La extrema derecha en España
Los análisis, aparecidos en la prensa, sobre este tema, tienen un carácter sumamente simplista y en gran parte de los casos sensacionalista, centrándose fundamentalmente en la acciones de los grupos juveniles neonazis, asimilados a hinchadas radicales de fútbol o al fenómeno, popularizado en los noventa, de las tribus urbanas. Este repentino interés de los medios de comunicación ha sido la consecuencia de las últimas actuaciones públicas de los grupos juveniles, con las brutales ataques a militantes de izquierdas en Castilla y León, las constantes amenazas a militantes sociales en Valencia, el boicoteo constante a todo acto en el que participara Santiago Carrillo y los últimos ataques, en Madrid, a casetas políticas en fiestas populares.
Este tratamiento mediático ha obviado sistemáticamente, o ha analizado de soslayo, la cuestión de los partidos u organizaciones políticas de la ultraderecha y su situación actual, que constituye el verdadero nudo gordiano de la cuestión.
La intención de este articulo es, por tanto, lanzar una serie de preguntas y respuestas sobre el fenómeno de la extrema derecha en nuestro Estado, que nos permita hacer una radiografía sobre la cuestión, poder comprender las diferentes corrientes que componen este heterogéneo grupo, sus potencialidades y debilidades y las posibilidades de que conformen una alternativa político/ electoral, a la derecha del Partido Popular, a medio plazo.
La Nueva Extrema Derecha Europea: del largo camino por el desierto a su eclosión en los ochenta
Después de la II Guerra Mundial las organizaciones fascistas y nacionalsocialistas debieron de afrontar un largo camino por el desierto en un régimen de semi-clandestinidad ante las políticas de desnazificación llevadas a cabo por las potencias aliadas. No obstante, el inicio de la guerra fría y la división de Europa en dos bloques favoreció la creación de un sentimiento anti-comunista por parte de los “gobiernos democráticos occidentales”, lo cual posibilitó una importante difusión de discursos opuestos a estas políticas de depuración de los elementos colaboradores con las potencias fascistas y un cierto caldo de cultivo para la permanencia de grupúsculos de extrema derecha.
La realidad fue que la extrema derecha de la posguerra se caracterizó por las grandes dificultades de reorganización, ante las grandes limitaciones que tuvieron para su actividad publica, a pesar de lo cual, nunca dejó de estar presente en gran parte de los países occidentales, incluso con una significativa representación electoral y parlamentaria. En Italia MSI (organización que asumió el legado del ultimo fascismo italiano, el de la llamada Republica de Salo, es el antecedente de la actual Alianza Naciona) obtuvo en 1948 525.000 votos, consiguiendo seis diputados y un senador, y en Austria Verband der Unabhangigen (origen del FPO actual) obtuvo en 1949 el 11,7% de los votos /1.
Estos ejemplos, aunque importantes, no son significativos de la extrema derecha europea, que vivió sumida en una profunda crisis de identidad, lo que favoreció un largo periodo de reformulación y renovación ideológica que eclosionó y se consolidó en la década de los ochenta.
Durante este periodo, de transición ideológica y programática, se sucedieron múltiples proyectos políticos, que en ciertos lugares y momentos alcanzaron importantes cuotas de representación parlamentaria. Su éxito inicial se debió a que consiguieron canalizar cierto voto de protesta y censura a los partidos tradicionales, uniendo una mezcla de populismo conservador, una condena ética al sistema de representación y argumentaciones asimilables a los viejos fascismos, lo que hacia difícil definirlos y encajarlos en una tipología clara. Estos proyectos resultaron ser excesivamente efímeros, debido a la falta de un programa e ideología clara que aglutinara o afianzara un espectro electoral sólido, con lo cual su propio éxito se convirtió en su principal debilidad.
El caso mas interesante y significativo de este periodo lo constituyo el “poujadismo” francés, un movimiento protestatario y anti-fiscal agrupado en torno a la Unión de Defensa de los Comerciantes y Artesanos, liderado por la figura de Pierre Poujade, un librero-papelero de Saint-Ceré. Este movimiento fue definido por el politólogo francés Maurice Duverger “como un fascismo elemental, grosero y primitivo”, que reflejó la actitud de protesta de ciertas clases medias, especialmente artesanos, pequeños comerciantes y propietarios agrícolas, ante los cambios sociales y económicos de la posguerra y el aumento de la presión fiscal debido a las guerras coloniales. En 1956 obtuvo unos resultados electorales notables: 2.600.000 votos (11,6%) y 51 diputados, entre los que se encontraba Le Pen, convertido a sus 28 años en el diputado mas joven de Francia /2.
