La historia oculta de las “caricaturas de Mahoma”
El 7 de febrero de 2007 comenzó en París el juicio contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo por el llamado escándalo de las «caricaturas de Mahoma». En plena campaña electoral presidencial, importantes personalidades comparecieron para ofrecer su testimonio a favor «del laicismo y de la libertad de expresión».
La prensa y los dirigentes políticos son casi unánimes. Marcando la pauta en su editorial, el diario atlantista Le Monde escribe: «El juicio contra Charlie Hebdo pertenece a otra era, a otra época. Aunque no fue este el argumento presentado por la parte acusadora, hay que recordar que lo que desencadenó la polémica fue la representación [gráfica] del profeta Mahoma, que, para el Islam, constituye una blasfemia. Estamos por tanto ante una querella oscurantista» [1].
Sin prestar oídos a la queja de los reclamantes, y sin esperar por el veredicto del tribunal, la palabra pública equipara a las asociaciones de musulmanes con grupos oscurantistas, incompatibles con la República laica y moderna. En nombre del laicismo se estigmatiza a los fieles de una gran religión. Esta paradoja debe ser para nosotros una señal de alerta: en nombre del laicismo, se nos empuja a perder el sentido de la tolerancia. Tenemos que razonar antes de dejar que nos empujen a la «guerra de civilizaciones» [2].
El laicismo, cuando es de verdad, es hijo de la Razón. Dediquemos un poco de tiempo al análisis del origen y de las consecuencias de este conflicto. Veremos entonces que todo fue cuidadosamente organizado. A pesar de las apariencias, quienes publicaron las caricaturas y quienes organizaron las manifestaciones en el mundo musulmán no son en realidad adversarios. Todos actúan de forma organizada y con el objetivo de enemistarnos.
Las apariencias
En septiembre del año 2005, la prensa danesa reporta que un autor de literatura para niños trata infructuosamente de encontrar un ilustrador para un volumen sobre Mahoma ya que los ilustradores tienen miedo de criticar el Islam. En reacción, el redactor jefe del más importante diario danés lanza un concurso de ilustradores dentro de su publicación. Muy pronto, se publican doce caricaturas.
En noviembre, la Sociedad Islámica de Dinamarca, estimándose insultada, exige excusas y organiza una manifestación ante las oficinas del diario. Las partes endurecen sus posiciones y varios periodistas declaran haber recibido amenazas de muerte. Una delegación de la Sociedad Islámica de Dinamarca redacta un informe sobre el caso y lanza un llamado de alerta a la Liga Árabe y a la Organización de la Conferencia Islámica. Once embajadores acreditados en Copenhague piden una reunión con el primer ministro danés con vistas a resolver la naciente crisis, pero el primer ministro argumenta que él no tiene autoridad sobre la prensa y no acepta el encuentro.
La prensa reporta en noviembre que un partido político paquistaní ofrece una recompensa a quien asesine a uno de los dibujantes. El primer ministro danés condena la iniciativa pero pronto se sabe que la noticia era falsa.
En diciembre, la reunión cumbre de la Conferencia Islámica, y más tarde la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la Liga Árabe, aborda el asunto. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas abre una investigación sobre el racismo en la prensa danesa. El consejo de ministros del Consejo de Europa toma nota de la actitud dilatoria del gobierno danés sobre el asunto señalando que no se trata de una cuestión ligada a la libertad de prensa sino de un problema de racismo.
En enero de 2006, el primer ministro danés insiste, en su mensaje de año nuevo, en su preocupación por la libertad de expresión. El fiscal de Viborg anuncia el sobreseimiento de la denuncia por blasfemia e incitación al odio presentada por las organizaciones musulmanas.
En febrero, numerosas manifestaciones contra las representaciones y los intereses daneses tienen lugar a través del mundo. Se producen quemas de banderas y embajadas así como un boicot contra productos daneses. La condena del mundo musulmán se extiende a Francia, donde un diario publicó las caricaturas, y más tarde a toda Europa, que parece ser cómplice.
En París, las caricaturas aparecen publicadas en France Soir y, más tarde, en Charlie Hebdo lo cual da lugar a una denuncia penal por parte de la Gran Mezquita de París (GMP) y de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF). Mientras que la clase dirigente cierra filas con estas publicaciones, el presidente francés Jacques Chirac recibe a los denunciantes en el palacio del Elíseo y recuerda que la libertad de expresión constituye una responsabilidad.
Las contradicciones
Hasta aquí parece tratarse de una historia simple en la que la sucesión de hechos parece coherente. Hay, sin embargo, una serie de detalles que suenan falso.
Si el redactor jefe de un importante diario danés estaba tan preocupado por la imposibilidad de encontrar un ilustrador para un libro destinado a los niños, ¿cómo fue que acabó publicando una serie de caricaturas que no tienen nada que ver con ningún tipo de literatura infantil?
El Jyllands-Posten es el diario de más amplia difusión en Dinamarca. Posicionado a la derecha, el diario realiza desde hace 3 años una violenta campaña contra los inmigrantes. En el marco de esta campaña ha publicado constantemente artículos y editoriales en los que insinúa que el Islam es incompatible con la democracia y que es imposible que los musulmanes se integren a la sociedad danesa. El objetivo de esa intensa campaña es apoyar la reelección de la coalición gubernamental de Anders Fogh Rasmussen. En 3 años, el Jyllands-Posten inundó Dinamarca con su retórica islamófoba, de la que el propio primer ministro se ha convertido en vocero.
La coalición liberal conservadora sacó del poder a los socialdemócratas, quienes habían dominado el escenario político durante 80 años. También llevó al país a cuestionar el Estado-providencia y a lanzarse en una desenfrenada política de privatizaciones y de desregulación. Siguiendo una técnica electoral clásica, ante una población que acepta difícilmente estos bruscos cambios, Anders Fogh Rasmussen ha tratado de evitar el debate sobre las cuestiones sociales mediante la búsqueda de chivos expiatorios: los extranjeros.
Fuente: La Jornada / México – 22.03.07