Lazos de vida: la trastienda de la visita a los represores
El cura Olivera Ravasi y el juez de Casación Eduardo Riggi buscan la forma de liberar a los genocidas.
Para la vida
Estoy aquí sentado debajo del pequeño sol
el que nos vio águila y también gorrión.
Qué hacer con el silencio cuando la cabeza estalla,
cómo parar la impotencia de no poder hacer nada.
Por qué querer matar a tus hijos
es para que duela años la sangre
ayer por no querer a la Patria
y ahora por quererla demasiado.
Las huellas presentes del pasado - ¿Cuándo vienen?
Tenía poco más de dos años cuando irrumpió la dictadura cívico-militar genocida. Mi hermano había cumplido apenas un año 20 días antes. Mi papá, Carlos, hacía meses que no venía por casa: su nombre integraba una larga lista de “subversivos” buscados por las fuerzas represivas. Mi mamá, Mecha, trabajaba en el hospital, atendía nuestras demandas y esperaba noticias de su compañero. Ambos eran médicos y militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Ambos componen la nómina de 30 mil detenidos desaparecidos. No volvimos a saber nada de ellos.
¿Dónde está mi papá? ¿Cuándo viene? Mis preguntas debieron representar un peso insoportable para mi mamá. Desde marzo no se sabía nada de Carlos. Sólo llegaban versiones contradictorias que desalentaban cualquier esperanza y aumentaban la angustia que rodeaba el entorno familiar. El 7 de junio un grupo de tareas entró en la humilde casa en que vivíamos y secuestraron a Mecha y golpearon a mi tío y se burlaron de mi abuela.