Lo más importante de esta experiencia, a pesar de su corta vida política, fue el ensayo de elementos políticos que marcarían el ascenso de la ultraderecha en las décadas posteriores. El otro gran elemento, que marcaría la eclosión y la consolidación de opciones políticas de extrema derecha en la década de los ochenta, fue el proceso de reformulación ideológica, titulada como la “nueva derecha”. Un laboratorio de ideas que tiene sus antecedentes en el llamado “mayo blanco del 68”, una reacción ante los protestas de la extrema izquierda que se sucedieron en este periodo. Frente a la llamada “nueva izquierda” nacía la “nueva derecha”, caracterizada por un neofascismo renovado, dinámico, antisistema, muy activo en la calle, juvenil y partidario de la acción directa.
El aspecto más destacado de este movimiento fue la renovación ideológica que impulsó, aportando una nueva cosmovisión, que fue conformándose como hegemónica, basada en el rechazo de la herencia judeo-cristiana, monoteísta e igualitaria; el reclamo de la herencia pagana de Europa, diferenciándose del igualitarismo nivelador como del liberalismo mercantilista; y, por último, la adopción de la “diferencia” como valor indispensable y consolidador. Esta Nueva Derecha, que nació en la Francia de la década de los sesenta, fue un motor dinamizador de múltiples procesos de renovación intelectual dentro de la extrema derecha europea, que apelaron a olvidar o por lo menos evitar menciones evidentes al pasado nazi-fascista en su propaganda y práctica cotidiana, en pro de una nueva cosmología renovada y adaptada a los nuevos tiempos.
Por lo tanto, el renacimiento electoral y consolidación de la extrema derecha en la década de los ochenta se puede explicar desde la conjunción de una serie de factores diversos, entre los que destacan los anteriormente citados, con importantes matizaciones basadas en los contextos nacionales, pero con un patrón común que podríamos resumir en: un populismo conservador alejado de la nostalgia de los viejos fascismos, aunque manteniendo un marco simbólico que les permite mantener la fidelidad de su electorado ultraderechista inicial sin quedar encorsetados; una cierta ambigüedad ideológica que se presenta como antisistema mediante la critica a los partidos tradicionales y al modelo de representación actual; defensa de la identidad nacional frente a los procesos de “uniformización global”, capitalizando las incertidumbres de este proceso como la ruptura del “estado del bienestar”, las des-localizaciones de empresas, la crisis del antiguo modelo de mercado laboral y el miedo ante el reto de la inmigración.
Se puede decir que la nueva extrema derecha es consecuencia de las propias contradicciones que genera el sistema de las democracias del capitalismo avanzado y que, sin cuestionar su esencia, consigue recoger una gran parte del voto de rechazo a las mismas.
En este sentido, el Frente Nacional francés de Le Pen, en las elecciones europeas de 1984, supuso la punta de lanza para la entrada en la escena pública europea de los nuevos partidos de extrema derecha. Actualmente, a pesar de las diferentes políticas de los gobiernos y partidos tradicionales, de aislamiento y cordón sanitario realizados contra estas formaciones, se puede hablar de una cierta consolidación de estos partidos como una entidad electoral relevante /3, lo que demuestra que los análisis y las políticas de las democracias formales, no sólo no han podido eliminar el problema sino que incluso han colaborado activamente en su desarrollo y consolidación.
Lista Pym Fortuyn(Holanda) 17% (2002)
Partido Liberal Austríaco 27% (1999) y 10% (2006)(*)
Bloque Flamenco Belga 12% (24% en Flandes) (2006)
Partido Popular Danés 13% (2005)
Partido del ProgresoNoruego 15% (2001)
Frente Nacional Francés 11% (2002) (20% en la 2ª vuelta de las elecciones.presidenciales del 2002)
Partido Nacional Británico 4% (2005) (**)
Alianza Nacional (Italia) 12% (2001)
Liga Norte (Italia) 3,9% (2001)
Unión Democratita de Centro/ Partido PopularSuizo (UDC/SVP) 22,5% (1999)
(*) Estos resultados son el producto de una escisión dentro del partido liberal austriaco que ha dividido su electorado, la escisión ha obtenido al rededor del 5%
(**) 4% sobre el voto en las áreas donde presentaban candidatos, 0,7% sobre el voto total.
