Eric Hobsbawm, el marxismo y la transformación de la historiografía
Este ensayo analiza las grandes transformaciones de la historiografía contemporánea a partir de la obra de Eric Hobsbawm, fallecido en octubre de 2012 a los 95 años; unos cambios que son escudriñados a la luz del auge y la crisis del marxismo como método de análisis y herramienta de transformación sociopolítica en el siglo xx.
Manifiesto para la renovación de la historia
En el curso de las últimas décadas el relativismo en la Historia ha armonizado con el consenso político. Es hora de "reconstruir un frente de la razón" para promover una nueva concepción de la Historia. A ello invita Eric Hobsbawm, en el discurso de cierre del coloquio de la Academia británica sobre historiografía marxista (13-11-2004).
Hasta ahora, los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo; se trata de cambiarlo". Los dos enunciados de la célebre "Tesis Feuerbach" de Karl Marx inspiraron a los historiadores marxistas. La mayoría de los intelectuales que adhirieron al marxismo a partir de la década de 1880 -entre ellos los historiadores marxistas- lo hicieron porque querían cambiar el mundo, junto con los movimientos obreros y socialistas; movimientos que se convertirían, en gran parte bajo la influencia del marxismo, en fuerzas políticas de masas. Esa cooperación orientó naturalmente a los historiadores que querían cambiar el mundo hacia ciertos campos de estudio -fundamentalmente, la historia del pueblo o de la población obrera- los que, si bien atraían naturalmente a las personas de izquierda, no tenían originalmente ninguna relación particular con una interpretación marxista. A la inversa, cuando a partir de la década de 1890 esos intelectuales dejaron de ser revolucionarios sociales, a menudo también dejaron de ser marxistas.
Una conversación sobre Marx, las revueltas estudiantiles, la nueva izquierda y los Miliband
Hampstead Heath, en el frondoso norte de Londres, se enorgullece de su papel como lugar de paseo en la historia del marxismo. Por aquí era, en domingo, por donde paseaba Karl Marx con su familia subiendo Parliament Hill, recitando a Shakespeare y a Schiller durante la caminata, para pasar una tarde de comida campestre y poesía. Durante la semana se juntaba con su amigo Friedrich Engels, que vivía en las inmediaciones, para dar una vuelta rápida por el parque, donde los "viejos londinenses", como se les conocía, reflexionaban sobre la Comuna de París, la Segunda Internacional y la naturaleza del capitalismo.
Hoy, en una calle lateral que sale del parque, la ambición marxista sigue viva en casa de Eric Hobsbawm. Nacido en 1917 en Alejandría (Egipto) bajo mandato británico, más de veinte años después de la muerte de Marx y Engels, no llegó a conocer a ninguno de ellos personalmente, claro está. Pero hablar con Eric en su espacioso salón, lleno de fotos familiares, distinciones académicas y una vida entera de objetos culturales, hay una sensación casi tangible de conexión con estos hombres y su recuerdo.
El compañero Eric
Cuentan los amigos de Eric Hobsbawm que mantenía una relación muy amorosa con Marlene Schwartz, su mujer en los últimos 50 años. Se acariciaban en público y se regalaban tarjetas de San Valentín a veces con tanta afinidad que compraban la misma. Fue ella la que recibió una carta pocas horas después de la muerte de su marido. “A lo largo de la última década leí con orgullo las entrevistas en las que él atribuía a nuestro gobierno la responsabilidad de ‘cambiar el equilibro en el mundo y llevar a los países en desarrollo al centro de la política internacional’”, dice el texto tras confesar una “profunda tristeza” por la noticia de la muerte de Hobsbawm, de quien fue un honor “haber sido su contemporáneo”.
El buen marxista
Un auditorio lleno en el Teatro San Martín. Unas mil personas. En su mayoría, jóvenes. Fines de los noventa. Más precisamente, 1998. Eric Hobsbawm arranca la conferencia contando su sorpresa: le llama la atención ver a tantos chicos interesados en lo que tenga para decir un viejo historiador inglés de visita en Argentina. Rápido de reflejos analíticos, no tarda en encuadrar esa aparente anomalía en un relato histórico: América latina, dice, es unos de los lugares donde todavía la izquierda existe, aún cuando en el resto del mundo -caída del Muro de Berlín mediante- los partidos y movimientos revolucionarios desaparecieron o se transformaron en intentos socialdemócratas cada vez más imperceptibles en su distancia respecto a las fuerzas conservadoras.
Cómo trascender el panfleto
Ayer falleció el historiador Eric Hobsbawm. Autor de una producción historiográfica impresionante, se convirtió en referente de varias generaciones de historiadores de todo el mundo. En rigor, no debe haber una universidad vinculada con las ciencias sociales que no lo tenga como lectura obligatoria en muchas de sus cátedras. De hecho, su influencia llega a los programas de los colegios secundarios. De ahora en más se multiplicarán los homenajes, los dossiers, los seminarios, las interpretaciones y los debates dedicados a recorrer y analizar su obra.
La historia de Eric Hobsbawm es la historia del siglo XX
El británico Eric Hobsbawm, uno de los historiadores más importantes del siglo XX, murió contento.
A fines de 2011 le dijo a la BBC que la Primavera Árabe le generó un sentimiento de "excitación" y "alivio" que le recordaba a las revoluciones liberales de 1848: "Dos años después de 1848 parecía como si todo hubiera fracasado. Pero a largo plazo, no había fallado".
Eric Hobsbawm y su última entrevista con Clarín
Alguna vez lo consideraron el filósofo no oficial del Laborismo británico y su conciencia intelectual bajo el reino de Michael Foot y Neil Kinnock. Después, llegó Tony Blair. El profesor Eric Hobsbawm prefiere ser ahora lo que siempre fue: el gran revisionista histórico. ¿Su gran merito? Ha reconciliado a los lectores con el amor por la historia moderna.