Exploración y explotación
La minería, con su impacto ambiental y económico, ha irrumpido con fuerza en el debate público a partir de la tradicional resistencia de movimientos sociales de los pueblos donde se desarrollan los proyectos.
En enero hubo manifestaciones en contra de la minería (y continúan) en las poblaciones de Famatina y Chilecito de la provincia de La Rioja, que en pocos días se extendieron a otras regiones cercanas o alejadas. No es la primera vez. Algo similar sucedió allí hace unos 4-6 años y hace un par de años en la vecina ciudad de Andalgalá. Es importante que la gente participe y esté preocupada por el lugar o entorno en donde vive. Deberán aguantar a los que vienen de otros lados con su lema que, en resumen, es “No a la mina” y se mezclan en esas manifestaciones genuinas machacándoles que la “minera sólo viene a robarse todas las riquezas y degradar tanto su ambiente que no podrán volver a vivir allí”.
La gente preocupada por su hábitat debe tener la máxima información posible sobre la minería (y en general sobre cualquier tema en el que participe). Los medios de comunicación no aportan nada a ello o, lo peor, aportan “verdades a medias”. En algunos casos debe ser porque no saben del tema y, en otros, porque no conviene a sus intereses. Por cierto, los “No a la mina” rechazarán cualquier información o explicación que no sea la de ellos.
Actividad
En minería hay tres etapas básicas de trabajo, distintas entre sí. Conforme a su objetivo y en orden temporal se denominan: prospección (búsqueda), exploración y explotación (producción). Durante la prospección sólo se buscan áreas interesantes para realizar una exploración. Esa exploración estudiará con mayor detenimiento alguna de esas áreas y si es exitosa (muy pocas veces sucede) hallará un yacimiento que puede explotarse, es decir, transformarse en una mina en producción. Desde el inicio suelen transcurrir varios años y aun decenas de años. En Internet grupos “No a la mina” ya tienen la cantidad de onzas de oro que hay en el Famatina. Una cifra fabulosa y con una precisión digna de una exploración muy avanzada. Es curioso porque todavía no se descubrió ningún yacimiento y ni siquiera comenzó la exploración.
No hay una premeditación en el tamaño y tipo de mina. Cuando se descubre un yacimiento, éste puede ser grande o pequeño y la escala de la operación minera será acorde a ese tamaño. Además el mineral hallado puede estar cerca de la superficie o situado en profundidad, lo cual condicionará el tipo de explotación: a cielo abierto o subterránea, respectivamente. Además, pequeñas porciones de esa masa de minerales deben someterse a pruebas en planta piloto para definir cuál es el mejor método para separar los minerales útiles de los no útiles, para después decidir qué tratamiento se aplicará. Existen numerosas tecnologías para ello que, simplificando, dependen del tipo de mineral y del tamaño de sus partículas.
Frases como “no es que nos oponemos a la minería, sino a la megaminería a cielo abierto con uso de cianuro” se expresan porque no comprenden de qué se trata. Los proyectos mineros tienen cierta flexibilidad en alguno de sus aspectos y pueden discutirse para llegar a un acuerdo que beneficie a todos los interesados, pero el condicionamiento que posee esa frase la hace una contradicción: es lo mismo que decir “me opongo a la minería”.
Medio ambiente
La minería no tiene como objetivo contaminar el ambiente. Actualmente se desarrolla con procedimientos muy estrictos para evitar los impactos negativos sobre el ambiente (natural y social). Esos procedimientos, las tecnologías e insumos que se utilizarán en una producción minera se planifican antes de su inicio de modo de prevenir esos impactos y se monitorea su efectividad continuamente durante la “vida” de la mina y posteriormente.
La Ley 24.585 (de 1995) es el marco jurídico ambiental para la actividad minera. Puede ser mejorada, pero es una norma muy completa y comprende todas las etapas de la minería (prospección, exploración y explotación con el cierre y post cierre de mina). Los informes que exige no sólo deben describir exhaustivamente el proyecto y el ambiente de influencia, sino también los posibles impactos sobre el ambiente (incluyendo el social) y las medidas de prevención, mitigación o recomposición. Su cumplimiento debe ser controlado por el Estado y la sociedad.