Fuente: Instituto Real Elcano.
Del Bunker a la Nueva Derecha
A principios de la década de los setenta, la gran mayoría de los europeos pensaba que el renacimiento de las organizaciones fascistas se articularía en torno a los restos de las dictaduras mediterráneas (Portugal, Grecia y estado español), pero el tiempo ha demostrado lo contrario. En el Estado español la extrema derecha vivía acomodada y encorsetada por la figura y el gobierno del general Franco, que había anulado, desde el comienzo de la dictadura, cualquier tipo de organización autónoma o independiente, incluso entre los propios sectores políticos que sustentaban el régimen.
Los procesos de renovación ideológica, programática y las experiencias políticas de la extrema derecha europea no habían permeado a sus homólogos del Estado español, que vivían anclados en los postulados nostálgicos de la cruzada de la Guerra Civil y los conflictos de los años ‘30: la lucha contra la “anti” España y la exaltación de la religión católica y del ideal de la Hispanidad.
En el ocaso de la dictadura, se conformó un sector de ultraderecha que actuó como lobby político, designado popularmente como el Bunker, que será el germen de la gran mayoría de los partidos de la extrema derecha durante la transición. El grupo hegemónico de esta época fue la ultra-católica Fuerza Nueva, liderada por Blas Piñar, que aglutino a gran parte de los elementos más nostálgicos del franquismo y a un sector juvenil muy activo, gozando de gran capacidad de movilización, uno de los rasgos genéticos de la ultraderecha de nuestro Estado.
A pesar de que este espectro político había disfrutado, durante casi cuarenta años, de la exclusividad del aparato del Estado y del régimen, se vio incapaz de competir electoralmente en el marco de unas elecciones con una “democracia formal”. En primer lugar esto se debió a la incapacidad de unir al heterogéneo colectivo de grupúsculos de la extrema derecha, que se presentó dividido a las elecciones; en segundo lugar, a la falta de un discurso renovado y adaptado a los nuevos tiempos políticos y sociales; en tercer lugar, a la ausencia de una estrategia política de construcción y consolidación, funcionando todavía más como lobby político cohesionado por la figura de su líder, Blas Piñar, que como un partido; finalmente, fue incapaz, incluso, de presentarse como continuador del régimen, ante la falta de personajes relevantes del antiguo régimen en su candidatura, siendo eclipsado por Alianza Popular, de Manuel Fraga, que siempre mantuvo la obsesiva postura de “nadie a mi derecha”.
Estos inconvenientes favorecieron unos pobres resultados electorales, lo que determinó el devenir de la extrema derecha del Estado español en las próximas dos décadas: un gran activismo, fundamentalmente juvenil, polarización de las opciones partidistas y nula representatividad parlamentaria. Esta situación acrecentó la crisis y la desorientación de los principales grupos, que se disolvieron (Fuerza Nueva lo hizo el 20N de 1982), recalando gran parte de sus cuadros dirigentes en AP, o se convirtieron en grupúsculos con nula incidencia política, iniciando el lento camino de transformación que sus homólogos europeos debieron de caminar después de la II Guerra Mundial.
Desde principios de los ochenta hasta mediados de los noventa se desarrollaron diversos procesos paralelos de reconstrucción, que han determinado la situación actual de la extrema derecha española. Por un lado se desarrolló, entre una gran parte de la ultraderecha, una autocrítica profunda de sus postulados en clave de la nueva derecha nacida en Europa. Se animaron gran cantidad de revistas y centros de estudio teóricos, entre los cuales destacó el grupo neonazi Circulo Español de Amigos de Europa, que intento introducir los elementos teóricos que caracterizaron la renovación ideológica del “mayo blanco”.
Este proceso significó, en un primer momento, una profunda crisis ideológica, ya que rompía con los postulados de la derecha católica ultramontana, clásicamente española, y sólo calaron entre ciertos sectores juveniles, que se definieron como antisistema, haciendo del activismo callejero uno de sus principales banderines de enganche. El principal ejemplo de este proceso fueron las Bases Autónomas. Pero actualmente gran parte de estos principios se están convirtiendo en hegemónicos, relegando a un segundo plano a la nostalgia franquista y enlazando con los postulados de los grupos de ultraderecha europea, como la crítica al sistema de representación, al actual modelo de construcción europea y de globalización neoliberal, anteponiendo la unión de las patrias, la exaltación de la xenofobia y el populismo y el abandono del ideal católico, igualitario y uniformador.
