alcohol de caña de azúcar y el etanol de maíz encontraría un mercado seguro en Estados Unidos y para hacer viable este programa el gobierno del presidente Bush postula que se otorgue al alcohol – etanol el “status de materia prima energética” no agrícola para escapar a las normas que impone a los productos agrícolas la Organización Mundial del Comercio (OMC), propone también que Brasil, Estados Unidos, India, Sudáfrica y otros países negocien un patrón tecnológico común para el agro combustible derivado de la caña de azúcar, maíz o plantas a fin de darle una fórmula aceptada internacionalmente, dando forma a una suerte de OPEP de energía agrícola que controlaría el comercio mundial.
Si este designio estadounidense tuviera éxito, significaría una tragedia para la agricultura tropical, pues transformaría grandes extensiones de sus mejores tierras en monocultivo. Agravaría la pérdida de biodiversidad y reduciría la tierra dedicada a la producción de alimentos, expulsando a millones de campesinos en todo el mundo que se hacinarán aún más en las favelas de las metrópolis.
Aquí se abre una brecha para la incorporación de la producción agrícola de nuestros países al mercado norteamericano a través de una comodity energética competitiva a costa de la superexplotación de los trabajadores y la transformación de vida en sustento de la alta ganancia monopolista.
[i]Finalmente permítanme una breve referencia a mi país[/i]
Todos los intentos de destruir la revolución cubana han fracasado, aún cuando grande ha sido el costo de estas acciones. Cuba no solo ha resistido, sobrevivido y desarrollado, alcanzando cotas que por los índices sociales nos sitúan junto a los más desarrollados del mundo, con el único mérito que nos honra: el de haber logrado mucho con muy poco y el de hacerlo crecer con el acto enriquecedor de compartirlo; sino que también, modestamente ha contribuido a aliviar terribles males en otras latitudes: en los cerros de Caracas, en los montes centroamericanos, en las tierras haitianas, en aldeas africanas y en las cumbres heladas del Himalaya.
Es la lucha por la vida contra la lucha por el exterminio. Es la concreción del principio martiano “con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar” Es la muestra palpable de que los logros obtenidos deben destinarse al bienestar colectivo y no a incrementar las asimetrías, las desigualdades y el malthusianismo económico.
Hemos sido permanentemente un país acosado por el imperialismo estadounidense, lo que nos ha obligado a mantener una preparación constante para la defensa, invirtiendo importantes recursos. El exacerbamiento de la escalada guerrerista que desencadenan los EEUU cuando invaden Iraq, puso en evidencia hasta donde sería capaz de llegar esta Administración para imponer sus designios mediante una agresión directa contra nuestro país.
A lo anterior, habría que añadir el negativo impacto de la guerra económica de EE.UU. contra Cuba, en la que el bloqueo ya alcanza un costo superior a los 82 mil millones de dólares y se eleva en los últimos años, producto de la creciente agresividad del gobierno fascista de George Bush. Ese gobierno que hoy ha liberado al mayor terrorista del hemisferio occidental Luis Posada Carriles, causante de la explosión de una aeronave en pleno vuelo donde murieron 73 pasajeros mientras mantiene en prisión a 5 jóvenes cubanos antiterroristas.
El camino repito, ha sido difícil; pero se transita con la convicción de que es perfectible y se trabaja arduamente para lograrlo. Los recursos son nuestros, nuestros serán los esfuerzos y nuestros los beneficios de sus resultados.
Estimados colegas, solo una amplia visión latinoamericanista, que reconozca la imposibilidad de que nuestros países se desarrollen y sean verdaderamente independientes de forma aislada, será capaz de lograr lo que Bolívar llamó “… ver formar en América Latina la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”, y que Martí concibiera como la “América Nuestra”, para diferenciarla de la otra América, expansionista y de apetitos imperiales.
En este panorama alentador, es que los economistas latinoamericanos y caribeños estamos llamados a definir de qué lado de la cerca vamos a estar; si con los depredadores de nuestras riquezas y valores, o de los que comienzan a cimentar definitivamente nuestro futuro “en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”, tal como lo soñara José Martí, deslumbrado por el ideal de Bolívar.
Nunca como hoy nos aguardan desafíos y batallas en los que bien vale la pena poner por delante nuestro talento y amor continental.
Debemos despojar a Nuestra América del agravio de tanta inseguridad, de tanto sufrimiento y tanta tristeza añejada, que no caben ya en los fríos indicadores macroeconómicos.
De no hacerlo, no nos lo van a perdonar los millones de nadies que sufren hoy en nuestra región de la exclusión y el abandono…
Los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada
que no hablan idiomas, sino dialectos
que no profesan religiones, sino supersticiones
que no hacen arte, sino artesanía
que no practican cultura, sino folklore
que no son seres humanos, sino recursos humanos
que no tienen cara, sino brazos
que no tienen nombre, sino número
que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local…
… como ha escrito tan brillantemente, Eduardo Galeano: “Luchemos por ellos, nuestros nadies, para que dejen de serlo y sus futuras generaciones se transformen en los alguien que importan, que nos importan”.
Muchas gracias.
[i]*Prof. Dra. Esther Aguilera Morató. Profesora de la Universidad de La Habana. Secretaria permanente y Vicepresidenta para la Relaciones Internacionales de la Asociación de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) en el segmento de alto nivel sobre Financiación al Desarrollo (ONU).[/i]
Fuente: El Economista / Cuba – 03.06.2007 - Conferencia brindada con motivo del LXI ANIVERSARIO DEL COLEGIO DE GRADUADOS EN CIENCIAS ECONÓMICAS DEL PARAGUAY