El cianuro es un producto altamente tóxico. Del total que se produce en el mundo, la minería consume alrededor del 15 por ciento; el resto se emplea principalmente en metalurgia, galvanoplastia y elaboración de plásticos y acrílicos. En la minería de oro se utiliza desde hace más de 100 años, por un lado por su rendimiento en la recuperación de ese metal y, por otro, porque es fácilmente controlable de modo de no producir daños a la salud y al ambiente. La cianuración se practica bajo rigurosas normas de seguridad en un circuito cerrado (reciclado). Los residuos que contienen cianuro se tratan adecuadamente ya que se descompone fácilmente con la luz solar, contacto con el oxígeno y actividad biológica. De esta forma esos residuos tienen restos de cianuro por debajo de lo aceptado por las regulaciones ambientales más estrictas.
El agua es un bien muy preciado y necesario para la vida humana. Los estudios sobre aguas superficiales y subterráneas deberían ser la base para establecer su uso en distintas actividades sin que ninguna de ellas provoque un efecto negativo (o colapso) de la otra, y mucho menos que produzca escasez de agua para consumo humano. Desde luego la industria minera utiliza agua por la que paga un canon a la provincia correspondiente. El volumen que utiliza depende en gran medida de las condiciones climáticas de la región donde se emplaza, debido a la evaporación. Una buena parte del agua que utiliza la minería es de reciclado del propio proceso de tratamiento de minerales, pero el agua que se evapora por las condiciones climáticas debe ser repuesta. Sólo para referencia sobre el agua que utiliza la minería, un ejemplo: aproximadamente 40.000 hectáreas de olivares se han incorporado en las provincias de La Rioja y Catamarca en los últimos 10 años. Estos nuevos olivares en 6 días utilizan para riego la misma cantidad de agua de reposición que usa en 1 año la mina La Alumbrera (Catamarca).
Economía
Además de las leyes generales que correspondan, la minería está regulada por la Ley de inversiones mineras 24.196 (de 1993) y su modificación, Ley 25.429 (de 2001). En ellas se norma el tema impositivo.
Es notable el desconocimiento que existe sobre los impuestos que paga la minería. Es cierto que esta actividad tiene un marco promocional que la exime del pago de algunos impuestos (o los reduce). Esto constituye parte del “gasto tributario” que se define como el monto de ingresos que el fisco deja de percibir al otorgar un tratamiento impositivo que se aparta del establecido con carácter general en la legislación tributaria, con el objetivo de beneficiar a determinadas actividades, zonas, contribuyentes o consumos.
En 2010 el gasto tributario total fue del orden de 28.000 millones de pesos, del cual a la minería le correspondieron 452 millones. Para comparar, fue menos de la mitad de lo que dejó de percibir el fisco por la devolución parcial del IVA por compras con tarjeta.
Ahora veamos lo que paga. Cuando el proyecto es aprobado por la autoridad correspondiente puede entrar en el “régimen de estabilidad fiscal”. Esto es, debe pagar todos los impuestos vigentes a esa fecha sin que pueda aumentarse la carga fiscal total por 30 años. Entre los principales impuestos pagará “Ganancias” (35 por ciento), “retenciones” (5 por ciento en la exportación de lingotes y 10 por ciento en la de concentrados), los impuestos a los combustibles, energía e Ingresos Brutos (provincial). Además debe pagar las “regalías” (3 por ciento sobre el valor en boca de mina”). En 2010 la minería pagó en impuestos alrededor de 4300 millones de pesos a la Nación y 1300 millones de pesos a las provincias: en total doce veces lo que fue el gasto tributario.
Estos datos contradicen la insistente frase “la minería se lleva todo y no deja nada para el país”.
Otro dato económico es que en 2010 Argentina exportó como productos minerales alrededor de 4500 millones de dólares e importó por un valor de cerca de 2000 millones de dólares en ese mismo rubro. Entonces el saldo comercial fue positivo por un valor de 2500 millones de dólares.
Hay numerosas estimaciones acerca de cómo se reparte el dinero que genera un proyecto minero. Una de esas estimaciones realizada por una consultora privada (no gubernamental), con datos propios y de la AFIP, expone que en promedio el dinero generado por la minería se reparte en: 33 por ciento para el consumo intermedio y salarios, 34 por ciento en impuestos nacionales y provinciales y 31 por ciento de beneficio para la empresa