Paralelamente a esta reelaboración teórica, nacía un fenómeno nuevo en la política de nuestro Estado, el populismo contestatario, un fenómeno difícil de clasificar, pero que, al igual que los pujadistas en la década de los ’50 en Francia, representaron un fascismo elemental que recogió un voto de protesta, pero que por sus grandes debilidades, fundamentalmente ideológicas y estratégicas no supieron consolidar. Los dos casos más paradigmáticos de este espectro político fueron la Agrupación de Electores de José Maria Ruiz Mateos, empresario andaluz que comenzó su carrera política a raíz de su protesta contra el gobierno socialista por la expropiación de su holding empresarial, Rumasa, obteniendo, en 1989, 608.560 votos y dos diputados, y el Grupo Independiente Liberal, liderado por el también empresario Jesús Gil, que llego a gobernar diferentes municipios andaluces, entre ellos Marbella.
Aunque con motivaciones distintas, estas dos experiencias demostraron la existencia de un nicho electoral, de carácter contestatario, a la derecha del propio PP y la importancia de los medios de comunicación como arma electoral, ya que los dos proyectos consiguieron gran parte de sus éxitos gracias a la relevancia mediática de sus respectivos líderes. A pesar de sus posteriores fracasos y de la desaparición de sus respectivos partidos, se puede decir que inauguraron un camino que está siendo actualmente explorado, de forma más inteligente, por la Nueva Derecha, explotando y rentabilizando políticamente focos de conflictividad local en torno a temas de orden público o inmigración.
Actualmente, la extrema derecha se encuentra en un periodo de reagrupamiento tendiente a una posible eclosión electoral, para lo cual deberá de resolver todavía su atomización, que cada vez empieza a estar mas claramente polarizada entre dos sectores fundamentales: el de la derecha nostálgica pero con ciertos elementos renovadores, como es el caso de Falange Española; y el de la Nueva Derecha que cada día se afianza más, con ejemplos como la Plataforma por Cataluña, España 2000 y Democracia Nacional.
Los grupos juveniles neonazis: la punta del iceberg
Como comentaba al comienzo de este artículo, la mayoría de los medios de comunicación suelen centrarse en la actividad de los grupos juveniles de la extrema derecha. Esto responde a varios factores: En primer lugar, son estos grupos los que actualmente se muestran más activos, hay que recordar que la ultraderecha española siempre ha tenido un carácter muy militante y activo en la calle; por ultimo, son los que más alarma social despiertan, por sus ataques físicos de corte racista, xenófobo e ideológico, y los que pueden ser mas fácilmente criminalizables por los poderes públicos, ocultando la esencia y la verdadera cuestión del problema, evitando analizar las verdaderas causas de este fenómeno y su relación con el propio sistema, en el que se sustentan las democracias formales capitalistas.
Los últimos artículos periodísticos cifran el número de seguidores de estos grupos en unos 10.000 jóvenes /4. Estos datos son estimaciones que pueden estar alzadas, pero lo que es indudable es que los grupos de extrema derecha han crecido sensiblemente tanto en militancia como en su presencia en la calle. Además un dato significativo es su composición social, pues en estos grupos ya no se da sólo el prototipo de joven “pijo engominado” de derechas, sino que de un tiempo a esta parte se nutren fundamentalmente de chavales de barrios obreros, desclasados, que ven en este tipo de grupo una forma de canalizar su malestar social y una voluntad de pertenencia colectiva. Muchos de estos colectivos son autónomos y mantienen relaciones de connivencia con los partidos de ultraderecha, a modo de cantera de militantes. Estas relaciones no suelen formalizarse, ya que, desde hace tiempo, estos partidos intentan alejarse de la asimilación con los grupos juveniles más radicales de este sector, de cara a poder presentar una cara publica “respetable”.
Estos colectivos se muestran activos en toda la geografía del Estado, pero fundamentalmente son significativos en Valladolid, León, Zamora, Guadalajara, Madrid, Barcelona y Valencia. En las cuatro primeras provincias, han realizado una campaña de acoso a organizaciones y activistas de izquierdas, con amenazas y ataques a diferentes locales, el ultimo de estos, realizado con cócteles molotov al local del PCE de Guadalajara, y agresiones físicas, que habitualmente ha consistido en grabar una esvástica en el cuerpo de las victimas con una navaja al rojo.
