¿Hacia la creación de un cártel del gas?
En realidad, existe ya un cuasi-cártel que resulta bastante desconocido para la opinión pública: el Foro de los Países Exportadores de Gas (GECF), que se reunió por primera vez en Teherán en 2001. Entre sus miembros fundadores estaban Argelia, Irán y Rusia. El GECF está integrado en la actualidad por 15 países productores y controla el 73% de las reservas mundiales de gas y el 41% de la producción. No obstante, no posee sede ni personal y nunca ha intentado fijar los precios.
El principal integrante del cártel será, sin duda, Rusia, el mayor productor mundial, que cuenta además con las reservas más grandes. Significativamente, en el reciente encuentro del GECF, celebrado en abril en Doha (Qatar), Rusia fue designada de forma unánime como líder de un nuevo grupo de alto nivel que estudiará las políticas y estrategias con vistas a lograr una cooperación y coordinación más profunda. Moscú presentará propuestas formales para su consideración y adopción en el próximo encuentro del GECF, que tendrá lugar en Rusia a principios del próximo año.
Los expertos señalan que Rusia podría influenciar el comportamiento del cártel en un nivel similar al papel dominante que juega Arabia Saudí dentro de la OPEP. El sitio RFE/RL, vinculado a EEUU, afirma que a pesar de los desmentidos de responsables rusos, Rusia ha sido el principal promotor de la creación de un cártel del gas mediante una discreta campaña. De hecho, la persona que dejó flotar por primera vez la idea de crear un cártel fue el presidente ruso Vladimir Putin en el año 2002. En una fecha tan reciente como el pasado febrero, él señaló que la idea era “interesante". "Estamos tratando ya de coordinar nuestras acciones en los mercados de terceros país,” señaló Putin durante una conferencia de prensa en el Kremlin el pasado 1 de febrero. “E intentaremos seguir haciéndolo en el futuro.”
El líder ruso dio luego marcha atrás y afirmó, durante una visita a Qatar, que Rusia apoyaba la “coordinación” de los productores de gas más que la creación de “algún tipo de cártel.” En septiembre de 2006, Putin dijo que los países consumidores querían exportadores que garantizaran la continuidad de los suministros a largo plazo. Así pues, razonó Putin, “los consumidores no deberían tampoco poder dar la espalda y decir: “Ya no lo necesito ahora.” La seguridad funciona en las dos direcciones. Nosotros también necesitamos garantías.” Moscú se ha negado también a ratificar la Carta Europea de la Energía, lo que daría a los inversores extranjeros un mayor acceso a los depósitos de gas y los gaseoductos de Rusia.
En agosto de 2006, Moscú decidió dar un paso adelante en el establecimiento de una “alianza de los suministradores de gas” cuando Rusia y Argelia firmaron un memorando de entendimiento que abogaba por una coordinación de los precios del gas y que muchos vieron como un intento de creación de un cártel. En este mismo nivel bilateral, Gazprom y otras compañías estatales rusas han firmado en los últimos meses acuerdos de exploración, explotación y comercialización del gas con naciones de tres continentes.
Irán, por su parte, ha saludado la idea rusa. Muchos políticos iraníes creen que una organización semejante incrementaría y estabilizaría el precio del gas, así como reforzaría el poder político de Irán al generar ingresos más elevados y un vínculo más estrecho con Rusia, que es vista como un aliado estratégico. Uno de los principales impulsores de la creación de un cártel del gas es el Líder Supremo iraní Ayatollah Ali Jamenei, que discutió la idea con el secretario del Consejo de Seguridad ruso Igor Ivanov en Teherán el 28 de enero. Juntos, Teherán y Moscú controlan la mitad de las reservas mundiales de gas natural. Ambos países comparten una visión geopolítica común – el pronto fin de la unipolaridad norteamericana y la creación de un mundo multipolar.
Los productores del Mar Caspio y Asia Central –especialmente Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajstán- han expresado en el pasado su interés en ver la creación de un organismo de este tipo. Sin embargo, estos países apenas son mencionados en los comentarios rusos acerca de la creación del propuesto cártel del gas.
Aparentemente, Rusia intenta ella misma comercializar una parte del gas de Asia Central en Europa como si fuera un gas “ruso”. Así pues, en su papel de importador de gas de Asia Central, Rusia quiere tratar con estos países de forma bilateral con el fin de controlar las exportaciones de gas de la región.
Y algunos exportadores más pequeños e influyentes, como es el caso de Trinidad y Tobago, un gran exportador de gas natural licuado al mercado norteamericano, han expresado también su interés en una “OPEP del gas”, según señala Kommersant. Por su parte, Venezuela ve en el cártel una oportunidad para contrarrestar la influencia estadounidense.
Venezuela no exporta gas, pero ha conseguido crear un minicártel del gas sudamericano, que integra a dos productores, Bolivia y Argentina. El ministro de Energía y Petróleo venezolano, Rafael Ramírez, declaró que Caracas “apoya la idea de una OPEP del gas" en declaraciones efectuadas al periódico ruso.
La OTAN ha reaccionado a este desarrollo de los acontecimientos haciendo gala de una extrema paranoia. En noviembre de 2006, la organización advirtió a sus miembros que Rusia podía estar buscando crear un cártel del gas, que se extendiera desde Argelia a Asia Central, con el fin de utilizarlo como un arma política en sus relaciones con Europa. Expertos de la OTAN consideran que el cártel se convertiría en un instrumento muy poderoso en manos de los rusos.
Sin embargo, la mayoría de los expertos se muestran de acuerdo que la creación de un cártel del gas sería sólo posible si existiera un auténtico mercado global del gas natural. Ed Morse, economista jefe del banco norteamericano Lehman Brothers, manifestó a la revista Arabian Business que un cártel similar a la OPEP tendría pocas posibilidades de éxito. “El petróleo es global y el gas continúa siendo regional,” señaló. “Los precios del gas difieren enormemente en las distintas regiones del mundo, haciendo así que sea difícil la creación de un mecanismo común para la fijación de precios.”
Fuente: Revista Amanecer – numero 192 – junio 2007