El caso López
La detención de José López en flagrante delito de apropiación de dinero público y exhibición de armas no merece otra cosa que la unánime condena ética y judicial.
Más acá y más allá de las curiosidades del caso –como el tirar por un muro bolsos de una propiedad de la cual López tiene las llaves– ese dinero mal habido se sustrajo a las políticas redistributivas que ampliaron derechos durante 12 años, incidiendo en su reducción.
Dar testimonio
El vergonzoso caso de José López podría hacernos vacilar: era un funcionario de alto nivel, encargado de las obras públicas, conocido por todos, y sobre todo por los que en toda la extensión del país trataron con él por la gran cantidad de construcciones que se realizaron. Repentinamente emerge desde una madeja de hechos sombríos que involucran dólares secretos en cantidad portentosa, en valijas prefiguradas por estruendosas denuncias anteriores, y sin poder justificar nada, emerge de madrugada de un convento suburbano encasquetado y con pechera policial, como un soldado atontado por las bombas que explotaron en su trinchera, capturado por las Huestes de la Verdad, luego condecoradas. La fuerte evidencia visual obligó al kirchnerismo a escribir cartas de repudio y a preguntarse sobre los alcances de la pegajosa palabra en juego: corrupción. A cuántos involucraba, si afectaba a todo el ciclo transcurrido, si un hecho brutalmente escandaloso relativizaba o anulaba convicciones efectos políticos, genuinas militancias.