A 50 años de la muerte de Juan Perón, el mapa del peronismo 2024
Diezmado en su poder territorial y jaqueado por el discurso de Javier Milei, el movimiento atraviesa su peor crisis. Qué ideas y liderazgos tiene para ofrecer.
Peronicidad, GAN y contradicción principal
El tema de la peronicidad es escabroso. No dejan de escribirse libros y los debates son siempre arduos. Allí están el sentimiento, la herencia (“hijo y nietos de peronistas”), la asociación con el mundo sindical y con todo lo popular.
La tristeza popular y el desastre nacional
Lo que pasó antes del 1º de julio de 1974 no era ninguna maravilla, pero lo que vino después fue una tragedia. La muerte de Juan Domingo Perón marcó una cuenta regresiva que terminaría el 24 de marzo de 1976, con el golpe militar más cruento de la historia argentina.
Endiosado a veces por el abrazo con Ricardo Balbín y otras por su vuelta a la Argentina como hecho en sí mismo dentro de una marcha casi celestial, ¿el último Perón es una continuidad del que gobernó entre 1946 y 1955 y lideró un movimiento desde el exilio entre los 18 años que van de 1955 a 1973? Y si no fue una continuidad, ¿acaso podía serlo? La verdad es que su figura terminó surcando la historia entre la extensión de la ciudadanía a grandes masas de argentinos en la segunda mitad de los ‘40 y la tremenda crisis de 1974, entre el Plan Quinquenal y el Pacto Social, por un lado, junto al avance de los derechos sociales y políticos y por otro lado el comienzo del fin.
Del odio al amor y del amor al golpe de 1976. La Nación y el peronismo
El propósito central de este trabajo es reflexionar en torno del discurso del diario La Nación sobre el peronismo, la democracia y la “subversión”, atendiendo especialmente a la primera mitad del año 1975, período durante el cual se gestó una campaña de prensa que abonó el terreno para el golpe del 24 de marzo de 1976. A partir de 1943, La Nación se esforzó por combatir al peronismo, junto con la mayor parte de los sectores dominantes de la Argentina. En 1955, fue uno de los medios que más celebró el golpe de Estado que derrocó a Juan Domingo Perón. Más adelante, el matutino supo distanciarse de las posiciones golpistas que muchos sectores alentaban: durante el gobierno de Arturo Illia La Nación fue el único medio escrito importante que criticó la perspectiva de un golpe. Ya fracasada la autodenominada “Revolución Argentina”, el periódico tomó una actitud que hubiera sido inconcebible años atrás: pasó a apoyar abiertamente al tercer gobierno de Perón. Una vez muerto el líder justicialista, su discurso fue virando paulatinamente hasta recuperar hacia 1975 su antiguo eco golpista. Ese viraje estuvo relacionado con las concepciones de democracia subyacentes y con la evolución de las tensiones políticas y económicas que signaron el período, por lo que será necesario recorrer esos tópicos para explicar los cambios en el discurso del matutino y develar mediante qué mecanismos se buscó sostener desde sus páginas cierta coherencia ideológica.