El golpe del 76 cambió las alianzas sociales
Aspectos económicos esenciales de los dos primeros gobiernos peronistas, la segunda etapa de sustitución de importaciones y el proceso económico y social que puso en marcha la última dictadura militar son analizados en el último libro del economista Eduardo Basualdo, quien es coordinador del Area Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y un referente insoslayable en los principales debates políticos y económicos argentinos. Miembro del comité editorial de la revista Realidad Económica y autor de El nuevo poder económico en la Argentina, entre otras obras, ha realizado a lo largo de su carrera un profundo y riguroso trabajo de investigación que echa luz sobre cuestiones clave, y no demasiado estudiadas, haciendo foco particularmente en los grupos de poder económico y los vaivenes de su comportamiento político. La historia es, para él, un modo de iluminar el presente, y considera que muchas de las consecuencias del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 -al que define como "una divisoria de aguas entre dos modelos de acumulación"- aún están vigentes.
-En su libro Estudios de historia económica argentina, usted revisa los últimos cincuenta años y encuentra que en 1976 se produce un punto de inflexión.
-Efectivamente, el golpe de 1976 es una divisoria de aguas, un gran punto de inflexión, porque el régimen económico que pone en marcha la dictadura es muy importante para comprender las características del proceso económico y social que le sigue. Antes de ese momento imperaba un modelo de sustitución de importaciones que tenía algunas paradojas. Por ejemplo, entre el 1955 y 1975, hay crisis recurrentes de balanza de pagos que fueron encaradas con políticas de ajuste destinadas a reducir el gasto de divisas. Hasta 1964, esos ajustes provocan caídas en el Producto Bruto, pero a partir de ese año ya no interrumpen el crecimiento del PBI ni de la industria. Entre 1964 y 1975 tuvimos el crecimiento industrial más importante de la historia argentina.
-De todos modos, se critica esa etapa porque no generaba las suficientes exportaciones para garantizar la sustentabilidad del crecimiento.
-Esas críticas no se ajustan a la realidad. De hecho, en los años previos al golpe, las exportaciones crecen a un ritmo de dos dígitos anuales y las exportaciones industriales crecen más que el PBI industrial. En este período hay endeudamiento externo, pero para comprar insumos y bienes de capital, es decir, está relacionado con el crecimiento industrial. Por eso, la sustitución de importaciones tenía recursos para seguir avanzando, no estaba agotada, como se sostiene habitualmente.
-Si las cosas iban así, ¿por qué hubo sectores económicos que apoyaron el golpe?
-El apoyo principal al golpe provino de un sector de la tradicional oligarquía agropecuaria, parte de la cual estaba asociada con la industria. Otro sector fue el capital financiero, que luego se benefició con los cambios económicos que permitieron la obtención abundante de ganancias financieras.
-¿Y el capital extranjero?
-Paradójicamente, durante la dictadura comenzó una repatriación de capital extranjero: la década del 80 es la de mayor repatriación de capital extranjero industrial. La salida de empresas comenzó en 1978, con la emblemática salida de General Motors de Argentina, a la que le siguieron Olivetti y luego un conjunto de laboratorios farmacéuticos.
-El golpe tuvo motivos sociales, además de económicos.
-Sí. Creo que una razón crucial fue la pugna social y el propósito de frenar el creciente avance de sectores populares desarrollado, precisamente, durante y a consecuencia de la industrialización.
-¿El objetivo principal de la dictadura era cambiar la distribución del ingreso?
-Así es, realizar una transferencia de ingresos desde el trabajo hacia las fracciones que tenían el poder en la Argentina: acreedores externos y grupos económicos internos, locales. Para evaluar el papel de los intereses financieros hay que tener en cuenta los cambios que se estaban produciendo en el mercado mundial. En la década del 70 comenzó una desregulación de los sistemas financieros nacionales y la liberalización de las corrientes de capital a nivel internacional, que facilitaron la obtención de ganancias financieras en casi todo el mundo. Este escenario promovió lo que denomino "un nuevo patrón de acumulación económica" que se caracteriza por la desindustrialización y concentración del ingreso. Durante el período de sustitución de importaciones, la política económica estaba centrada en la producción de bienes y servicios, el endeudamiento externo financiaba la producción y los fenómenos monetarios eran dependientes de esos procesos. Luego, el endeudamiento pasó a ser una palanca para tener ganancias financieras; la política monetaria tomó un papel protagónico y los procesos productivos, la economía real, uno subordinado. Lo problemático es que las políticas monetarias, cuyo objetivo era combatir la inflación, fracasaron.
-¿Cómo puede funcionar una economía en base a la renta financiera?
-En principio, porque las tasas de interés en el mercado internacional eran sistemáticamente inferiores a las del mercado local. En esas condiciones, las empresas y los inversores locales podían endeudarse en el exterior, recolocar su dinero internamente y ganar una diferencia. Cuando las condiciones económicas se complican o se teme una crisis, como sucedió al final del período de Martínez de Hoz, los pesos se reconvierten en dólares y se remiten al exterior. Por eso la deuda y la fuga de capitales fueron dos caras de la misma moneda; fueron parte de un mismo fenómeno económico. Es importante remarcar que el endeudamiento y la fuga de capitales no tienen que ver con los fondos buitre de corto plazo. Existieron, pero no son determinantes.
-A partir de lo que usted dice, ¿puede plantearse que la deuda es la consecuencia de una forma de organización económica?
-Efectivamente. En la generación de la deuda externa se conjugan intereses externos con otros internos. Unos son deudores y otros son acreedores, y tienen pugnas y alianzas. En este punto es decisiva la redefinición del papel del Estado que produjo la dictadura militar. A partir de la Reforma Financiera de 1977, el Estado dejó de financiarse con préstamos del Banco Central y comenzó a hacerlo con créditos internos y externos. La demanda estatal de crédito interno contribuyó a sostener elevada la tasa de interés, por encima de la internacional, lo cual estimuló el ingreso de capital especulativo. A su vez, el Estado se endeudó en el exterior. Es decir, que de una y otra forma, estimuló el ingreso de divisas. Pero esas divisas no irían a financiar la producción sino la fuga de capitales. Otro aspecto es la ubicación que tuvo el Estado cuando el proceso de endeudamiento entró en crisis. En ese momento, se estatizó la deuda externa privada utilizando diversos instrumentos como seguros de cambio y emisión de todo tipo de bonos, operación que se prolongó hasta 1986 y 1987.
-¿En este aspecto la política económica de la dictadura se prolongó ya entrada la democracia?
-Es que la política económica no solo estuvo dirigida a provocar una caída de dieciocho puntos en la distribución del ingreso en pocos años. Además modificó la estructura económico-social para que esa política tuviera sustentabilidad a través del tiempo. En el período de sustitución de importaciones había una alianza no típica entre asalariados y sectores empresarios nacionales, que era la base de sustentación del peronismo. La dictadura no solo pauperiza a los trabajadores sino que liquida a la burguesía nacional. Por supuesto que posteriormente hubo cambios. Por ejemplo, sectores supervivientes de esa burguesía se alinearon con los sectores más concentrados. Es decir que se rompe el antiguo sistema de alianzas sociales y a partir de allí se produce una redefinción del sistema político. A esto se agrega que las cúpulas de los partidos de base popular son cooptadas por el poder económico. Por eso, aunque haya partidos que siguen reclamándose populares, ya no funcionan como tales. Esta es la base de la crisis de representatividad política en la Argentina.
Julio Sevares