En Madrid, el problema ha sido especialmente preocupante en los últimos meses, en los que se han intensificado las acciones de la extrema derecha, centrándose en las fiestas de diferentes barrios y pueblos de la comunidad, coordinando diez ataques a casetas y otras tantas agresiones a militantes de izquierdas, solo en el mes de septiembre, con un saldo de más de veinte personas heridas, varias de ellas graves. Incluso el 28 de octubre, después de una manifestación de la Falange Española, se realizo un concierto neonazi, bajo el nombre de “Iberian Fest”, en el que intervino una de las bandas icono de quienes defienden la superioridad racial blanca y el odio indiscriminado como argumento suficiente para llevar a cabo los violentos comportamientos a los que desgraciadamente nos tienen acostumbrados. El grupo en cuestión se hace llamar Brutal Attack (Ataque brutal, en castellano) banda inglesa con 25 años de trayectoria, vinculada a la organización Blood & Honour y que atrajo hasta algún punto de Madrid a neonazis de toda Europa. Parece que el concierto se realizo cerca de Alcalá de Henares, donde estos grupos juveniles tienen una fuerte implantación.
En el ultimo año, también han realizado diferentes actos de boicot a charlas publicas u homenajes al antiguo dirigente del PCE, Santiago Carrillo; manifestaciones de repulsa ante la retirada de símbolos franquistas; manifestaciones anti-inmigración; y una campaña muy activa de Democracia Nacional, cuyo lema era “los españoles primero”, que pretendía recuperar los parques y las canchas deportivas, supuestamente “usurpadas” por la inmigración latinoamericana. Uno de los datos mas preocupantes es la procedencia, de gran parte, de los miembros de estos grupos juveniles, que son de barrios obreros, tradicionalmente de izquierdas y en los cuales Izquierda Unida gobierna (caso de San Fernando, donde la alcaldesa ha sido reiteradamente amenazada), o ha gobernado (como Alcalá de Henares, Torrejón y Coslada). El ultimo caso ha sido a finales del mes de noviembre y ha consistido en un ataque con artefactos incendiarios al centro social Estrella Roja en el barrio de Batan.
El problema en Valencia es uno de los más alarmantes de todo el Estado. En esta provincia la presencia y la actividad de los grupos juveniles de ultraderecha es apabullante. En los últimos años han atacado diferentes centros sociales okupados y locales de izquierdas, se han realizado encuentros estatales y europeos de estos grupos, e incluso se ha llegado a lanzar una campaña de amenazas y acorralamiento a activistas de izquierdas de la ciudad. Parece que la gran mayoría de estos colectivos se encuentran en la órbita de la Plataforma España 2000 y que utilizan una empresa de seguridad para formar para-militarmente a sus militantes, actuando con una mayor impunidad que en otras ciudades.
Por ultimo, se encuentra el caso de la provincia de Barcelona, en donde se articulan dos tipos diferenciados de grupos, uno de carácter españolista y neonazi mas clásico, que mantiene sus centros mas activos en el cinturón obrero de Barcelona y el otro es un recién nacido movimiento catalanista e independentista de extrema derecha, cuyo grupo más paradigmático es el Colectivo 33 (Cataluña Catalana). La mayoría de las acciones han tenido como victimas a indigentes e inmigrantes, ya que los grupos de izquierdas tienen una fuerza muy superior al de las otras provincias del Estado anteriormente descritas y es más difícil plantear una campaña sistemática de ataques o acoso. No obstante, hace un año fue asesinado un joven activista en el barrio de Gràcia (Barcelona) durante las fiestas populares.
¿Es posible la creación de un partido de extrema derecha con expectativas de éxito electoral en el Estado español?
En mi opinión, es cuestión de tiempo que a medio plazo se cree un referente electoral de extrema derecha en nuestro Estado. El clima social generado ante problemas fundamentales como la inmigración, el paro o la cuestión de la unidad territorial del Estado por el propio PP y sus medios de comunicación afines, y no contrarrestado ni por las políticas gubernamentales, ni tampoco por la izquierda institucional en el plano de las ideas y en la calle, está conformando un caldo de cultivo extraordinario para el florecimiento de una alternativa de extrema derecha, que conforme un nicho electoral estable, que hasta ahora ha permanecido en las filas del PP.
