Tsipras recibe gestos, pero no compromisos
La simpatía puede ser peligrosa. Alexis Tsipras, el nuevo primer ministro griego, saboreó en París los contratiempos y los límites de la “simpatía” y de la “comprensión” de sus socios europeos cuando se trata de abordar el tema de la gigantesca deuda griega. La babosa retórica de los dirigentes de la Unión Europea (UE) se repitió en cada una de las capitales que Tsipras visitó esta semana. El periplo que concluyó ayer en París resume por sí solo la inocultable realidad a la que los griegos deberán enfrentarse y la vara inflexible de los jefes de Estado y de gobierno de la UE, sean de derecha o socialdemócratas (hoy esto es más o menos lo mismo).
La batalla del neoliberalismo
Europa atraviesa una crisis no sólo financiera, sino que evidencia un lento pero sostenido proceso de decadencia relativa en el sistema mundial. Francia, una de sus potencias y todavía entre la liga mayor de las economías, cambió de gobierno en mayo y ya encara un ajuste presupuestario, en el cual irá la suerte del presidente socialdemócrata François Hollande. La frágil situación económica europea, aun con su menor influencia internacional, impacta directa o indirectamente al resto del mundo vía comercial.
En el frente fiscal es donde resulta de interés comparar aristas con medidas que toma Argentina cuando se trata de “elegir” a ganadores o perdedores de políticas públicas y de intervenir en el reparto de la renta.