Una entrevista realizada hace pocos meses a Le Pen, señalaba que en el Estado español no surgía una alternativa de extrema derecha porque el PP aglutinaba todo el arco electoral, significativo, de la derecha. Pero la pregunta debería haber sido otra. ¿Que puede pasar ante un eventual cambio de rumbo, hacia el centro, en pro de conseguir de nuevo el gobierno central? ¿Es posible que una parte significativa de su electorado pueda recalar en una alternativa ultraderechista? Unos años atrás, la respuesta hubiera sido categóricamente negativa, pero ahora la realidad es otra, pues se están articulando diferentes opciones políticas capaces de poder competir por una parte de ese electorado mas disconforme con un eventual giro, del PP, al centro, incluso capaz de tener representación municipal con un electorado propio.
En este sentido, los diferentes investigadores de la ultraderecha en Europa, coinciden en el nefasto papel de los partidos conservadores al introducir temáticas y problemáticas ajenas a la realidad social, que han permitido el ascenso a la escena política de formaciones de extrema derecha. En relación a esto, el profesor de política comparada de Bolonia, Piero Ignazi, argumenta que “el elevado nivel de polarización de los partidos conservadores clásicos respecto a los socialdemócratas hizo que los primeros endurecieran su discurso e incorporasen en su agenda demandas aún no formuladas por actores sociales y que después atenuaron por su vocación gubernamental. Esta táctica de los partidos conservadores creó un espacio político que dejaron libre y que la ultra derecha postindustrial aprovechó con éxito.” /5
Dos tendencias, dentro de la extrema derecha a nivel estatal, se perfilan como las posibles candidatas a liderar este proceso. Por un lado una renovada Falange Española, que intentó hegemonizar y consolidar la plataforma electoral Frente Español, y, por otro lado, una constelación de plataformas electorales y partidos representantes de la “nueva derecha” homologables en discurso y practica con la extrema derecha postindustrial europea de Le Pen, entre los que destaca Democracia Nacional.
La Plataforma Frente Español, que nace al calor de los buenos resultados electorales de Le Pen en Francia, fue titulada como la “organización de las organizaciones”. Hegemonizada por una renovada Falange Española, agrupa a diversos colectivos y partidos que podríamos titular como nostálgicos del franquismo o herederos de los viejos fascismos (Fuerza Nueva, Falange Española/ La Falange y España 2000). Sin embargo, el ascenso de jóvenes cuadros militantes a Falange Española/ La Falange han aportado una impronta renovadora en discurso y estética, que conjuga el ideario clásico de la ultra derecha tradicional con ciertos aspectos de la Nueva Derecha. Esta plataforma se ha descompuesto en este ultimo año, a pesar de lo cual no sería extraño que se volviera ha recomponer en un corto periodo de tiempo.
El punto fuerte de esta corriente es la cuestión de la unidad de España, donde han sabido explotar la creciente polémica y movilización de masas, articulada desde el PP y sus organizaciones sociales afines, ante el nuevo estatuto de Catalunya y el llamado proceso de paz en Euskal Herria, donde han conseguido ganar visualización social, en el seno de las movilizaciones, y discurso político, presentándose como el núcleo más intransigente del movimiento contra la tregua y las negociaciones con la izquierda abertxale. El otro gran aspecto que ha permitido una removilización militante de sus bases, pero que a su vez le puede restar posibilidades electorales, es su oposición al proceso del Gobierno de retirada de símbolos fascistas y el proyecto de ley de recuperación de la memoria. Este tema les está permitiendo recuperar un cierto protagonismo perdido, con movilizaciones propias de hasta 6000 personas por las calles de Madrid /6 y una cierta visualización mediática.
Los principales obstáculos para agrupaciones electorales futuras de este arco político, siguen siendo, por un lado, su excesiva dependencia de los aspectos nostálgicos del franquismo y los viejos fascismos, que a pesar de ser un tema recurrente a la hora de conseguir removilizar a sectores cercanos, puede suponer a medio plazo un lastre mas que una ventaja; y, por otro, la atomización de este espectro político, debido a la falta de una organización hegemónica y un líder común que permita una recomposición amplia y duradera.
En el caso de los partidos de la “nueva extrema derecha”, aunque actualmente son minoritarias dentro del espectro de la ultraderecha de nuestro Estado, son las que a medio plazo pueden conseguir mayores réditos electorales. Las formas, estética y discurso rompen con la tradición nostálgica franquista y del nacional-catolicismo e intentan entroncar con problemáticas actuales.
En este sentido, la mayoría de las formaciones que componen esta tendencia política en el Estado español han introducido en su discurso político, como punto clave, el fenómeno de la inmigración desde la perspectiva de amenaza a la identidad nacional, a imagen del mensaje populista que los partidos del entorno europeo han desarrollado y que les ha otorgado un apoyo social significativo, todavía no alcanzado en el Estado español. El supuesto aumento de los índices de delincuencia vinculada a la inmigración y la demanda de mayores medidas de seguridad y control se han convertido en argumentos fáciles a la hora de buscar el respaldo social.
La inmigración es actualmente, según el barómetro del CIS, el problema que más preocupa a los ciudadanos, con un 59,2%. Ante esto, el gobierno ha adoptado una política nefasta, recurriendo a las Fuerzas Armadas ante el drama humanitario de las vallas de Ceuta y Melilla y comprando a gobiernos corruptos para externalizar nuestras fronteras. A esto se suma una política de criminalización del inmigrante y de alarma social, por parte del PP, catalogando los flujos migratorios como invasiones o desarrollando videos propagandísticos donde se mete en el mismo paquete a la delincuencia común y a los inmigrantes. Este tratamiento, del fenómeno de la inmigración, conforma una coyuntura social y mediática favorable para el ascenso de las opciones políticas de la extrema derecha populistas.
La agrupación que más proyección política tiene en este sentido es Democracia Nacional, partido que resume a la perfección las características de la Nueva Derecha europea y que lleva realizando, en los últimos años, una intensa política propagandística contra los flujos migratorios. En el 2000 inauguraron la campaña “Alto a la invasión”, en la que se mostraba una patera cruzando el estrecho, y, a raíz de la muerte de un joven en un parque del barrio madrileño de Villaverde en el 2004, empezaron la campaña “Los españoles primero”, que ha consistido en “recuperar” los parques y las canchas deportivas supuestamente “usurpadas” por la inmigración latinoamericana. Además, han realizado numerosas manifestaciones con esta misma temática, intentando lograr un cierto eco mediático. De esta forma realizaron una manifestación en Tenerife el 12 de octubre, día de la Hispanidad, en plena crispación social con la reiterada llega de cayucos a las costas canarias.
La estrategia de DN se resume a la perfección en las exageradas declaraciones de su presidente, en el que afirma que "En estos momentos el 80% de los españoles estaría dispuesto a votar a un partido actual que solventase el problema de la inmigración" /7. Esta estrategia se concretiza en la opción posibilista: “de crear plataformas cívicas en aquellos barrios donde han aparecido los problemas de la inmigración ilegal evitando la identificación con la extrema derecha clásica. El objetivo último sería la creación de una liga de estas plataformas que concurra a las elecciones” /8.
Un ejemplo particular, de esta tendencia, lo representa la Plataforma per Catalunya, liderada por un notorio ex-militante de Fuerza Nueva, Josep Anglada /9, que ha construido una organización de nuevo tipo, de carácter populista y arraigada en su medio, con el uso del catalán, y basando su actividad política en la rentabilización de focos de conflictividad local, con temas como el orden público y la inmigración. En este sentido, ha conseguido consolidar ciertos núcleos municipales que le han reportado importantes resultados electorales, como podemos observar en esta tabla /10:
Elecciones Municipales Catalanas en el 2003
Municipio Comarca - Votos - % - Concejales
Barcelona Barcelonès - 334 - 0,04 - 0
Cervera Segarra - 394 - 9,2 - 1
Manlleu Osona - 492 -5,6 - 1
Premià de Mar/11 Maresme - 862 - 6,8 - 1
Vendrell Baix Penedès - 774 - 6,2 - 1
Vic Osona - 1229 - 7,5 - 1
Estos datos nos muestran las posibilidades de éxito de un partido de ultra derecha en el campo municipal, a pesar de lo cual, de momento no se ha concretado en ningún parlamento autonómico, si esto cristalizara, sería la forma de consolidar una opción estable con posibilidades a nivel estatal.
El éxito que ha obtenido un partido como Ciutadans/ Partido de la Ciudadanía en las ultimas elecciones autonómicas catalanas, nos debe de hacer reflexionar en varios aspectos. Esto no quiere decir que lo clasifique como un partido de ultraderecha, o ni siquiera que lo asimilemos a este espectro político, pero algunas características y puntos fuertes de su éxito, son, cuanto menos, parecidas a la de ciertos partidos políticos europeos de la extrema derecha populista.
Es un partido sin una inscripción ideológica clara o por lo menos confusa; su programa político es principalmente reactivo, haciendo de su rechazo al supuesto nacionalismo excluyente su principal caballo de batalla; se presentan ante el electorado como los representantes de los ciudadanos, con una crítica implícita y explícita al sistema de representación partidista actual, pero sin cuestionar los cimientos del modelo de representación; se presentan como victimas, ante los supuestos ataques de la partitocracia catalana y los medios de comunicación que la apoyan, a pesar de que ha sido la cobertura mediática, en especial de la COPE, la que les ha dado la visualización necesaria para su éxito electoral.
Por ultimo es significativo el sondeo postelectoral elaborado por el Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat, entre los votantes de ciudadants, que muestra un importante desconcierto de su electorado ante su adscripción política. El 49,3%, de estos lo sitúan a la derecha, 27,3%, lo situó en el centro, y sólo el 15,9% en la izquierda, esta disparidad, aunque se decanta hacia la derecha, muestra como opciones políticas populistas poco definidas ideológicamente, pero con una idea fuerza (rechazo al nacionalismo) reactiva pueden obtener buenos resultados electorales. Incluso el 3,8% de sus electores se sitúan en la extrema derecha /12, en este sentido, es significativo que Josep Anglada, presidente de Plataforma per Catalunya haya pedido su ingreso en Ciudadants.
Todas estas características son comunes con el Frente Nacional de Le Pen y la mayoría de ellas han sido claves en el éxito del populismo de extrema derecha que propugna, a pesar de lo cual no se puede catalogar a Ciutadans/ Partido de la Ciudadanía como una opción partidista dentro de este espectro político. Entre otras cosas, por su actual falta de posicionamiento en aspectos claves de la extrema derecha, como la inmigración o la seguridad ciudadana y por la adscripción plural de la gran parte de sus fundadores. Lo que sí es interesante para este artículo es cómo opciones populistas, que en cierto sentido, conectan en sus puntos fuertes con la nueva derecha europea y que pueden alcanzar éxitos electorales relativamente importantes en nuestro Estado.
Es sintomático que un partido como Democracia Nacional, en su valoración de las elecciones catalanas, achacan sus pobres resultados (0,09% del total de Catalunya, donde es la primera vez que se presentan) a la irrupción en la escena política catalana de Ciutadans/ Partido de la Ciudadanía, que según ellos, ha catalizado gran parte del voto de protesta que debía haber recaído en su formación. Sin apoyar estas afirmaciones, lo que es importante reseñar es que Ciutadans/ Partido de la Ciudadanía ha abierto un camino que puede ser emulado por formaciones de extrema derecha en un tiempo no muy lejano.
La izquierda alternativa se debe tomar muy en serio la posibilidad de que, más temprano que tarde, aparezca una opción electoral de la extrema derecha con cierto arraigo social. Si queremos asumir el reto de frenar al fascismo, tenemos que abordar y aportar soluciones a las problemáticas que actualmente son eje clave del discurso y práctica política de la ultraderecha. Para ello es fundamental que renovemos nuestro análisis teórico y nuestra practica política sobre la problemática de la extrema derecha.
Referencias
1/ Casals, X. “Ultrapatriotas”. Critica, 2003 Barcelona. p 7
2/ Casals, X. “Ultrapatriotas”. Critica, 2003 Barcelona. p23
3/ Tabla de elaboración propia con datos del Real Instituto Elcano y del libro Ultrapatriotas de Casals Meseguer. X, Critica, Barcelona 2003.
4/ Duva, J. “10000 ultras unidos por la xenofobia”. El País, 08/10/2006 Madrid
5/ Casals, X. “Ultrapatriotas”. Critica, 2003 Barcelona. p 51
6/ Esta manifestación fue realizada el 23 de abril del 2006, es la mas grande organizada por un grupo de extrema derecha en los últimos 20 años.
7/ Entrevista de Manuel Canduela presidente de DN en la pagina web:http://www.minutodigital.com/noticias2/3279.htm
8/ Casals, X. “Ultrapatriotas”. Critica, 2003 Barcelona. p 259
9/ Casals, X. “Ultrapatriotas”. Critica, 2003 Barcelona. Josep Anglada milito en las filas piñaristas (Piñar alude explícitamente a el en sus memorias Por España entera, p 23)
10/ Tabla realizada en base a los datos de la pagina web de Plataforma Per Catalunya (http://www.pxcatalunya.com)
11/ Candidatura Veïns Independents de Premia (VIP) Partido de carácter municipal creado por miembros de la plataforma antimezquita de Premia de Mar.
12/ Company, E. “El 49% de los votantes de Ciutadans creen que el partido está en la derecha y el 27% que en el centro”
Fuente: Viento Sur - 11.02.07